Capítulo 27: ¿Ring de pelea o de corazón? (Parte 1)

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Había pasado algunos días, y yo no podía dejar de pensar en el maravilloso sexo oral que me regalo. Pero cada vez que nos topábamos yo lo evadía, evadía sus miradas, evadía sus pocas palabras, evadía su contacto. Pero a la vez lo deseaba con un fuego abrasador que me consumía. 

Deseaba arder con sus caricias, que me llevaron a tocar el cielo.

Fui infantil ignorarlo, pero... ¿Cómo se supone que debo actuar después de algo tan íntimo? Me avergoncé, por eso preferí encerrarme en el baño.

Pero a raíz de eso, no podía seguir negando que había empezado a mirarlo más, me fije en pequeñas manías que tenía arraigada en su personalidad, como cuando estaba distraído, jugaba con su lengua tocándose la comisura de su boca, o tenía el tic de tocarse el pelo cuando pensaba, achinaba los ojos cuando sonreía genuinamente y cuando se sentía afectado por algo su furia la descargaba peleando. —o besando de manera animal.

Obligue a mi cerebro a poner atención al personaje que tenía frente a mí.

Estaba detrás de la mansión, en el gimnasio, era un galpón techado de piso de madera y espejos en las paredes. Tenía una que otra ventana que daba vista al inmenso bosque. En un rincón se encontraba un ring de pelea. Cerca de este, estaban los sacos de arena colgados con ganchos especializados y al otro costado aparecía el mesón con todos los implementos, guantes de boxeo, toallas, talco, bandas elásticas etc.

En otra esquina estaban apiladas las pesas y las maquinas trotadoras. Y al frente de esta estaban las colchonetas donde estábamos descansando con Lukyan.

Acababa de tener una rutina extensa, el hermano menor de Derian, se las daba de mi entrenador personal, había creado para mí un circuito de entrenamiento de intervalos de alta intensidad, que consistía en tabatas, burpees, pesas y al final teníamos una pequeña pelea en el ring.

Hacer ejercicios me ayudaba a liberar el estrés de estas últimas semanas y también me ayudaba a distraerme de ciertos pensamientos que ni caso valen nombrar. La rutina era cinco días a la semana y habían empezado después de haber golpeado a Rina.

Lukyan no paraba de insistir que tenía potencial de boxeadora y no me dejaba de molestar por la paliza que le había dado a su supuesta cuñada —o madrastra. — Así que estaba empeñado en entrenarme a su disposición y como no tenía nada más que hacer, acepte.

—ya estas casi lista en el boxeo... ahora debería enseñarte a disparar, nunca esta demás aprender.

Fruncí mi ceño, porque no me desagradaba la idea, de hecho hace rato me había picado el bichito de la curiosidad, desde que tuve el arma de Derian en mis manos.

—voy aceptar tu propuesta... pero antes tengo dos teorías con respecto a tu insistente entrenamiento. —mencione animada. 

—te escucho atenta, bonita.

—la primera, es que quieres crear un monstruo y me estas utilizando de conejillo de indias, como un prospecto de experimento.

Soltó una carcajada.

— ¿y la otra? —preguntó coqueto guiñándome un ojo.

— y la segunda es que me quieres hacer parte de tu familia.

—esa ni siquiera es viable

—no me digas que no soy digna de pertenecer al estatus de tu familia —Dije aparentando estar ofendida —bueno... Lyuban me lo recuerda siempre, así que ni modo..

—no es eso, tonta, es que ya eres una Korsakov... bueno para ser más específico, eres propiedad de mi hermano... así que técnicamente eres una de los nuestros.

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora