Epílogo

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Narra _____:

- Y el que alguna vez fue considerado el patito feo, terminó convirtiéndose en un hermoso cisne. Fin – termino la narración y luego volteo a ver a Ganju a sus ojos. - ¿Qué te parece? -

- La historia es bonita, pero no es para mí – dice la niña evadiendo mi mirada.

- Ganju... mírame – espeto, ella obedece con timidez. - No puedes tener un concepto tan malo de ti, eres muy bonita, atenta y lista, pero eres la única que no lo aprecia – comento con tristeza.

- ¿Y qué tengo qué hacer? – pregunta con un pucherito.

- Primero tienes que conocerte, ¿de acuerdo? En las próximas sesiones trabajaremos en eso, ahora es momento de ir con tu madre – indico y ella asiente.

Nos ponemos de pie y salimos de mi consultorio.

Caminamos hasta la recepción, donde Ganju se reúne con su madre. La señora y yo nos saludamos y luego ella se lleva a su hija. Yo miro a la recepcionista.

- ¿No tengo más citas hoy, cierto? – le pregunto.

- No, licenciada. Puede irse – responde sin levantar su vista del computador frente a ella.

- Gracias, que pase buena tarde.

- Igualmente.

Es una mujer bastante fría y hasta cierto punto desagradable, por lo que la evito lo más que puedo.

Vuelvo a mi consultorio para ordenarlo, tomo mi bolso, salgo y cierro el lugar con llave. Me dirijo a la dirección de la escuela donde saludo a las secretarias quienes, a diferencia de la recepcionista, son bastante simpáticas.

Registro mi salida y me dirijo a mi auto porque me están esperando en la casa. La escuela donde trabajo está lo suficientemente lejos de donde vivo como para usar el coche, pero lo suficientemente cerca para solo hacer diez minutos de traslado, incluso habiendo un poquito de tráfico.

Llego a mi hogar, estaciono mi coche en la calle y entro a la casa; lo primero que hago es quitarme los tacones y ponerme mis pantuflas mientras anuncio mi llegada.

Todo está en silencio, así que me dirijo hacia la habitación donde se supone deben estar y ahí los encuentro.

- ¿Por qué me ignoran? - reclamo desde la puerta.

- Perdón, no te escuchamos – responde Cheol al darse cuenta de mi presencia. - ¿Verdad, Seungtan? ¿No escuchamos a mamá? – pregunta a nuestro pequeño hijo, pero el niño aún no puede hablar, así que se limita a mirarme y a hacer balbuceos incomprensibles.

- ¿Qué dices, Seungtan? ¿Papá tiene razón? – pregunto acercándome a ellos.

Seungtan extiende sus brazos hacia mí mientras intenta decir algo y yo lo levanto para darle un beso en la mejilla. Mantengo al niño en mis brazos.

- ¿Y para mí? – cuestiona Cheol levantándose y poniéndose junto a mí. Me limito a darle un fugaz beso en sus labios. Seungtan se queja.

- ¿Ya está la comida?

- Sí, ya mismo la sirvo.

Se va para la cocina y yo bajo a Seungtan, quien ya camina y está comenzando a correr. Lo sigo con la mirada porque, a pesar de lo cortas de sus piernas, va más rápido que yo. Llega al comedor y se pone junto a su silla alta; yo lo alcanzo y lo subo para sentarlo.

Cheol llega con la comida, que es arroz con algo de carne de cerdo. Sirve para los tres, pero como Seungtan no sabe muy bien cómo agarrar los cubiertos, Cheol y yo nos turnamos para ayudarle, hoy le toca a él.

Mejor de lo que esperaba (S.Coups/Seungcheol y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora