Los «Quemados» Parte 2

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El recorrido por el planetario se torno incómodo al principio, ni siquiera estoy seguro si debí besarla, abrazarla o algo así cuando la salude, la verdad es que a pesar de haber compartido algo «más» que algunos besos aún no estoy seguro como debo actuar con Paula , pues no puedo negar que me encanta y me atrae muchísimo; no por nada desde que la conozco el calentador de agua de mi casa ha tenido que tomarse unas largas vacaciones. Sin embargo no puedo dejar de pensar en que es mi alumna y que soy mucho mayor que «ella».

Pero, Paula sin darse cuenta siempre termina derribando todas mis barreras... las sensaciones que está mujer despierta en mi son completamente nuevas, no puedo evitar sentir ternura cuando la admiración y genuina alegría cruza sus ojos al sorprenderse con nuevas cosas, de esa forma empiezo a encontrar divertido hablarle sobre constelaciones, mapas de estrellas y telescopios. La tarde se pasa rápidamente y ni siquiera soy consiente que tomo su mano y la acerco a mí cuando un tipo se queda mirandola de más.

La invito a comer con la intención de alargar el momento y porqué me muero de ganas por probar esos labios a los  que siento me estoy volviendo adicto.

En la cena tal vez presa de la ansiedad que me consume, me dedico a contarle chistes tontos y no puedo evitar emocionarme al escuchar su risa contagiosa y divertida. Paula es además de linda, inteligente; me responde con comentarios sarcásticos y bien pensados, podría pasar horas solamente mirándola a los ojos y hablando con ella de cualquier tema que surja. No obstante el deseo y la tensión sexual me están consumiendo y siento que sus ojos me están gritando que me «necesita», de una forma física...de una forma «animal».

Casi tartamudeando y de forma nerviosa poco común en mi, le pido que vayamos a mi apartamento, su respuesta es rápida  y casi precipitada, de la misma forma y con la necesidad apremiante de tenerla entre mis brazos me levanto rápidamente de la mesa con la intención de pagar la cuenta y sin querer me tropiezo con un tipo con pinta de imbécil que derrama unas cervezas sobre mi «chica». Siento tal irá al ver como se queda embobado mirando el escote de mi alumna que estoy seguro el tipo advierte el «peligro» en mi mirada y prefiere disculparse y alejarse rápidamente.

A continuación, pago la cuenta y consigo algunas toallas de papel para Paula, la pobre está temblando la noche es fría y esas cervezas estaban heladas, sin embargo, vivo sólo a dos cuadras del bar y es más fácil llegar caminando a mi apartamento. Así que la abrazo con la excusa de darle calor y disfruto de poder tocar su piel.

Al llegar a la fechada del edificio  donde resido, siento que la conciencia me exige que le pregunté a Paula si esta segura del pasó que implícitamente está aceptando dar está noche; pero la voz no me sale y me limito a mirarla fijamente a esos bonitos ojos verdes que me tienen hechizado. Es curioso, pero siento que sólo mirándola a los ojos puedo saber lo que siente y en ese momento sus ojos me están gritando que quiere ser «mía». Así, que mando a mi conciencia al demonio y me dedico a hacer caso a mis más bajos instintos y tal vez... A mi corazón.

Al entrar al apartamento no le permito conocer más allá del mesón de la cocina donde la arrincono y me dedico a terminar de conocer esa boca húmeda y deliciosa que desde hace meses me está llamando.

Paula suelta un leve gemido y arquea su espalda acercándose más a mi cuerpo y es en ese preciso instante donde pierdo completamente el control. La tomo de la cintura y la siento sobre el Mesón mientras me situó entre sus piernas y pego mi cuerpo a sus curvas de infarto, empiezo a acariciar su cintura y siento que la ropa comienza a estorbar. Paula está jadeante y se roza contra mi, siento su necesidad como propia y empiezo a besar su cuello blanco salteado de pecas que me invitan a pecar, su pecho exuberante que más de una noche me ha despertado sudoroso, se mueve al ritmo de su respiración agitada y  desabotono su camisa para abrirme espacio y saborear por fin ese par de hermosos pechos blancos. Cuando desabrocho el bonito sujetador negro , Paula hace el sonido más bonito que le he escuchado a una mujer y mi excitación empieza a ser insoportable, sus pechos saben delicioso y los lleno con mi saliva mientras los masajeó con ganas. Paula, quien se ha estado rozando contra mi no ha perdido el tiempo y me ha quitado la camisa, masajea de forma delicada mi pecho y espalda deteniéndose cada cierto tiempo a delinear mis músculos, sin embargo, cuando llega cerca de mi pantalón detengo esa bonita mano, porque no quiero que la cosa termine tan pronto y  siento que el fuego de sus caricias me puede consumir rápidamente. Ella me mira casi molesta por la interrupción, pero no la dejo quejarse y en cambio retiro rápidamente su pantalón y masajeo por encima del panty ese pedacito de cielo que quiero sentir prontamente mío.

Paula inmediatamente voltea los ojos y su expresión de completa excitación y entrega me lleva al cielo, está húmeda y muy estrecha, deslizó sus panty poco a poco y me deleito con el sabor de la piel de sus piernas hasta que mi nariz se llena con su esencia y logró probar el sabor más dulce y delicioso que nunca antes había probado. Paula es deliciosa tomo con mi lengua su punto más erogeno y me aseguró de darle un orgasmo que no olvide, mientras tanto siento que me estoy quemando, ella se mueve casi enloquecida y me suplica a punta de gemidos  que por favor «continúe», me explica de forma entrecortada que se está cuidando y que me quiere «sentir». El calor del momento y el fuego que me consume no me deja pensar en nada más y por fin la hago mía.

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Esa primera noche que pase con Paula fue increíble, pero no puedo evitar sentir ese retorcijon en el estómago que me indica que tal vez no este haciendo las cosas tan bien. Fue la primera vez de Paula y saberlo me lleno de sentimientos encontrados que me tienen al borde de la locura, por un lado siento una especie de «orgullo», lo que es un poco ridículo y según mi hermana (si le contará) machista y retrógrado. Pero saber que fui el primer hombre con el que Paula compartió su intimidad, el primer hombre en el que confió me hace sentir orgulloso. No obstante saber que fui su primera vez también me llena de inseguridad, de culpa y de otra cosa que no se definir. Paula es mi alumna, prácticamente no la conozco y sigue siendo mucho menor que yo. Además anoche casi no me contuve no fui tierno o cariñoso, el deseo contenido me gano y la noche desbordó pasión.

Joder

Ni siquiera llegamos a la cama y aunque creo que lo disfruto y espero tanto como yo, siento vergüenza de mi mismo, tal vez si en vez de hacerle caso al deseo me hubiese tomado el tiempo de conocerla mejor o... No se...

Así que gracias a mis inseguridades y  siguiendo mi conducta con ella, a la mañana siguiente termine siendo un imbécil, no hubo un beso o tan siquiera un abrazo de buenos días a pesar de que me moría por estrecharla entre mis brazos. La despedida fue fría y carente de emociones.

Pasamos de estar «quemados» por el mas delicioso fuego a quemarnos con la pared de hielo entre los dos

Mi detestable ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora