Faltaba poco para el viaje a Galicia que Mel había aceptado hacer con Ferrán. Ian, sin saberlo, le había comentado que iría a verla justo en las mismas fechas en que estaba planeado el viaje, y cuando ella se lo comentó, él le dijo que no había problemas, que ella viajara y que él se quedaría en el departamento por unos días, si no tenía inconvenientes.
—Si quieres me quedo —respondió ella a sabiendas de que eso rompería la ilusión de Ferrán.
—¡No! ¡Ni lo sueñes!, intentaré llegar antes de que salgas, ¿a qué hora sale el avión?
—A las ocho de la noche —respondió ella.
—Pues yo llegaré al medio día, así pasamos unas horas juntos y luego te llevo al aeropuerto, así me dejas tu auto y paseo unos días por allá. No te preocupes por mí.
—Está bien... —respondió Mel.
***
Ferrán estaba muy entusiasmado con el viaje, y Mel, aunque también sentía ilusión por esos días que pasarían juntos, no dejaba de atormentarse con pensamientos acerca de lo que podría suceder entre ellos. Había aceptado que se quedaran juntos porque era lo que realmente deseaba, pero no podía dejar de imaginar situaciones incómodas que podían presentarse, desde cosas sencillas como el uso del baño hasta el momento de compartir la cama.
Se enojaba consigo misma cuando su mente comenzaba a desplegar un menú de películas con posibles situaciones y sucesos, todas ellas parecían una pesadilla. ¿Por qué simplemente no podía dejarse llevar y ver qué sucedía? Recrear una situación que aún no sucedía le generaba ansiedad y le hacía anticiparse a cosas que ni siquiera sabía que iban a suceder, pero no podía evitarlo.
Ferrán había intuido aquel malestar y varias veces le había dicho que no se preocupara, que él solo quería que disfrutaran y que se relajara, que utilizaran ese tiempo para conocerse más y que no sucedería nada que ella no quisiera.
—Yo sé que tú escondes algo —le dijo la noche anterior luego de la cena, cuando ambos reposaban en el sofá de su casa y él acariciaba con ternura sus cabellos mientras ella recostaba su cabeza sobre sus piernas—, y no me importa lo que sea —añadió—, ni tampoco necesito que me lo cuentes... Solo quiero que sepas que yo solo deseo que te sientas a gusto y que puedas ser tú misma, nada más —añadió.
Mel sonrió, cerró los ojos y suspiró. En tan poco tiempo tantas cosas habían cambiado en su vida que no perdía las esperanzas de poder un día abrirse del todo, ser sincera, hallar la llave de aquel bloqueo que no le dejaba sentir y poder al fin experimentar el amor en todas sus facetas.
—Eres un hombre tan increíble —susurró mientras se abandonaba a la dulzura de sus caricias—, no puedo creer que estás conmigo... que tenemos esto...
—Bueno, yo pienso lo mismo —respondió él con una sonrisa.
Ferrán sabía que algo había marcado la vida de Camelia, que había una herida que no sanaba y que necesitaba mucho apoyo al respecto. Y él estaba dispuesto a todo con tal de verla feliz y realizada. Le gustaba cada día más la mujer en la que se estaba convirtiendo y era capaz de verla salir cada día un poco más de esa cárcel en la que se había encerrado hacía ya bastante tiempo.
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Cuéntame un secreto
General FictionHay momentos en la vida en los que tenemos que tomar decisiones importantes, esos momentos marcarán el futuro de nuestra existencia y delimitarán el camino que seguiremos. Son puntos de inflexión a partir de los cuales no hay vuelta atrás, a partir...