Dolor.
Un maldito dolor agudo que le recorría todo el cuerpo, eso sucedía con ella ahora, iba a tener un ataque nervioso en ese mismo instante al observar las luces sobre su cuerpo y más aparatos conectados a su piel.
Volteó a ver el lugar y de sólo mover el cuello, dolía, dolía como el maldito infierno en un escalofrío descendiendo por su espina dorsal sabiendo que se había cortado, lastimado o incluso tenía algo roto.
Era un hospital tal y como su lógica lo decía, extrañamente estaba en una habitación grande, enorme como para ser de un sólo paciente, habían unas grandes ventanas que tenían una gran vista.
— Al fin despertaste. — Una voz conocida y relativamente grave resonó, con lentitud siguió el sonido girando suavemente su cuello, enfocando sus ojos en la persona frente a ella.
Monique reconocería esos ojos azules de antes, así como los últimos que había visto antes de caer al agua.
— Tienes varios huesos rotos, y eso que los analgésicos aún están en tu sistema. — Ella emitió un molesto quejido de dolor, al imaginarse lo que sería cuando el analgésico saliera de su sistema, entonces si estaría muerta en vida.
— ¿Q—Qué? —
— Me debes... — Fue lo primero que él dijo, molesto por no haber llegado a tiempo el día anterior para cerrar un contrato en el auditorium de su empresa, primera vez en su vida que no sólo llegaba tarde sino que no pudo llegar. Y aunque cambió a último momento las fechas de firma, todos los abogados y sus socios estaban molestos.
— Agregalo a la maldita... — Respiró pesadamente la chica. — cuenta. — No podía deber más de lo que ya debía y por eso había decidido morir, y él no observó nada de ganas de vivir en esos enormes y lindos ojos.
— ¿Tienes familia? ¿Pareja? ¿Amigos? No logré contactar a nadie... — Él se había tomado esa molestia.
— No. — Apenas susurró, su lengua se sentía pesada para hablar, pero lo único quería era ahogarse en sus propias lágrimas.
— Para que quede claro. Me debes mucho dinero. — Ella sólo suspiró, todo era sobre el dinero ¿Verdad? Podías vivir feliz si tenías dinero, y en traducción ella no tenía nada. — Te salvé la vida. —
— No voy a pagarte. — Si pudiera reír lo haría en ese momento. — Quítame lo que tengo y sabrás que no podría pagarte ni aunque muera. — Kozlov esperaba una respuesta como esa, sobre todo de una mujer que habría muerto de no ser porque alguien como él le había salvado la vida. Y aunque cualquier otro hubiera intentado salvarla, no habría logrado nada.
— Vas a pagarme como sea. — Un fuerte dolor se instaló en sus costillas por querer reír.
— No tengo nada... —
— Tal vez no, pero si algo que yo quiero. — Ella sólo suspiró realmente cansada.
— ¿Qué es?
— Aquí tengo un contrato. Y vas a firmarlo. — Ella le prestó atención.
— Vas a prestar tus servicios a mi empresa. — Y ella realmente ni siquiera entendía de qué hablaba, ella ni siquiera se había graduado de la Universidad y a ese punto estaba dispuesta a aceptar la vida mediocre que llevaba, pues ya no la quería.
— ¿Q—Qué? — Él prácticamente la hizo firmar con su pulgar y una almohadilla llena de tinta.
— Listo... — Él seriamente guardó el contrato que tenía en sus manos en un portafolio que llevaba consigo.
— Roman. — Llamó el nombre de un hombre extremadamente alto al igual que Kozlov, pero este llevaba un traje negro y a juzgar por el auricular en su oreja, sí, era su guardaespalda.
— Guarda esto en la caja fuerte cuando lleguemos a la empresa. — El hombre tomó el portafolio haciendo nota mental.
— ¿Y tú cuando piensas levantarte para trabajar? — Monique en su lugar lo miró con total desprecio.
— Cierto, sal un momento Roman. — Le pidió a lo que el enorme hombre hizo caso a su orden. Recordó el cuerpo casi hecho trizas de la chica.
— No voy a negar que me parece agradable el sufrimiento en las personas, pero trabajas para mí ahora. — Él fue hasta un cajón en el consultorio, sabía dónde exactamente las enfermeras habían dejado el carrito con la herramientas necesarias. — Así que no olvides eso. —
Como si no fuera nada pinchó su muñeca derecha de manera horizontal, su sangre resbaló, derramándose directamente en los labios de Monique, por reflejo ella quiso cerrar sus labios más.
— Traga. — Kozlov le sujetó la quijada, haciéndole abrir la boca, y durante 4 segundos que fue lo que tardó en cerrar su herida, aquel líquido metálico se deslizó en su garganta.
— ¿Qué fue...? — Ella habló tratando de asimilar lo que acababa de suceder mientras terminaba de saborear aquel líquido salado en su boca.
— ¿No creerás que un humano normal te habría salvado, verdad? — Ella suspiró y se agitó con molestia al sentir el líquido no sólo quemar su garganta, sino que como si fuera veneno impactó de manera radical en su organismo.
Pronto sintió el ardor extenderse por todo su cuerpo, dolió aún más cuando llegó a sus brazos, y casi escuchó quebrarse algo, e incluso sentir cada hueso de su espina dorsal regresar a su lugar. Escapó un grito de su boca cuando aquel ardor se extendió en sus costillas quemando, pero restaurando a cómo debía ser.
— ¿Ahora si puedes venir? — Observó mal al tipo mientras sentía el hueso de su pie regresar a su lugar.
— ¡¿Qué es esto?! — Gritó asustada.
— No necesitas hacer preguntas porque no tendrás respuestas, te daré la copia del contrato más tarde. Ahí están descritas todas tus obligaciones deberes y prohibiciones. — Ella sintió un fuerte escalofrío por todo el cuerpo cuando aquello terminó.
— Ahora muévete. — Monique desconecto los cables que antes estaban sobre ella, la férula en su brazo y pie también, como si él había dado una orden, y ella tuviera que seguirla.
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Más Dulce que la Muerte.
VampirMonique está pérdida, no encuentra salida alguna más que un horrible intento de suicidio, decide acabar con su vida para no tener que seguir soportando sus problemas como siempre. Un intento de familia que escapó dejándola con tantas deudas que su s...