Capítulo 31

2.8K 629 168
                                    


Ferrán y Mariana, junto con la madre de Lauri, los dejaron solos en la habitación ya que Laura había pedido hablar solo con ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ferrán y Mariana, junto con la madre de Lauri, los dejaron solos en la habitación ya que Laura había pedido hablar solo con ellos. Ferrán caminaba de un lado al otro, nervioso y con ganas de poder conversar con Camelia de una vez por todas. Mariana se acercó a él y le puso un brazo en el hombro.

—¿No lo sabías? —preguntó él.

—Nadie lo sabía... yo lo sospechaba, aunque no con esos detalles —admitió.

—¡Era una niña! —exclamó Ferrán—. Solo un poco más grande que Paloma, no lo puedo comprender... no entiendo a la gente que... —calló frustrado.

—Lo sé, Ferrán, tuvo que haber sido muy difícil para ella.

—Intentó suicidarse tres veces, Mariana —susurró—. No puedo ni siquiera imaginar lo que yo haría si le sucediera algo así a mi hija... No puedo comprender cómo aguantó tanto dolor por tanto tiempo —añadió.

—Por amor —respondió Mariana—. Camelia vive en una cárcel interior de la que ella no se permite escapar, pero nadie puede aguantar ese peso, por lo que tiene una sola manera de salir de allí y es a través de los demás. ¿No has notado que cuando hace algo por alguien se entrega por completo y se comporta como una mujer distinta?

—Sí... Ahora siento más admiración por lo que hizo con Paloma... Y tienes razón, cuando me escucha o me da consejos, se convierte en una persona segura de sí misma y dice cosas increíbles... pero cuando hablamos de ella, se vuelve una niña asustada.

—La niña a la que encerraron en esa jaula esas personas horribles —dijo Mariana—. Y Mel solo logra salir de allí para entregarse a alguien más, la primera vez que lo hizo fue por Ian, luego apareció Paloma y la hizo despertar de un sueño profundo, hay una Mel antes y otra después de la fiesta de los colores —explicó—, ella la vio sedienta de amor y fue a intentar darle ese cariño. Tú también —continuó—, ella deseaba que tú te reconciliaras con tu hija y hasta fue capaz de ponerse un traje de baño por encima de sus traumas que, por cierto, ahora comprendo, para lograr que ustedes recuperaran su relación.

—Cierto... y ahora con Lauri... Yo intenté por todo este tiempo que confiara en mí y me contara ese secreto que sabía estaba enquistado en su alma, pero ella no lo podía sacar...

—Solo lo sacó cuando necesitó ayudar a alguien más —dijo Mariana—. Esa es la manera en que ama Mel, a través de su amor por los otros es como se sana a sí misma.

—Tienes razón —afirmó Ferrán—, pero tengo miedo de que ahora se vuelva a cerrar. Esto que hizo hoy es enorme, pero no sé si podrá manejarlo.

—Una vez que dejamos libre al fantasma que nos atormenta solo queda luchar contra él, ya no se lo puede volver a meter en la celda —dice Mariana con ternura—, pero tú deberás ayudarle ahora, Ferrán, porque no va a ser fácil para ella.

Cuéntame un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora