La «Culpable»

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- Entonces, ¿Eres Triana, de la familia del Senador o los del Sur, los dueños de esa cadena de almacenes super exitosa y que tanto abolengo tienen?

- No pertenezco a ninguna de esas dos familias, la verdad es que, ni siquiera sabía que teniamos un senador que compartiera mi apellido - Trato de sonar dulce y amable; pero la verdad es que está «conversación» sí,  es que se puede llamar así, al «interrogatorio» al que he sido sometida después del almuerzo; por parte del abuelo, los padres y las tías de mi «novio»; ¡me tiene harta!

- ¿Como se llamaba tu abuelo?. De pronto compartíamos círculo social- Pregunta con esa mirada intimidante
Don Isaías, el abuelo de mi «novio» que por lo visto, trata de construir mi árbol genealógico.

- Antonio Casas - Respondo segura, ya sin ánimo de dejarme aminalar por esta «familia» de burócratas.

- Me refiero al nombre de tu abuelo paterno, ¡niña tonta! Quiero saber ¿Que hacía? -

¡Niña tonta, sus calzones!¡Viejo decrépito y clasista!, ¡Nadie me llama «Niña»!

- Antonio Casas, era mi abuelo paterno, mi padre no obtuvo su apellido, pues mis abuelos nunca se casaron. Mi abuela era una mujer campesina y mi abuelo el dueño de la Hacienda donde trabajo durante muchos años, el hombre le regalo cuatro hijos y no fue capaz de reconocerlos. ¿Ha oído alguna vez esa historia? - Pregunto, haciendo alarde a lo común que es qué, «este tipo de hombres» mantengan una doble «vida».

Las mujeres presentes jadean y advierto la mirada de Andrés para que me calle, sin embargo no me dejó intimidar y continuó.  Finalmente no tengo nada de que avergonzarme.

- Si, mi abuela era un mujer humilde y soltera, que tuvo que sacar adelante cuatro niños sola, sólo porque se dejó enredar por un «Riquillo» tonto que sólo la uso. - Lavanto la cabeza y miro fijamente al hombre retándolo - Y estoy muy orgullosa de «ella», pues fue una mujer trabajadora y fuerte, que no se dejó vencer y siempre procuro que sus hijos fueran personas de bien y concluyeran sus estudios

- ¿Y entonces, me imagino que por el lado de tu madre será de donde heredaste el abolengo y la fortuna? - Exclama el viejo decrépito de forma irónica esbozando una sonrisa lenta.

Cuando me dispongo a contestar, ya sin nada de amabilidad o cortesía en la voz, Andres me interrumpe,

- Abuelo, ¡Ya basta! ¡Estas incomodando a mi novia! -

Me sorprende que Andrés me defienda, pues tan pronto llegamos parecía que había perdido cualquier capacidad para discutir y en cambio estar siempre rindiendole pleitesía a su abuelo.

-Y en todo caso, así la familia de mi Paula, no tenga «abolengo» -Continua mi «novio» -  Ella, está a la altura de cualquiera de nosotros, Paula estudia en mi Universidad y tu bien sabes que es la más costosa del país, además su familia se dedica a exportar flores y otros cultivos, tienen grandes extensiones de tierra, e incluso una pequeña cadena de minimarkets y restaurantes -

¿Ok? No, puedo creer que está sea la forma de defenderme de este patán ¿Que pasaría entonces, si mi familia no fuera «acomodada»? ¿Entonces «Yo»  no le «gustaría»?

Creo que  la expresión de mi cara alerta a una de las primas más queridas de Andrés, porque antes de que la cosa se ponga color de hormiga, interrumpe con su armoniosa y dulce voz.

- ¡Bueno ya fue suficiente! Creo que ya sabemos mucho de la historia familiar de Pau, ¡Además! - Exclama emocionada con su risa de campanas - ¡Aún no nos cuentan como fue que mi primo se te declaró cuñis, apuesto que fue hermoso!

- Mi hija tiene razón, vamos al jardín a relajarnos un poco y nos cuentan su historia mientras degustamos las deliciosas galletitas que hizo nuestra cocinera - la mujer habla de forma tan dulce que siento que me van a dar caries.

Mi detestable ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora