La mañana nunca se había sentido tan fresca y tranquila como esa. Monique se encontraba disfrutando de los últimos minutos de su mañana antes de ir a tomar su ducha. Las ventanas eran enormes, y la calefacción funcionaba tan bien que si no fuera porque era tan puntual dormiría toda la mañana en esa enorme y cómoda cama si pudiera.
Estaba en el cielo, o quizás camino a él, debido a la información que había obtenido de Kozlov la noche anterior, eso y la imagen de él bebiendo su sangre como si fuera lo más delicioso del mundo.
Frenesí, esa mirada sobre su cuerpo, y la satisfacción violenta y desproporcionada en sus ojos azules debieron espantarla, en cambio su miedo la tenía congelada, esa sensación era extraña, ¿Ella? ¿Tener miedo?
Dejabas de tener miedo cuando tomabas la decisión de quitarte la vida, y ella tomó esa decisión, ese sentimiento no la asustaba más ¿Verdad?... Pero en cambió su cuerpo temblaba tan solo recordar la mirada de Kozlov sobre su cuerpo, estaba paralizada de miedo.
Si huía ¿Qué iba a hacer? ¿Decirles a todos que los vampiros existen? Nadie le creería y seguramente estaría muerta en cuestión de horas si no es que en minutos. ¿Él iba a matarla cuando ya no le fuera útil, verdad?
Ajena a cualquier otra cosa en la enorme mansión, como los cuchicheos acerca de la verdadera razón por la que el Señor Kozlov había llevado a una simple humana a su hogar.
Tocó la bata suave con la que había dormido puesta, era de un material tan delicado que por un momento se sintió incluso especial, especial aunque fuera hasta que el Señor Kozlov se cansará y la matará, sonrió mordiendo su labio inferior, todo era demasiado bueno, pero recuerdos de la última vez que se sintió así fueron a su mente.
Los desayunos con su familia siempre fueron así, sus tíos y sus abuelos con los que vivía, todos en una misma casa junto a sus primos, todos la hacían sentir en su hogar. Todo lo que había hecho cuando se graduó de la secundaria fue trabajar, trabajar hasta que se dió cuenta que necesitaba pagar las escuelas de sus primos menores pues sus tíos habían sido despedidos de sus trabajos.
Ella era la única que podía llevar comida a la mesa, luego de obtener un pequeño diplomado como Secretaria había saltado de clínica en clínica, empresa en empresa, y las deudas de sus tíos aumentaban. Nunca lo entendió ¿Porque masticaban más de lo que podían tragar?
Salió de su ensoñación caminando con rápidez al baño, uno que había descubierto que era más grande que su propia habitación en su pequeño apartamento. .
Busco la ropa adecuada para el trabajo, esta vez iba más natural, ya no necesitaba el maquillaje para cubrir los moretones, su ojo hinchado se había ido, y se miraba con unas mejillas sonrojadas. Le agradaba de forma extraña, sus ojos fueron a su clavícula, y su cuello simultáneamente.
¿Su jefe iba a morderla? ¿Cómo en las películas? ¿Qué edad tendría? Su imponente presencia parecía ser la de hombre de unos 27 o 30 años. Y sus atractivos ojos denotaban un orgullo y madurez todavía mayor, así que tenía miedo a preguntar. Decidió dejar de divagar y apurarse a bajar.
— Buenos días. — Caminó con sus cosas y su carpeta en su mano con suavidad por el comedor.
— Buenos días Monique. — Ivan le sonrió suavemente mientras bebía una taza de café expreso a buena mañana. — ¿Alergia a los mariscos nada más, verdad? — Le preguntó con suavidad, haciéndola sentirse confundida.
— Ah sí. ¿Cómo... lo sabes? —
— Sé todo lo que debería saber sobre ti. — Dijo sin más con una seña pidiéndole a su chef que le sirviera un desayuno completo a la humana. — Gracias. — Le decía a más personas que le llevaron el desayuno a su humana.
— Gracias. — Repitió ella comiendo en silencio. — Sólo me hace falta leer la última página del contrato. — Admitió todavía ajena a todas las cláusulas.
— Y una de las más importantes. — Asintió con suavidad él.
— Claro. — Asintió la pequeña humana en su lugar.
— Ah se me olvidó preguntarte ayer. —
— ¿Qué cosa? — Preguntó de pronto curiosa.
— ¿Por qué tienes tanto miedo de Leonard? — Ella no iba a poder mentirle, después de todo era un "Inmortal".
— Me mira como si fuera un trozo de carne que se va a comer. — Dijo con simpleza.
— ¿Eso es así? —
— Puedo soportarlo. — Dijo para hacer las cosas más sencillas, pero la realidad era que no, no le agradaba mucho Leonard, ni sus miradas coquetas o que la viera como si sólo fuera un adorno.
— Está bien entonces. —
Ambos comieron sus desayunos en silencio, sus servidores y las personas que estaban trabajando para él estaban asombrados con la insignificante humana, ella debía ser un bocadillo rápido, pero en cambio estaban ahí tratándola como un igual con su jefe.
— ¿Estás satisfecha? — Le preguntó a su asistente con curiosidad cuando ella tomaba un jugo de naranja con calma.
— Ah sí, claro. No recuerdo la última vez que comí tanto. — Ella asintió con una sonrisa.
— Esto está en tu contrato es lo menos que puedo darte. — El rostro de Monique se volvió pálido.
— ¿E—Está en el Contrato? — Preguntó con cautela.
— En la última página se especifican las normas que tú como mi asistente personal/leal, y mi donante de alimento personal deberás seguir y yo como tú proveedor deberé seguir también. — A Monique le dieron ganas de vomitar, y por su mirada molesta a su jefe por primera vez hubiera deseado vomitarle a la cara.
— ¿Donante de alimento personal? ¿D—De qué se trata esto? ¿Soy como un cerdo que va a ser llevado al matadero por tu apetito o van a comerme en trozos y...? — Se calló al ver esa extraña mirada llena de frenesí en él otra vez.
Porque Kozlov no iba a negarlo, de alguna manera la molestia y furia de su asistente le sentaba bien, como si de pronto una muñeca de trapo tomará vida, y eso de alguna manera le agradaba,
¿Porque la parecía de pronto hermosa con el ceño fruncido y con ese corazón latiendo al paso de un toro furioso?
Todos los empleados de Kozlov pensaron que esas serían las últimas palabras de la humana, nadie le hablaba así a él, nadie que fuera inteligente y supiera lo que le conviene.
— Deberías terminar de leer el contenido de la última página con las normas que el empleador y en este caso tú, mi empleada deben seguir. — Le sonrió levemente Kozlov, asombrando aún más a sus empleados.
¿No iba a golpearla? ¿No iba a gritarle? ¿No iba a acabar con su vida de un momento a otro? Parecía que no, entonces ¿Qué era ella? ¿Debían temerle ahora también?
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Más Dulce que la Muerte.
VampiriMonique está pérdida, no encuentra salida alguna más que un horrible intento de suicidio, decide acabar con su vida para no tener que seguir soportando sus problemas como siempre. Un intento de familia que escapó dejándola con tantas deudas que su s...