Capítulo 26: Perdiendo el Control [+18]

6.6K 452 141
                                    

Derian

—No te creo nada Demonio Ruso —anunció retadora —Hasta el momento solo son amenazas y nunca haces nada.

Me estaba provocando de la manera más sensual, todo el día me estuvo tocando los putos huevos, era una maldita chillona que no hacía más que sacarme de quicio y ella lo sabía, lo hacía a propósito, porque hasta el momento dejaba que hiciere lo que se le antojara. 

Apreté mis puños y pensé rápido en darle un escarmiento, si quería jugar, yo le iba a demostrar cómo se ganaba. Me acerque con paso decidido, ella retrocedió.

—Veamos hasta donde llega tu puta valentía —dije sonriéndole con malicia.

—Es más alta que tu ego... que por decir ya, es bastante —siguió incitándome.

<<¡Maldita provocadora haría que me suplicara!>>

De un solo movimiento pase mi brazo por la parte de atrás de sus rodillas y la subí a mi hombro, quedando ella de cabeza. Camine hacia el hall de la mansión.

—¡Derian Suéltame! —exclamó firme, golpeándome la espalda con sus puños. No era fácil doblegarla ni asustarla, pero yo conocía su punto débil.

—¿No querías jugar? —pregunté burlón, mientras caminaba para subir las escaleras.

Mis sentimientos eran confusos, por una parte estaba deseoso de hacer que me temiera, pero la otra parte quería darle todo el placer que ella me pidiera.

—Si no me sueltas, juro que te disparo en tu mismísimo trasero —dijo decidida sacando el arma de mi pantalón y apuntando en mi culo.

<<¡Mierda! me inquiete porque sentí como me punteaba con el arma.>> 

La baje tirándola en la escaleras, se quejó y comenzamos a forcejear hasta que le quite el arma —daba gracias que no supiera sacarle el seguro— y la tire lejos de sus manos inquietas.

—¿Tenías miedo que una balita te desvirgara el culito? —interpelo con sorna, para dar una carcajada. Se estaba volviendo loca y eso me excitaba más.

—Pequeña... conoces el dicho que dice: "El que ríe último, ríe mejor".

Se encogió de hombros rodando los ojos —puta manía que tenía.

Me pare de encima de ella. La tome de la muñeca arrastrándola para que se parara y subiéramos. Cuando estuvimos en el pasillo, se soltó de mí y volvió a correr hacia las escaleras, pero antes de que diera un paso más, la agarre de la cintura y la volví a cargar como un costal. 

— ¡Ya basta! —Gritó desesperada. — ¡Suéltame animal!

No dije nada, que se desgastara gritando, nadie haría nada por ella.

Me encontré a Lukyan en el pasillo que solo me observaba entretenido, era obvio, estaba conociendo una faceta que ni yo sabía que tenía. 

— ¡Lukyan por favor ayúdame!... por favor, dile a este animal que me suelte. —Suplico.

Estos dos tenían una relación que me enfermaba de los putos nervios. Se entendían a la perfección y eso lo envidiaba. 

—Lo siento cuñada —espeto levantando las manos en señal de paz —yo no me meto en una relación que es de dos.

Di una sonrisa, por la forma en que la llamo. No sonaba nada mal después de todo.

—¡Arg! ¡Korsakov tenía que ser! —alegó fastidiada.

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora