Más Dulce que la Muerte.

41. Dulce.

— Nada realmente desagradable, la señorita quería venir conmigo. — Hollman le sonrió, besando nuevamente el exquisito cuello de una Monique totalmente confusa, y estaba a punto de besarla nuevamente, pero Kozlov lo sujetó del cuello. Hollman lo golpeó primero, un golpe que Iván pudo esquivar, y tan pronto como Iván le iba a poner una mano encima, porque rompería su cuello.

— Alto... — Roman se hizo a un lado cuando Corban les paró en seco, no iba a dejar que los dos mejores de su especie tuvieran una especie de revuelta. No estaba permitido, no podían matarse unos a otros. Se condenarían.

— Saben las reglas. — Les interrumpió. Pero a Kozlov parecía no importarle.

— La ha tocado Corban, sabes que estoy en mi derecho al matarlo. —

— Hollman. — Corban suspiró, porque Kozlov tenía razón, sólo podía evitar que lo enviará al otro mundo en la fiesta. — Vas a tener que pagar por eso. —

— Y pronto. —

Eso no iba a quedarse así, Iván podría guardar siempre la compostura, y ser tan sofisticado como educado que te hacía saber su alto rango con su mirada, pero también era sumamente desagradable cuando de cobrar ofensas se trataba, e iba a cobrar esa muy cara, porque Monique era invaluable para él ahora. E iba a dejarlo en claro.

Al escuchar la voz del verdadero Kozlov, Monique pudo volver a la realidad.

Una realidad en la que el hombre que la había besado y mordido era Hollman. Ella forcejeó en sus brazos, pero no pudo escapar, y al voltear a ver a su pareja supo que algo no iba a salir bien de ahí.

Porque podías verlo en esa mirada de Kozlov, contraria a su siempre característico semblante vació, un poco apático, pero amable, ahora el rostro de Kozlov irradiaba rabia, y asco puro.

— Suéltala Hollman, no es necesario que te escondas tras ella. Vas a morir de todas maneras. —

— No creo que eso sea algo que lo decidas tú. — Hollman lamió el cuello de Monique frente a un enfurecido Kozlov, sabía que habían leyes que le protegían de él en esa noche de fiesta, porque todos los inmortales en la fiesta lo respaldarían.

Kozlov estaba a punto de arrancar su cabeza. Si antes había destrozado un par de sus órganos por si quiera sugerir salir con ella, lo que le esperaba iba a ser peor.

— Ah ah ah... — Corban se interpuso entre ambos cuando Kozlov dio un paso hacía él. — No hay peleas o luchas en esta reunión. —

El más poderoso de los tres había sido testigo del embrollo en el que los había metido Hollman, porque los tres inmortales más poderosos pasarían a ser sólo dos a ese ritmo.

— Tengo derecho a matarlo, está tomando de Monique. — Kozlov sabía que no podía ser impulsivo no cuando la vida de su preciosa humana peligraba en manos de aquel sangre fría.

Corban negó ante la mirada de un Hollman eufórico, porque a él le hubiera agradado succionar cada gota de la hermosa humana a los pies de Kozlov.

— Regrésala Hollman, y no quieras pasarte de listo sin atenerte a las consecuencias. — Hollman lo hizo porque Kozlov lo había pedido. Pero alejarse de la hermosa humana, no le agradó ni un poco, no era bueno compartiendo juguetes, y no compartiría a Monique en el futuro.

Porque si, Hollman se había prendado de ella, le había gustado el sabor de su sangre y el olor de su piel tan intacta y pulcra, quería llenarla de moretones y ver su rostro agonizante mientras era torturada.

— Pensé que los juguetes humanos eran para la diversión de todos. — Le sonrió a Kozlov quién sostuvo a una Monique que apenas podía mantenerse en pie, el muy maldito le había extraído demasiada sangre.