Camelia y Ferrán llegaron a Galicia luego de varias horas de vuelo, la mayoría de las cuales aprovecharon para dormir y descansar después de una semana tan intensa.
Luego de llegar al hotel y dejar sus cosas, Mel se sentó sobre la cama con la emoción a flor de piel y observó a Ferrán.
—Dime... ¿por qué hay camelias en todas partes? —inquirió.
Ferrán sonrió. Te contaré esa historia esta tarde, luego de que firme los papeles de la casa. ¿Te parece?
—Está bien —respondió ella con una sonrisa.
—¿Quieres darte un baño? Luego lo haré yo, así nos vamos a firmar los papeles... Quiero acabar con esto lo antes posible para que poder llevarte a recorrer todo.
Camelia asintió y con una sonrisa buscó la ropa que se pondría. Mientras tanto, Ferrán se acercó a la ventana, observó las calles de su tierra, su gente, el invierno y las flores, y sintió algo que no había experimentado antes. Sintió que Abril era libre, que era feliz, que al fin él la había dejado ir. La vio allí entre esas flores que tanto amó en vida y en esa ciudad que adoptó como suya, y supo que hacía mucho tiempo, Abril era feliz.
Sonrió, si había algo que le daba temor era regresar a Galicia y que toda la melancolía del pasado cayera sobre él, pero en ese mismo instante supo que no sería así.
Un par de horas después, él y Camelia bajaron para ir a su primer destino. Tomaron un taxi, Camelia se sentía como una niña, no podía creer lo que eran esos jardines, las plazas, las calles y las flores. Cada vez estaba más convencida de que el mundo estaba lleno de misterio, de magia y de amor.
Ferrán bajó del auto y la ayudó a descender. Allí estaban ellos, frente a una hermosa casa. Él parecía un poco acongojado.
—¿Te sientes bien? —quiso saber ella.
—Salimos de aquí hace años, en circunstancias adversas. Fue doloroso, es doloroso enfrentarse a las frustraciones, a los sueños que no se cumplieron. Nunca me había animado a volver —admitió—. Toda ella está aquí... fuimos muy felices... Perdón...
—¿Por qué me pides perdón? —preguntó Mel con dulzura.
—Por hablarte de esto...
—Oye, Ferrán. Me encanta saber que fuiste amado y feliz —dijo ella tomándolo de la mano—. Me encanta conocer tu historia —susurró antes de darle un beso.
Ferrán tomó su rostro en sus manos.
—Eres la mejor persona que conozco, ¿lo sabes? —susurró.
Mel sonrió y se volteó a ver la casa.
—Y dime, ¿por qué la vendes? —inquirió Mel—. Podrías dejársela a Paloma.
—No... Es hora de crear nuevos recuerdos, de contar nuevas historias —añadió él con cariño—. Esto no es más que algo material, ya no hay nada de nosotros aquí más que un recuerdo que de todas formas quedará en nuestros corazones.
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Cuéntame un secreto
General FictionHay momentos en la vida en los que tenemos que tomar decisiones importantes, esos momentos marcarán el futuro de nuestra existencia y delimitarán el camino que seguiremos. Son puntos de inflexión a partir de los cuales no hay vuelta atrás, a partir...