Capítulo 10

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Ferrán observó su celular y luego perdió la vista en las estrellas

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Ferrán observó su celular y luego perdió la vista en las estrellas. Había sido una semana difícil, no solo porque se sentía muy cansado, sino porque había tenido mucha carga emocional encima. Aunque en realidad eso ya venía desde mucho antes y lo único que hacía era empeorar y empeorar.

La tristeza y la melancolía se le habían adherido a la piel, o más bien al alma, y aunque hacer de mimo le regalaba momentos hermosos en los que podía alimentarse de la alegría de los demás, muchas veces no resultaba suficiente.

Alma le había dicho que el tiempo cura las heridas y ayuda al olvido, pero con él parecía no funcionar. Probablemente el tiempo también lo había olvidado. Y todo parece tener un plazo en el mundo, y cuando se pasa ese plazo, la gente comienza a considerar que no eres normal, que algo no está bien contigo.

Si tienes una enfermedad física, se espera que tengas unos síntomas y que los mismos duren un tiempo aproximado para cada persona, por ejemplo te deberías curar de una gripe en una semana o diez días. Si eso no se cura, es porque ya ha empeorado y seguro va a algo más grave, una neumonía, o bronquitis... ¿Funcionaba igual para las cosas del alma?

Si terminas una relación, la gente espera que estés deprimido, pero hay un punto en el que también esperan que ya lo hayas superado. Lo mismo con las pérdidas, los duelos, los rencores, y cualquier otra emoción que ataña al ser humano. Pero ¿qué sucede cuando te excedes en ese tiempo? ¿También terminas en una neumonía o bronquitis del alma? ¿En una depresión?

—¡Deberías ir a terapia! ¡Lo tuyo ya no es normal! ¡Estás destruyendo tu vida!

Esas eran frases que escuchaba a menudo de las personas que mejor lo conocían, aquellos a los que más amaba.

Y ni qué decir de ella... Les estaba fallando y lo sabía.

¡Eso también le dolía! ¡Mucho!

Si hay algo que te rompe por dentro es darte cuenta que algo está mal en tu vida, pero no lograr cambiarlo. Es como estar atrapado en un laberinto oscuro y no dar con la salida nunca. Al principio tienes esperanzas, pero con el tiempo simplemente no sabes hasta cuándo te quedarán fuerzas para seguir. Sientes que se te agotan las fuerzas y que ya has recorrido todos los caminos y sigues sin salir de allí. ¿Era eso tan difícil de explicar?

A la gente le gusta pensar que uno lo hace porque quiere. Todos juzgan muy rápido cuando le sucede a otro. Que si eres gordo, seguro es porque no te cuidas, que si estás deprimido es porque no valoras lo que tienes, que si no logras tener éxito en la vida es porque no haces nada y eres un vago. La vida no es matemáticas y no siempre el dos más dos es igual a cuatro en las ecuaciones del alma. ¿Por qué es tan difícil de entender?

—¡Lo que no comprendes es que cuando tu actuar afecta a terceras personas y esas personas son importantes para ti, tienes la obligación de revisar tu vida! Ferrán, yo te quiero, todos aquí te queremos, nos preocupamos por ti... pero ella es nuestra prioridad, y debería también ser la tuya, ¿comprendes eso?

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