Iván corroboró lo que había escuchado, observó el hielo en donde antes estaba, y tal y como lo había pensado el cuerpo de la chica ya no estaba ahí, ni siquiera el enorme trozo de hielo.
Suspiró molesto y con cansancio, tuvo que deshacerse de su ropa lo más rápido que pudo, de sus zapatos y su caro abrigo de piel que guardaba sus cosas.
Se lanzó de pie al lago sabiendo que el frío no lo afectaría, al saltar logró tener la suficiente puntería como para alcanzar el agua donde el cuerpo de la chica había estado antes.
El agua fría casi podía haberla matado al instante, y él esperaba que no porque no bajaría y se mojaría por nada.
La quería con vida, la quería para él.
El agua fría hizo que su piel se erice al instante, sus sentidos se agudizan al igual que sus ojos cambian de un azul muy oscuro a un negro que te pondría a rezar.
Logró ser capaz de distinguir, en la oscuridad del río y el agua fría que ahora lo bañaba por completo, los cabellos chocolatosos de la chica, podía ver la desesperación en su rostro desencajado, pero también el frío de una decisión tomada.
Nado con rápidez hasta ella, en donde la sostuvo del brazo, trató de sacarla del agua antes que cualquier otra cosa, pero parecía inconsciente en ese punto.
Pasó su cuerpo pequeño a comparación del suyo sobre su hombro cargándola, con su mano izquierda libre tocó la superficie relativamente gruesa del hielo para saltar del agua a la superficie helada, y con aún más rapidez sobrehumana corrió a la orilla.
Sostuvo el pequeño cuerpo contra el suyo un sólo momento, cargándola en sus brazos para darle de su calor corporal.
— Eres más problema del que pensé. — Habló molestó, sintiendo el agua colarse entre su ropa cara.
Volteó a ver el pálido rostro de la chica que sin sentido alguno ni siquiera se movía con sus labios tan grises que le advertían que si no estaba muerta pronto lo estaría.
El enorme hombre de traje se abalanzó sobre el cuerpo de la pequeña secretaria moribunda, con lo poco que sabía de primeros auxilios, unió sus labios con los de ella en un intento de reanimarla, intentando que se apurara a respirar otra vez, su sangre parecía valiosa como para ser desperdiciada en una muerte a tan corta edad, según parecía.
Si ella no tenía un motivo para seguir viviendo, él se lo daría. Su sangre podría alimentarlo bien.
Cuando finalmente le hizo sacar toda el agua de sus pulmones, aparte de eso un par de pastillas escaparon de su estómago siendo regurgitadas. Y más que molesto el hombre volteó a ver al rostro tan hermoso, pero calculador de la mujer que estaba por morir si no hacía algo por ella.
Parecía que aunque intentará salvarla iba a morir, estaba resignada a morir, pero en cambio a él tampoco le gustaba perder y no iba a perder en ese momento.
La tomó en brazos, y a velocidad sobre humana pasó por el puente para tomar sus cosas, sabía perfectamente a dónde la llevaría.
█──────♡──────█
— Gracias. —
— De Nada Señor Kozlov, ¿Le traigo más ropa? —
— No, muchas gracias. — Negó amablemente mientras fingía tener frío envuelto en una manta que la enfermera le había conseguido.
— Si quiere algo, cualquier cosa sólo... —
— Kozlov. — El Dr. llamó a Iván un momento.
— ¿Si? —
— Con su permiso. — Avergonzada la enfermera se retiró, pero emocionada aún por haberle prestado una manta al Señor Kozlov. Él era famoso en toda la gran ciudad y pocos tenían la oportunidad para conocerlo.
— Creo que va a recuperar la conciencia. — Le decía el Dr. Serkin a Kozlov.
— ¿Sacaste lo que tenía en el estómago? — El Doctor asintió.
— Le hicimos un lavado gastrointestinal a tiempo, y también la estamos desintoxicando, aunque seguramente dormirá hasta mañana. — Iván asintió un poco molesto, pero al menos tenía la certeza que los planes de la chica habían fallado, y él había ganado.
— ¿Qué hay de su cuerpo? ¿Cómo está? — El Dr. Serkin asintió.
— Tiene el pie izquierdo y el brazo derecho roto, la muñeca izquierda dislocada, tiene dos costillas rotas del lado izquierdo y tres del lado derecho. —
— Genial. — Murmuró Iván. — ¿Podrán tratarla? —
— Le costará un ojo de la cara, pero... — Kozlov sabía con sólo ver su ropa que no tenía el dinero suficiente.
— Yo voy a pagarlo. — E incluso el Dr. Serkin se admiró de aquello, no es que Kozlov fuera un tacaño sino por lo que había oído la chica era una completa desconocida suicida.
Kozlov camino con la manta su alrededor, que cubría su traje húmedo, la gente por los pasillos lo miraban extrañados y admirando ese caro traje plateado que seguro estaba hecho a mano completamente húmedo.
La tarjeta en su billetera mojada era dorada, se la extendió a una asistente clínica en la recepción pagando por todos los gastos de la chica, que según había averiguado se llamaba Monique Heinz.
ESTÁS LEYENDO
Más Dulce que la Muerte.
VampiroMonique está pérdida, no encuentra salida alguna más que un horrible intento de suicidio, decide acabar con su vida para no tener que seguir soportando sus problemas como siempre. Un intento de familia que escapó dejándola con tantas deudas que su s...