32. ¿Qué pasó?

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¿Cómo iba a sacarla sin que nadie captará su delicioso aroma? Uno que era el más atractivo que había olfateado en sus casi dos siglos.

— ¿Monique? —

— ¿Sí? —

— ¿Estás mejor? — Preguntó preocupado por su humana, luego de proporcionarle los productos femeninos que ella necesitaba.

— Por supuesto que estoy mejor. — Ella se lavó las manos y salió del lavado.

— Vamos a ponerte esto. — Ella observó con asombro como Iván le ponía los abrigos que había mandado a pedir.

— Pero no tengo frío. — Ella negó, pero su jefe, negó ante su reticencia. Y los envolvió alrededor de su cuerpo con todos los cierres y botones.

— De verdad no quiero tener que matar a nadie si acaso tu aroma los hace descontrolarse. — Pedía él.

Y la imagen de un Kozlov derramando sangre otra vez le aterraba, por lo que Monique hizo caso poniéndose todos los abrigos que él pedía.

— Espera... Todavía hay trabajo que hacer... — Ella volteó a ver sus carpetas junto a la agenda personalizada que tenía Kozlov, con muchas cosas aún por hacer.

— Pues tus vacaciones y las mías se adelantaron un poco. —

Él se negaba a dejarla trabajar de esa manera, porque atraería a muchos bebedores de sangre, por la naturaleza exquisita de su aroma. Él podía controlarse ante tan maravilloso manjar, después de todo era suya, y había aprendido a ser muy paciente, pero el resto no sería así.

— ¿Qué? ¿Piensas tomar vacaciones cuando tus nuevos empleados llevan un par de días? — Monique negó, no importaba que tan buenos eran ellos, simplemente no le agrada la idea.

— ¿Qué tal si mejor hablamos de esto en otro momento? — Él la apuró. Había pedido que todas las personas trabajando fueran alejadas de los ascensores, y tendría que salir por el estacionamiento subterráneo en donde ya Roman los esperaba en su auto. Si todo salía bien, no habría ninguna pérdida de personal ese día.

— ¿Y los... ? — Ella iba a preguntar por sus nuevos empleados.

— Pedí que salieran hace un momento. —

— Ya veo. — A Monique le pareció obsesivo, y demasiado protector en ese momento.

Quizás su amable Inmortal sólo exageraba. Es decir, ellos trabajaban con mortales y humanos también ¿Verdad? Y suponía que otras humanas también enfrentaban sus periodos en la compañía como cualquier otro día. Ella no era diferente.

— ¿No hay más humanas Iván? — Monique dijo. — ¿Se les da días libres también? —

— Si ellas lo desean tienen su derecho, y si quieren venir a trabajar aún así no hay ningún impedimento. —

— ¿En serio? — Ella se removió entre la cantidad de abrigos que Kozlov le había hecho vestir. — ¿Entonces porque nos vamos...? —

— No Monique, tu no puedes venir a trabajar así y eso no estará a discusión. — Él se negaba a vivir si su alma gemela, su alma de sangre.

No sólo su humana podría lastimarse, sino que también se expondría a ella misma al peligro. Su sangre logró hacer que Moore y Taylor perdieran el control que habían reunido en esas décadas trabajando con él, y un segundo tan cerca de la sangre de su humana y ellas estaban cediendo ante la tentación de hundir sus dientes en su precioso cuello.

— Iván, yo podría... — Él parecía estar sufriendo por dentro.

— Hazlo desde casa, si tanto deseas trabajar. Hazlo desde casa, te proporcionaré el equipo adecuado y lo que desees. Pero no voy a exponerte así. — Ella suspiró y terminó cediendo. Tal vez él sabía algo que ella no.

Más Dulce que la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora