41- Epílogo

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Dos años después...

Las cosas han cambiado un poco, pero no demasiado. La pareja continúa amandose más que nunca.

El tiempo no pasó en vano. A sus veintiocho años, Joaquín tiene aún más reconocimiento profesionalmente que antes, sus diseños han llegado a todo el mundo; lo mismo pasó con Emilio sólo que con su música y a sus veintinueve.

El ser padres no ha sido nada fácil, necesitan una organización muy estricta, en especial cuando alguno está en algún proyecto o debe viajar.

Natalia se volvió aún más alegre de lo era, tal como lo sospechaban tenía un carácter muy similar al de Joaquín, a pesar de solo tener seis años, ya había mostrado tanto su ternura como su molestia. André sacó por completo el carácter de Emilio, era bastante relajado y tenía mucha paciencia, o al menos eso mostraba a sus tres años.

Claramente los hermanos peleaban, no era muy frecuente, pero cuando lo hacían vaya que era un gran problema; sus padres sabían que era normal ¿quien no discutió y se golpeó con su hermano o hermana? Incluso ellos lo hicieron cuando eran pequeños e incluso aún discuten.

No sólo la vida de la pareja progreso, también lo hizo la de sus seres queridos. Eli se caso con Román hace casi dos años. Fernanda terminó su carrera, se caso con Sebastián y están por adoptar a una pequeña. Renata y Diego, después de tener su primer hijo, decidieron darle la oportunidad a un pequeño sin hogar, adoptaron a otra niño.

Joaquín se sintió más que feliz, al enterarse de las adopciones de sus familiares; para él fue la mejor decisión de su vida, amaba a sus dos hijos por igual y nada cambiaría eso. En este tiempo se había convertido en un patrocinador de varios orfanatos, destinado la gran mayoría de las ganancias de la empresa a orfanatos, intentando darle una vida mejor a los niños, e incluso patrocinando sus estudios; su esposo lo apoyó dando varios conciertos, proporcionando todas las ganancias a su causa.

— Papá —gritó la niña, alargando la última letra, abrazando al rizado.

— Hola mi niña hermosa, ¿cómo te fue? —preguntó bajando a su hija de sus brazos, para dejarla subir al auto donde ya estaba André.

— Muy bien, ¿papá joa comerá con nosotros? —dijo curiosa.

— Nos quedamos de ver en un restaurante cerca de la empresa, ahí comeremos los cuatro y después regresará al trabajo —explicó, sus dos hijos asintieron conformes.

Paso tal como dijo Emilio, comieron todos en familia y platicaron un rato, hasta que el castaño tuvo que regresar a la oficina, haciendo que él tenga que hacer lo mismo con los niños, llevándolos a casa.

Tras terminar de hacer su tarea con ayuda de su papá, Natalia y André, decidieron salir a jugar al patio trasero; con supervisión de su padre.

Cada quien estaba perdido en lo que hacían que ni siquiera notaron que Joaquín ya había llegado e incluso los había llamado varias veces, para ver dónde estaban, hasta que escucho las risas que venían del patio; camino hacia allá, en cuanto cruzó la puerta.

— Papá —gritó André, corriendo hacia él.

Emilio se levantó rápidamente de donde estaba, corrió para ganarle a sus dos hijos, pero principalmente al menor; abrazo a Joaquín y así como lo hizo comenzó a correr aún con su esposo en brazos, intentando que no los alcanzaran.

— Mío, mío —gritaba el rizado aún huyendo de sus pequeños.

— No, mío —dijo André.

Así es, su costumbre de pelear por Joaquín no se habia perdido, al contrario, en cuanto el pequeño creció más aumento aún más.

— Emilio bajarme, que nos vamos a ca... —no terminó de decir cuando sintió como se iban apta atrás, lo extraño fue que al abrir los ojos noto que el callo encima de su esposo y no al revés, como debía ser.

Seré lo que necesites Donde viven las historias. Descúbrelo ahora