La niña pareció emocionada y se levantó contenta, fue casi corriendo hasta la tienda interna del hotel y Mel la siguió con desgano. Una vez allí, Paloma ya la esperaba con dos conjuntos: uno blanco que parecía hecho de hilo y otro amarillo, demasiado cavado para su gusto.
—¡No voy a usar esos! —exclamó Mel—. Me compraré un traje de baño enterizo —zanjó.
—¡Parecerás una abuela! Los modelos que hay aquí son horribles —exclamó la muchacha y colocó de nuevo las perchas en sus lugares—. ¡Mira ese de allá! —añadió señalando uno de dos piezas de color azul—. ¡Con ese estoy segura de que conquistarás a papá! —afirmó y corrió a buscarlo.
—Paloma, no tengo nada con tu papá y no pretendo conquistarlo con un traje de baño —dijo Mel con calma una vez más.
En ese momento agradeció las constantes bromas de Lauri, pues creía que gracias a ella no se sentía incómoda con los comentarios de aquella niña.
Paloma sonrió, pero no dijo nada, solo le pasó el traje de baño y señaló los probadores con un dedo. Mel caminó hasta allí sin dejar de pensar que no se reconocía a sí misma y que parecía una loca dejándose llevar por una niña malcriada. Se encerró en uno de ellos y comenzó a probarse el bikini.
Entonces, la pequeña abrió la cortina y la sorprendió.
—Deja, yo te lo pongo —añadió cuando la vio tratando de cerrarse la parte de arriba.
Mel se sobresaltó por lainterrupción, pero no se negó y permitió que la pequeña le anudara las tiras.
—¿Está bien así? —inquirió.
—Sí... ¿Te gusta? —preguntó Mel mirándose al espejo.
No solía hacerlo, no solía mirar su cuerpo en el espejo y al verse se sintió ajena a sí misma.
—Te ves hermosa —respondió Paloma con sinceridad—. Diré al dependiente que lo cargue a la cuenta de papá —añadióantes de salir del probador.
—¡No, Paloma! —gritó Mel, pero no alcanzó a seguirla, pues no se animó a salir así.
Abrió su bolso, sacó una toalla enorme, y se lio con ella.
—¡No piensas ir así, ¿verdad?! —inquirió la niña cuando estuvo de regreso.
—Bueno, sí, al menos hasta llegar a la banana...
—¿Qué hay de malo contigo? —preguntó la niña antes de salir de la tienda—. Tienes un bonito cuerpo, ya quisiera yo tener tu figura...
Mel sonrió y negó con la cabeza.
—No te apures, si pudiera volver a tener tu edad, preferiría quedarme así para siempre —admitió.
Paloma se encogió de hombros y caminó hacia la salida. Mel la siguió envuelta en su enorme toalla de playa e ignoró las risas de sus amigas cuando pasó frente a ellas. Ferrán observaba absorto, pero tampoco dijo nada.
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Cuéntame un secreto
Ficción GeneralHay momentos en la vida en los que tenemos que tomar decisiones importantes, esos momentos marcarán el futuro de nuestra existencia y delimitarán el camino que seguiremos. Son puntos de inflexión a partir de los cuales no hay vuelta atrás, a partir...