La que aprendio a «Mimetizarse» o ¿No?

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Decido levantarme después de pasar toda la noche dando vueltas en la cama, hoy por fin es lunes y tengo clase de Ecología de Poblaciones.

Es la primera vez que de verdad deseo dejar una clase.

Y en circunstancias normales, si el tipo con el que me acosté me rechazara tal como lo hizo Francisco, habría hecho hasta lo imposible para no tener que verlo.

Pero, ¿Como se supone que le expliqué a mi familia y a mis compañeros por que deje la clase? Y ni hablar de la decanatura, ¿Que voy a decir?

Así que en contra de todos mis instintos de supervivencia, me visto de forma casual, maquillo las ojeras que me acompañan desde hace un par de días y ensayo mi mejor sonrisa frente al espejo.

Estoy determinada a que nadie y mucho menos el doctor Valencia, se de cuenta de mi estado de ánimo. Sin embargo a mi mamá es imposible ocultarle que algo me sucede.

- Hija ¿Te sientes bien? Te veo un poco palida - Mi mamá me mira preocupada

- Si mamá, no es nada - Miento descaradamente - Sólo un poco de cólico - digo fingiendo dolor

- Mi amor si te sientes mal, me llamas y vamos por ti a la Universidad, me preocupa que te vayas sola - Me dice - Es más cariño, voy a decirle a Jorge que te lleve él, no me gusta que manejes asi - Afirma y aunque quiero refutar, se que no servirá de nada y de todas formas, no tengo ánimos para discutir con mi mamá.

- Esta bien, pero está noche me quedaré en el apartamento, no es necesario que mandes por mi - y es que la finca está a más de dos horas de la Universidad, por eso entre semana suelo quedarme en un apartamento de la empresa.

Mi mamá no muy convencida acepta y decide llamar a mi hermana para que este pendiente de mi.

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Jorge es el hijo del capataz de la finca, es un par de años menor que yo,  aunque no lo parezca.

Él es como mi hermano, vivimos juntos la pérdida de nuestras mascotas, criamos pollos  y hasta lo vi sacarse los mocos cuando era pequeño. Pero nunca ha habido algo diferente de una amistad y cariño fraternal entre nosotros, ¡pues sería asqueroso!

Jorge es una de las personas en las que más confió y mi futura mano derecha en los negocios.

Camino a la Universidad, voy un poco distraída y Jorge lo nota.

- Oye Jefecita! ¿Seguro no quieres que te lleve a un hospital? Tienes cara de muerta - Jorge sabe lo mucho que me enoja que me llame «jefecita», pero se que lo hace para animarme.

Suspiro y le pegó en el hombro.

- Te voy a demandar por acoso laboral - se ríe mientras me abre la puerta de la camioneta.

-¡Cállate! - digo sin muchas ganas, pero le sigo el juego.

- No es necesario que vengas por mi en la tarde, me quedaré en la ciudad. - digo seria

- Ah!!! Ya entiendo, lo que tienes, es que te da vergüenza que te vean en esta chatarra! - dice sonriendo y golpeando el capo del carro

- No idiota! Claro que no! Jamás me avergonzaria de mi origen, ni mucho menos de blanquita - Jorge y yo aprendimos a conducir en «blanquita» y aunque «está», esta un poco destartalada sigue siendo mi bebé.

- Si claro ve y dile eso a tu «último modelo»

- ¡Idiota! - Jorge siempre sabe como subirme el ánimo y es de esas personas que nunca pregunta, agradezco que sea parte de mi vida.

Me da un abrazo fraternal y me alejo, dándole una palmada cariñosa al capo de «blanquita» cuando Jorge grita

- Oye mujer, Que haz lastimado a nuestro retoño!!! - acto seguido se hecha a reír y se va junto a «blanquita»

Muchos se me quedan viendo como si fuera extraterrestre, seguramente no es común ver a alguien como Jorge por aquí, me encojo de hombros, pues me importa muy poco lo que estos estirados puedan pensar de mi.

Al llegar al salón, como cosa rara no está el doctor Valencia, pero en cambio me encuentro con mi «otro» dolor de cabeza

- Hola princesa - Exclama Andres con una sonrisa de comercial y soy incapaz de devolversela

- Hola Andy - Andrés ha estado actuando muy raro conmigo, me escribe más de lo usual y se preocupa en demasía por mi.

- Sabes te vez diferente! ¿Te hiciste algo?...- Me dice mirándome fijamente mientras sostiene mi rostro -  No sé, te  vez distinta - Me sonrojo inmediatamente pensando en «que» fue lo que cambio en mi  y con «quien». Espero que Andrés no lea mentes.

Pero para mi fortuna o infortunio ese «quien» entra al salón y manda a todo el mundo a sentarse.

Francisco deja caer los libros que trae en sus brazos sobre el escritorio con tal fuerza, que estoy segura que todos sentimos miedo por  lo que pueda ocurrir en las dos próximas horas de nuestra vida.

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La clase fue un martirio, fue tediosa y cargada de mala vibra, el doctor Valencia, se notaba furioso y la pago contra todos,
Y aunque a mi jamás me dirigió la palabra, sentí que su mirada ardía cada vez que la posaba en mi.

¡Me miraba con ganas de reclamarme algo! ¿Pero que se supone que me quería reclamar?

¡Cuando fue él y sólo él quien rompió mi corazón!

Pero aguante toda la clase estoica, procurando mantener una expresión indescifrable e incluso le respondí un par de sus miraditas con la sonrisa más sinica que encontré,  aunque me estuviera muriendo por dentro de irá y dolor.

El día pasó lento, tuve que aguantar a Layla en clase de biología molecular y termine de aceptar la invitación de Andres, pues aunque me sienta morir, no quiero que nadie se de cuenta.

La migraña no me dejo en todo el día por el llanto contenido, pero creo que me «mimetice» lo mejor que pude.

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Soy la niña consentida de la casa, pues mi hermana es 10 años mayor que yo y mis padres estaban ya un poco mayores cuando me tuvieron.

Clara, mi hermana siempre me ha protegido, pero desde que se casó, casualmente en la misma fecha que «podría» haber conocido a Francisco (pues coincidió con el Congreso de Botánica que me perdí el año pasado y que tanto me reclama Sergio); he estado alejada de ella.

Y no es porque William su esposo me caiga mal. No, todo lo contrario, creo que Willliam es la persona perfecta para estar con mi hermana, pues es un tipo muy alegre y divertido y mi hermana suele ser apática y tímida.

Sin embargo desde entonces han estado viviendo la etapa de «recién casados» y me siento «extraña» estando con ellos, lo que nos ha alejado un poco.

Por eso me sorprendo cuando veo el reluciente y perfecto auto de mi hermana parqueado frente a mi, no creí que fuera a venir.

Suspiro... a mi hermana no va a ser tan fácil engañarla.

Ahora sí, que estoy en problemas

Mi detestable ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora