20. Me mantienes con vida.

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— Te ves exquisita. — Monique apretó los labios conteniendo una sonrisa.

— Es cierto señor. La señorita tiene una hermosa figura. — Ella estaba harta.

— Dijeron eso de los últimos cinco vestidos. — No entendía porqué hacían eso. — Podemos escoger cualquiera. — Kozlov se lo pensó un momento.

— Escoge el que más te guste. Te ves perfecta en cualquier cosa que te pongas. — Eso incluía una bata que aún rondaba en la mente de su jefe, ¿Por qué no solo la tomó en ese momento? Después de todo ella ya era suya, en cada sentido.

— Escogeré el más modesto. — Confesó, y los empleados estaban asombrados. Ella parecía muy refinada, pero en realidad era muy sencilla y educada.

— A mi me gusta el tercero. — Confesó Kozlov, le había encantado como resaltaba la cintura de su bocadillo humano.

— Hay una variación de ese vestido que tiene tiras doradas señor, sólo que tiene un escote en la espalda. —

— Pruébatelo Monique. — Ella vio mal a su jefe. Quién en realidad sólo quería ver cómo le quedaba el dichoso vestido, él no quería nada revelador para su acompañante. Su sola belleza y sencillez humana ya llamaba la atención.

— Es el último. — Ella regresó a los probadores.

El vestido era demasiado para ella, era de un rojo rubí muy hermoso con tiras doradas, y un poco de encaje en las áreas adecuada, no le gustaba el escote al frente.

Pero Dios su espalda se veía demasiado bien con escote. Cuando salió del vestidor ella fue al espejo, esperando alguna reacción de su jefe, pero él no estaba ahí.

— Salió a contestar una llamada. — Ella se vio en el espejo central. Se veía demasiado bien para ser ella misma, incluso se asombró al verse a sí misma.

Era en esos momentos donde podía notar que ella no era poco atractiva, de hecho ¿Donde había estado escondida esa belleza que ella no había visto bien? Claro, escondida tras las deudas y la pobreza a la que se había sumido a sí misma y su familia.

— Creo que quiero este. — Dijo viéndose al espejo con una sonrisa.

Tendría que olvidarse de llevar ropa interior, pero ese dorado ajustándose en sus muslos y cayendo con el rojo a sus pies era una bomba, demasiado sexy para su gusto, pero quería usarlo.

Era de alta costura, elegante y sexy al mismo tiempo, cómodo con esa tela tan suave y fina que se envolvía en su piel. Haciéndola sentirse tan bien y confiada consigo misma.

— Este quiero. — Decidió.

— Lo envolveremos para usted, señorita. —

— Por favor, que no sea difícil sacarlo, voy a utilizarlo dentro de poco. — Comentó ella.

— ¿Quiere algún tipo de joya o...? —

— No, el vestido ya tiene la atención por sí sólo. — Sonrió Monique a los empleados.

Regresó al vestidor, y consideró que no necesitaba la aprobación de nadie para usarlo, y aunque le hubiera gustado saber lo que pensaba su jefe sobre el vestido, ya lo sabría más tarde.

Volvió a ponerse su falda lápiz, con su camisa suave blanca, tenía que regresar y supervisar que todo lo que tenía que ver con el evento marchará como ella había planeado.

— ¿Ya te lo probaste? — Kozlov venía entrando otra vez a la Boutique con el celular en sus manos, y maldiciendo un poco, le hubiera agradado verla.

— Si, y ya escogí el vestido. — Su jefe asintió, y supuso que ella había escogido el primer vestido, y el más sencillo.

Aunque a él le había gustado hubiera preferido que comprará aquel vestido caro que le quedaba como un guante, no le importaba gastar los miles necesarios para un vestido que a su preciosa humana le gustará, el dinero era sólo papel para él después de todo.

— ¿Te sentirás cómoda con él? — Preguntó fijando los ojos azules en la bolsa que le entregaron a ella, cuando pagó con la tarjeta negra que él le había obsequiado para que usará.

— Claro que si... Ah y compré un par de zapatos. — Le informó.

— Puedes comprarte el edificio si quieres. — Y Monique rió por primera vez en la mañana.

— Buena broma Ivan, pero aún tenemos cosas que terminar. — Él rió, porque no bromeaba. Le tendió su brazo caballerosamente para que ella lo tomará lo cual hizo con una pequeña sonrisa luego de rodar los ojos.

— No te estreses demasiado, si algo sale mal. No habrá sido tu culpa, has hecho lo mejor que pudiste ofrecer. — A ella le pareció hasta tierna la forma en que con su acento ruso intentaba animarla.

— Después de todo al final nada podríamos hacer para cambiar algunas cosas. — Aquello lo decía como si él supiera perfectamente cómo se sentía fallar, aunque dudaba que realmente supiera el sentimiento, él parecía tener la vida perfecta, la vida que los humanos envidiaban.

— Gracias. Supongo que lo necesitaba. — Admitió ella, el enorme brazo de su jefe que sostenía era reconfortante, quizá como nunca antes.

— A veces simplemente intentó compensar con el trabajo duro el hecho de que soy una simple humana trabajando con inmortales. — Él rió, realmente le agradaba que su humana reconociera su debilidad, no había nada malo en eso.

— A veces tú haces más por mi, que todos los demás departamentos juntos en la compañía. —

— ¿En serio? — Ella preguntó con curiosidad.

— Aunque no lo creas. Me mantienes cuerdo. — Mostró sus hoyuelos, y su blanca dentadura envidiable, que a Monique le parecía encantadora.

— Cuerdo es bueno. — Ambos rieron. — Tú me mantienes con vida. — Admitió finalmente, a Kozlov le fascinó escuchar eso.

— Eso es lo más extrañamente dulce que me han dicho. — Ella rió.

— Es raro escucharte decir dulce. — Sus labios parecían más sexys de lo que ya era cuando decía esa palabra.

— Dulce. Debería probarte más entonces. — En vez de ponerla rígida. El comentario de su jefe la sonrojo. Se sentía completamente avergonzada, sus mejillas se enrojecieron. Y a Kozlov le fascino oler su deliciosa excitación. 

Más Dulce que la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora