Capítulo 10: Consecuencias de un beso (parte 2)

7.2K 569 91
                                    

El chico misterioso se fue contra este hombre sujetándolo por el cuello de la camisa y proporcionándole varios golpes de puño en la cara, uno y luego otro, rápido y certero, no se detenía y ya le estaba deformando la cara, los huesos de ambos tronaban por el impacto —un sonido espantoso.— Era como si estuviera golpeando un saco de boxeo. Luego con una fuerza desmedida lo estampó en el mueble de licores rompiendo todo y rugió con una voz casi sobre natural — ¡NUNCA SE TOCA LO QUE ES MIO! —El hombre cayó al suelo y él le siguió dando patadas en el estómago.

La escena era vidrios rotos, sangre y un hombre que suplicaba.

Estaba inmóvil, aterrorizada y aún en el suelo. Por otro lado Alek no sabía qué hacer, porque aunque quisiera demostrar valentía, sus ojos también reflejaban miedo.

El Demonio ruso o chico misterioso —ya ni sabía cómo llamarle  —sacó su arma plateada, se puso en cuclillas a la altura de ese hombre —cuyo rostro estaba lleno de sangre y sus ojos no se apreciaban de lo hinchado que estaban— y le apuntó en el centro de su frente. El hombre volvió a implorar por su vida. 

¿lo iba a matar?  Claro que lo iba a matar. 

Mi pecho se oprimió y la angustia me invadió, pero no podía articular ni una mísera frase.

Alek se alarmó e intervino — se- señor —tartamudeó —creo que Zhakar ya aprendió la lección.

— ¡Te callas! —gritó feroz —o si no serás el cabrón que reciba la jodida bala.

¡Mierda! estaba tan fuera de sí, el descontrol reinaba en esa habitación. Sacó el seguro de su arma y no pude evitar meterme —espera —chillé y él me miró rabioso.

Tragué duro, su rostro estaba desfigurado por la ira. Su cicatriz era aun mas notable y profunda. Se veía siniestro y oscuro. 

Estaba siendo tan agresivo, que sentí miedo, pero ese miedo que te cagas, mi cuerpo tembló y estuve a punto de no controlar mi esfínter —ya ha sido su- sufí- suficiente —tartamudeé igual que Alek.  

Resopló cabreado, se levantó bloqueando su arma de fuego, la guardó tras su pantalón y se aproximó a mí agachándose otra vez e intentó con una de sus manos ensangrentadas acariciar mi rostro, por inercia me arrastré hacia atrás, evitando así su toque. Apretó los dientes y se paró, quedando muy erguido.

—Levántate —ordenó tan seco que no fui capaz de acatar aquella orden porque aún estaba asustada — ¡que te levantes Eily! —gritó violento.

Me puse de pie en menos de un segundo, mis rodillas temblaban y sentía que ya no me podía sostener sobre ellas, y lo único que se me ocurrió fue agachar mi cabeza en señal de sumisión —me di cuenta que yo también estaba sangrando de la nariz, y mi labio lo habían reventado, pero la adrenalina que sentía en mis venas no me dejaba asimilar el dolor de mi cara —seguí mirando al suelo, en completa quietud. No quería que se enfadará más.

—Camina —ordenó irritado nuevamente.

Juro que intenté que mi cerebro hiciera sinapsis, pero estaba paralizada.

Resopló molesto por segunda vez —tomó mi brazo sin ninguna delicadeza lastimándome en el proceso pero acalle mi lamento. 

Me sacó arrastra del despacho, él daba zancadas y yo tenía que correr a su lado. Íbamos por el pasillo angosto hasta que en el mismo piso me metió a una de las habitaciones que desconocía, empujándome dentro de ella. Luego entró y cerró la puerta tan fuerte que puedo garantizar que estuvo a punto de desquebrajarla.

El cuarto no era nada fuera de lo común, estaba decorado en tonos blanco y morado, había lo típico de este rubro, una cama en el centro, un sillón al frente — ¿Qué tenían con los sillones, en todos lados había uno? —en un rincón un mini bar y al otro lado estaba la ventana y el baño.

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora