5. Humana.

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Ella observaba totalmente perdida todo a su alrededor, al igual que las personas la miraban extrañados, tenía los labios rojos y seguía al tal Kozlov como si fuera un dictador.

— Llena la forma de Alta, Serkin. — Le decía Kozlov al doctor que antes había atendido a Monique. — Ya pagué por sus servicios. —

Al llegar a la planta baja del hospital, para Monique fue extraño al encontrarse con un auto esperando. Y chofer abriendo la puerta para el tipo que por lo que según había firmado era su nuevo jefe.

Kozlov se adentró al auto, y el chofer cerró con rápidez, y luego abriendo la puerta del copiloto.

— Adelante. — Le pidió el tal Kozlov. Y ella asintió entrando al auto sólo con las sandalias que le había dado el hospital, y la bata incómoda que mostraba por completo su espalda, y le daba ese frío que colaba por su piel, por el invierno.

El chofer fue también al piloto y cerró la puerta para conducir, pero en el camino Monique distinguió un auto tras ellos que estaba segura que ahí venía su guardaespaldas.

— ¿Qué voy a...? — La pregunta salió por sí sola, pues Monique no entendía nada, no entendía sus razones, ni qué era lo que tenía ella que otras mujeres graduadas no podrían ofrecer.

— Mi nueva asistente. — Ella frunció el ceño, sabía ser secretaría no una asistente. ¿Qué debía hacer? ¿Acompañarlo a todas partes? El chófer se vio claramente sorprendido en su lugar, pero ni siquiera mostró su sorpresa.

— Leonard acompaña a la señorita a una tienda y comprale lo necesario, la quiero en mi oficina antes del mediodía. — Pidió entregando la tarjeta negra a su chofer, y este asintió de acuerdo.

— Ah y otra cosa, no te tardes mucho. Odio esperar señorita Heinz. — Ella asintió aturdida. ¿De qué se trataba?

El chofer paró frente a uno de esos enormes edificios en la parte lujosa de la ciudad, Kozlov bajó del auto siendo recibido por la seguridad de la empresa. No cabía duda de que él era uno de esas personas que exhudaba poder y dinero en la piel.

— La llevaré al alguna tienda lujosa y le aconsejó que vista algo elegante y formal. — Habló el chofer de inmediato dirigiéndose a la señorita a su lado.

— Quizá sea rara la pregunta, pero... ¿Él es algún tipo de brujo sanador o...? — Si el chofer tuviera sentido del humor hubiera reído. — Es que con sinceridad... No sé quién es él. — Expresó Monique al chofer y éste asintió comprendiendo.

— No me está permitido hablar directamente del señor por mi contrato, pero por lo que sé él es su nuevo Jefe. — Ella volvió a asentir, a juzgar por la seguridad que lo rodeaba, aunque ella intentará escapar no podría hacerlo fácilmente, y eso la inquietaba.

La inquietaba aún más que hace unas horas hubiera estado casi muriendo y ahora estaba parada sin una herida como si nada le hubiera ocurrido a su cuerpo.

— ¿Algún consejo? — Preguntó Monique, si iba a trabajar para él tenía que saber cómo tratar con él.

— No haga preguntas, nunca va a obtener respuestas. No ponga excusas o podría despedirla. Nunca llegue tarde, él odia esperar. Odia el contacto físico. También odia los días de sol. Dicen que es alérgico al sol o algo así. —

— Si él ha pedido algo para mañana, va a querer que lo lleven esa misma noche. Él nunca le dirá nada, pero esperará mucho de usted. Eso es todo lo que sé... Lo demás podría averiguarlo con sus secretarias. — Ella asintió tomando nota mental.

Estacionando el auto Leonard por primera vez se fijó en el olor, su ceño se frunció y se acercó levemente a olfatear cuando ella salía del auto. ¿Una humana? Sonrió por sentirse tonto. Una humana no duraría mucho trabajando para él, le daba una semana cuando mucho de vida.

Al comprar ropa para ella siguió los consejos del chofer del Señor Kozlov. Y se apuró a vestirse lo más formal y elegante que pudo escoger, suponía que tendría un sueldo y lo descontaría de ahí.

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En su empresa Kozlov se encontraba esperando por su nueva asistente. Sus secretarias acababan de escuchar de ella y ya le estaban preparando una copia de su agenda, cosas que debía saber del señor y lo más importante sus obligaciones y deberes a partir de ese día. Además de tener lista la copia del contrato que ella acababa de firmar.

En su caso Kozlov estaba inquieto, esperando pacientemente desde su oficina, observando hacia abajo como los mortales que trabajaban en su empresa salían y entraban al mismo tiempo por su almuerzo.

Observó a la humana que había salvado el día anterior. Y justo como había supuesto había comprado algo bueno para el trabajo, además de un abrigo, su rostro serio y mirada sería lo decían todo, él odiaba trabajar con simples humanos, apenas soportaba a algunos híbridos porque al menos su olor no era tan molesto.

Pero ahí estaba esa humana caminando lentamente a su edificio, podía ser que fue un arrebato, pero específicamente él había salvado su vida. En teoría le pertenecía aunque la humana ni siquiera tuviera amor propio por su vida.

Ella entró al penúltimo piso donde había un pequeño recibidor con dos asientos, los pasos bajo sus pies resonaban por los tacones que recién había adquirido, y luego dos mujeres que estaban en la recepción aparecieron tras el mostrador.

— ¿Tiene una cita o...? —

— ¿Usted es Monique Heinz? — Le preguntó la segunda secretaria sospechando, y ella asintió clavando su mirada en ambas, parecían ambas divertidas y retadoras.

— Así es, mis documentos no están conmigo en este momento... — El chofer en cambió se sentó con una sonrisa en la sala de espera.

— Así es, el Señor Kozlov la espera dentro con sus documentos, y creo que va a necesitar esto. — Le ofreció una de las chicas el paquete de cosas que iba a necesitar.

Monique tomó las cosas y caminó a la oficina que le habían indicado. Las secretarías se vieron entre sí, y rieron al igual que el chofer.

— Creo que vivirá una semana. —

— Yo le doy dos. — Decían susurrando, habían sentido su apestoso aroma común y corriente, a simple humano asqueroso.

Más Dulce que la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora