40- Final

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Tiempo después

Emilio entró a la casa, después de ir a la disquera, escucho ruidos a la cocina por lo que fue ahí, encontrándose con su esposo, concentrado en picar un poco de fruta; haciendo el menor ruido posible lo abrazo por la espalda causándole un brinquito por el susto; le dejó un beso en el cuello.

— Que sexy te ves cariño —murmuró el rizado dejando besos en el cuello, causando estremecimientos en Joaquín— ¿Y los niños?

— En el patio, solo vine por una merienda para ellos, se emocionaron de verte —dijo.

— Iré a verlos, pero antes —giro al castaño para tomarlo, de la cintura y besarlo— Te amo —susurró al separarse del beso.

— Te amo más, anda vamos con los niños —dijo Joaquín, tomó el bowl con fruta picada, antes de caminar junto a su esposo hacia el patio.

En cuanto cruzaron la puerta de cristal, Natalia vio a Emilio corrió de inmediato hacia él, justo detrás de ella venía André caminando con pasos torpes; el rizado se inco para tomar a ambos en brazos, dejando un pequeño beso en sus cabezas.

— Baba Emi —murmuró el pequeño, refiriéndose a su papá.

— Papá Emi —gritó la niña.

— Hola mis amores, —saludo el rizado, dejando a los niños en el pasto, haciendo que ambos regresen a la colchoneta donde estaban.

Joaquín le dio un pequeño beso a su esposo, antes de sentarse junto a sus hijos, haciendo que André se acerque a él de inmediato; algunos momentos después el rizado se une.

— ¿Cómo te fue hoy en la escuela mi niña? — preguntó el mayor.

— Bien, hoy Fernando me llevó un jugo de uva —admitió, concentrada en colorear, el semblante de Emilio cambió por completo poniendo uno más serio.

— No empieces de celoso, es una niña y Fernando es su amigo —advirtió Joaquín, su esposo sólo asintió.

Desde que Natalia entró al kinder, Emilio se volvió mucho más celoso con su hija e incluso más sensible ya que el primer día de clases, para sorpresa de todos, el fue quien se soltó en llanto, siendo consolado por Joaquín, quien se encontraba más tranquilo.

Ambos niños empezaron con su merienda, no tardaron mucho en terminar para que después ambos empezarán a  jugar, aunque en realidad André solo se sentaba a tocar los juguetes; mientras que la pareja los miraba más que felices.

— Son tan lindos —susurró el castaño, más que maravillado por la manera que jugaban sus dos pequeños.

— Si que lo son —dijo Emilio, colocó una fresa en sus labios, tomó el rostro de su esposo para que lo mirara, le dedico una pequeña sonrisa que fue entendida por el castaño, haciendo que se incline mordiendo la parte de la fresa que sobresalía, empezando un beso.

La intensidad aumentó, pero con ello llegaron los pequeños tirones al pantalón de Joaquín, provocados por André que pedía su atención; ante la insistencia del pequeño se separó de su esposo, no sin antes dejar una pequeña mordida en el labio inferior.

— ¿Qué pasó cariño? —preguntó el castaño, cargando al bebé en brazos, haciendo que se acurruque en su hombro.

— Es un celoso y no te quiere compartir —reprochó Emilio con un puchero— Pero es mío —reclamo jalando a Joaquín hacia él, recibió un manotazo de André en su mano,

— ¡Ay no! Emilio deja de pelear con el bebé —regaño, levantándose de la colchoneta.

— El empieza siempre que te beso o abrazo me da manotazos o me jala el cabello, es injusto yo llegue primero —murmuró, frunciendo el ceño.

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