Capítulo 29

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Cada vez faltaba menos para el viaje, por lo que Mel estaba más nerviosa que de costumbre y sus películas mentales se hallaban en pleno auge, incluso aunque Ferrán intentara tranquilizarla y recordarle que la idea era pasarla bien y divertirse

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Cada vez faltaba menos para el viaje, por lo que Mel estaba más nerviosa que de costumbre y sus películas mentales se hallaban en pleno auge, incluso aunque Ferrán intentara tranquilizarla y recordarle que la idea era pasarla bien y divertirse. Probablemente por eso, esa tarde llamó a Mariana y le pidió que viniera a verla, faltaba solo una semana y el problema del sexo se había convertido en una obsesión. Se sentía obligada a hacerlo, no por Ferrán, que ya le había dejado más que claro que no era así, sino por ella misma, pues deseaba con locura poder deshacerse de sus fantasmas, pero a la vez no se sentía preparada, por lo que le pareció sería buena idea conversar con Mariana al respecto.

—¿Quieres hacerlo o no? —preguntó la mujer luego de escuchar los miedos que con mucha dificultad Mel le compartía.

—Sí... pero no... es decir, yo no puedo... pero quiero... Mi cuerpo no funciona, Mariana... se bloquea, en algún punto se bloquea —afirmó llevándose las manos a la cabeza en desesperación.

—¿Por qué? —preguntó la mujer.

Mel bajó la vista.

—Lo que sea que hayas vivido está en el pasado... Debes trabajar esa experiencia, Mel —dijo Mariana ante su silencio—, tienes que hablar con alguien de eso. Quizá deberías hablarlo con él.

—¡No! ¡Lo he intentado, pero no me sale! ¡Moriría de vergüenza! —exclamó—. Pero creo que sospecha algo...

—Es que él más que nadie debe de saberlo —añadió la mujer—, yo estoy segura de que te esperará el tiempo que sea necesario... sabrá entenderte y cuidarte... Ese no es el problema, tú mientras tanto tú podrías buscar una terapia...

—Es algo que no he hablado nunca, Mariana, nunca... —dijo la muchacha con énfasis—. He hecho terapia antes, pero no era yo la que hablaba, sino mis padres... Y nunca dio resultado... ¿Cómo podría contárselo a un desconocido?

—Un desconocido que ha estudiado años y que puede ayudarte —refutó ella—. Pienso que las cosas malas que nos suceden y que nos marcan, sobre todo si son de ese estilo, deben ser extirpadas... como un tumor, Mel... Imagina que es un cáncer, si lo dejas allí tomará todo tu cuerpo, terminará por matarte...

—Ya lo ha hecho, quizá ya sea demasiado tarde —murmuró ella con tristeza.

—No... No lo es... Dime la verdad, sé sincera conmigo... ¿Piensas en él? ¿Lo deseas? —preguntó Mariana.

—Sí... eso creo... pero tengo mucho miedo y ni siquiera sé de qué. Sé que él no me hará daño, me siento a gusto en sus brazos. Lo que pasa es que yo... no quiero que cuando esté sucediendo me lleguen imágenes mentales a la cabeza y no me las pueda sacar de encima... ¡Eso sería horrible! Además... mi cuerpo... ¿y si no responde como debería?

En ese momento el teléfono de Mariana sonó y al ver el número puso cara de sorpresa.

—Perdón... Déjame atender esta llamada —dijo y Mel asintió.

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