Al que dejaron «Plantado»

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Llevo más de dos horas, esperando a que Paula aparezca, no puedo creer que me haya dejado «plantado».

Sentado en el laboratorio, la llamo nuevamente, sin embargo las más de veinte llamadas que he hecho, han entrado a buzón.

Los mensajes en whatsapp, no le han entrado, la última vez que se conectó fue está mañana.

Preso de los nervios, ¡ya no sé, que hacer!.

He llegado a imaginar, miles de escenarios cada una más espeluznante que el otro.

Mi pierna izquierda no deja de moverse,

Ya, la busque en la biblioteca, la cafetería y en el edificio de la facultad, prácticamente he recorrido toda la Universidad.

Incluso, utilizando todo mi «encanto», convencí a la secretaria de la Facultad para que me facilitará su horario.

Tuve que inventarle una excusa relacionada con un experimento y un problema que necesitabamos solucionar urgentemente. No estoy seguro, sí, me creyó, pero los bollos de canela que le lleve, sumado a mi mejor sonrisa, funcionaron.

Claro que todo mi esfuerzo, sirvió muy poco.

En el horario de Paula hoy sólo se encontraba la cátedra de Seminario de Grado, en horas de la mañana.

Cátedra, liderada por Guillermo Carvajal, vicedecano de la Facultad y buen amigo mío. Y aunque hace horas debió terminar,  sin ánimos de darme por vencido, decidí buscarlo. Tratando de que no se percatara de mi interés personal, logre que me contará que, el dichoso seminario, sólo se dicta cada quince días para evaluar los resultados de las investigaciones de los tesistas y que justo esta semana, no ocurrió tal reunión.

Sin forma, de enterarme que pudo suceder para que Paula, no asistiera a nuestra «reunión»  y sabiendo que es una persona muy responsable; cada vez, estoy más preocupado.

Y sinceramente espero, que no haya venido, porque no quiere verme y no porque le haya sucedido algo grave.

Porqué aunque mi orgullo y mi corazón estén heridos, siempre voy a desear lo mejor para ella.

Aún sí, la vida nos lleva por diferentes caminos y nunca más tengo la oportunidad de estar con ella.

En medio de mi recorrido, observo a Hortua en compañía de algunos compañeros. Me veo tentado a preguntarle por Paula, finalmente, el «idiota», es «su» novio y seguramente sabrá «algo».  Pero sé, que no tengo ningún derecho; cualquier oportunidad, la perdí la mañana en la que la trate como un patán.

Ver a ese «imbécil» me llena de impotencia, celos y envidia.

Ja! Nunca pensé que «Yo» llegará a sentir envidia de un muchachito, engreído y superficial.

Pero cada vez que lo veo, hablarle, tocarle o peor aún «besarla»; sólo deseo «estar» en su lugar. Me muero de envidia cuando los veo juntos y sólo de pensar lo que pueda ocurrir entre ellos, cuando están solos, hace que se forme un nudo enorme en mi garganta.  

Los recuerdos, del día que me enteré, de la «relación» entre mi alumnos, me atormentan día y noche. Pase de la furia, a la desesperación y ahora voy en el camino a la resignación.

Cada vez, es más difícil mantener la esperanza.

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Saliendo de la oficina me encuentro con María Lu, quien viene cargada de libros; así, que  antes de que terminen volcados en el suelo, me acerco a ayudarle un poco.

María Lucia, me agradece, como siempre con una sonrisa amigable.

-¡Que bien que te encuentro! - Me dice - Pensé que ya te habías ido!

Mi detestable ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora