Capitulo 7

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Al día siguiente, la rutina fue la misma de siempre, solo que ese día, Ferrán no se acercó a ellas durante el mediodía

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Al día siguiente, la rutina fue la misma de siempre, solo que ese día, Ferrán no se acercó a ellas durante el mediodía. Eso no era extraño, no lo hacía todos los días, sin embargo, en ese momento aquella distancia a Mel le generó nerviosismo, pues esperaba poder verlo. Al mismo tiempo se sentía estúpida por sentir toda esa ansiedad y esa emoción que no entendía de dónde provenía y a dónde la llevaría.

Durante el almuerzo, Lauri les pidió permiso y se levantó para atender una llamada de un cliente del hotel, un tema con el que había estado lidiando toda la mañana y la tenía algo alterada. Mariana y Mel se quedaron allí, un buen rato en silencio, mientras comían con calma.

—Está allá —dijo Mariana cuando la vio mirar por la ventana—, cerca de aquella familia —señaló.

—¿Eh? ¿Qué? —Mel fingió demencia.

—Desde hace rato le sigues los pasos —respondió la mujer—, eres bastante obvia —añadió.

—Yo... bueno, es que... —Mel suspiró, sabía que tenía que hablar con Mariana de aquello—. Ayer me llevó a casa y me preguntó si podíamos ser amigos.

Mariana sonrió.

—¡Oh! ¡Muy bien! —exclamó con entusiasmo—. Me imagino que le dijiste que sí.

—Ajá —respondió ella—, no sé qué decirte, tengo miedo, lo sabes... pero hay algo... siento que lo conozco desde siempre. Sí, sé que suena ridículo...

—Oye... no suena ridículo —la interrumpió Mariana—, deja que las cosas sucedan... no lo analices tanto, siente un poco... disfruta —agregó—. Eres joven, bella por dentro y por fuera, solo vive...

—Solo somos amigos... no voy a avanzar a más, no quiero hacerlo —admitió poniéndose a la defensiva.

—¿Por qué?

—Porque... porque no sabría cómo —susurró sintiéndose como si tuviera doce años—, me comí todas las etapas de la adolescencia y la vida, Mariana, no he salido con nadie, no he... no he tenido pareja, no tengo experiencia... y la que tengo no es buena —admitió en casi un hilo de voz.

Mariana sonrió con dulzura.

—Oye, Mel... Ya sea con Ferrán o con cualquier otro chico, no importa la experiencia que tengas, sé sincera desde el principio y déjate llevar. No hay nada matemático en esto, el corazón te dictará el camino —aseguró.

—Me da vergüenza... Es decir, no es que crea que sucederá nada con él —añadió—, pero ya que hablamos de esto... simplemente me da vergüenza. Además, no creo poder abrirme nunca a nadie a ese nivel, de verdad, esto que está sucediendo en mi vida ya es demasiado, poder hablar contigo así... con Lauri... con él... estoy algo abrumada...

—Mel... Escucha, la vida está hecha de momentos mágicos que atesoramos en el alma, si te llenas de miedos, te pones miles de barreras para vivir esos momentos. El día de mañana, pesará mucho más lo que hayas vivido, aunque hayas sufrido un poco, que lo que no has experimentado. Es mejor quedarse con la sensación de haberlo intentado que con la frustración de nunca haberse animado. ¿No crees?

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