Capítulo 14

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Las siguientes semanas transcurrieron con normalidad, en el hotel se preparaba la fiesta anual de los colores, por lo que las chicas tenían más trabajo, pero la rutina no cambió para nada

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Las siguientes semanas transcurrieron con normalidad, en el hotel se preparaba la fiesta anual de los colores, por lo que las chicas tenían más trabajo, pero la rutina no cambió para nada. Ferrán se fue acercando de a poco al trío de las chicas, y comenzó a acompañarlas, al menos dos veces a la semana, en sus tradicionales almuerzos.

Siempre se sentaba al lado de Mel, y comenzó a acostumbrarse a la interactuación entre ellas. Notó que Lauri era la divertida, la chispa que hacía reír a las demás, que Mariana era la que aconsejaba y que era percibida por sus amigas como una especie de madre o mentora, y que Mel, a pesar de que se reía y solía comentar cada cosa que hablaban, era la tímida.

Lauri los invitó a todos a una cena en la casa de sus suegros, era un evento íntimo y les dijo que era muy importante que estuviesen presentes pues los quería mucho. Sebastián y ella al fin se comprometerían y le pondrían una fecha de bodas a su amor.

Mariana y Mel lo festejaron con alegría, y Ferrán, aunque no se sentía muy seguro de ser digno de aquella invitación, lo agradeció en silencio. La preocupación de Mel era no tener una ropa adecuada, pero Lauri le dijo que no se preocupara, que no había necesidad de ir de elegante, que se pusiera lo que tuviese a mano.

Además de aquella interacción, Ferrán acompañaba a Mel cada tarde hasta su auto, la esperaba a la salida y caminaba con ella los escasos metros hasta llegar al vehículo. A veces, le daba una camelia roja o bien algún dulce. Conversaban sobre sus días o sobre temas frívolos, pero aquella actividad, comenzó a convertirse en rutina.

Mel se sentía a gusto con su nueva vida, y se la platicaba a Ian cada noche. Le contaba de sus amigas y de Ferrán y le decía que se sentía feliz, que poco a poco iba abriéndose a la gente y a las nuevas experiencias, y que aunque al principio le parecía difícil y le generaba ansiedad, estaba cada vez más acostumbrada, y últimamente, actividades como la cena con la familia de Lauri, ya no le daba miedo.

Ian se mostraba contento y satisfecho, le decía que estaba orgulloso de ella y que se merecía lo mejor, luego le contaba sobre sus amigos, las tareas, los profesores y la universidad.

Los domingos, Mel continuó acompañando a Ferrán, era un secreto que compartían ambos, y aunque no tenía nada de malo, ella no sentía la necesidad de compartirlo con las chicas. Él pasaba a buscarla cerca del mediodía, comían algo por allí y luego iban a ver a los niños. Todavía no era capaz de hacer mímicas y comportarse como un verdadero mimo, pero comenzaba a comprender aquello que Ferrán le había dicho en una oportunidad: disfrazarse la relajaba, le sacaba la presión de ser ella misma y la ayudaba a contemplar la posibilidad de ser otra persona, más libre, menos racional.

No había vuelto a tratar con él aquel vidrioso tema de la posible relación que parecía tener, a Mel le daba temor escuchar que él tenía pareja y confirmar así sus sospechas. Pero a la vez, le parecía extraño que saliese con ella, que la esperase cada tarde, si hubiera una mujer en su vida. Sin embargo, eso estaba latente y era algo que tarde o temprano tendría que preguntar.

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