Otra vida.

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Hugo apretó las flores e intento sonreír para Sofía.

~¿Quieres que vayamos al pueblo? Podemos tomar un helado. Preguntó Sofía.

Hugo no estaba acostumbrado a ese tipo de salidas, pero no podía mostrarse en desacuerdo, no por el momento.

~Claro que si, lo que tú quieras.

Sofía extendió su mano para que él la tomara y juntos salieron del castillo.

El príncipe no solía convivir con la gente del pueblo o pasear por los alrededores de la aldea y la idea no le agradaba en lo absoluto, ya que su padre siempre marcó una diferencia entre el pueblo y la nobleza.

Sofía corrió hasta el heladero y volvió con un par de conos en sus manos.

Juntos se sentaron junto a la fuente y comenzaron a charlar.

~Encantia parece sombría. Titubeó Hugo observando el panorama.

~La sequía afectó mucho a la población, pero gracias a la ayuda de Albuquerque, estamos saliendo adelante, ¡realmente se los agradezco! Sonrío señalando una de las casas donde se resguardaban los guardias de Albuquerque.

~No tienes nada que agradecer. Contestó recordando lo que él y su hermano querían lograr.

Apenas la sequía terminara y gracias a que el ejercito de Albuquerque ya se encontraba en Encantia, les sería más fácil invadir el país y derrocar al rey Roland, tal como su padre había soñado.

~Sé que es un momento difícil, pero Encantia será esplendorosa de nuevo y Amber será una gran reina. Además, yo... Yo seré tu esposa y no volveré a sufrir. Comentó recargándose sobre su brazo.

~Lo que imaginas es tan hermoso que hasta yo quisiera tener una vida tan maravillosa. Susurró procurando que ella no lo escuchara.

~¿Cómo imaginas nuestra vida?

Hugo se llevó las manos al menton e intentó apartar de su mente todo lo relacionado a la venganza.

~Me gustaría alejarme de la nobleza y vivir en una cabaña en el bosque, poder meditar y sentirme libre por primera vez en mi vida, sin presiones ni pretenciones.

~Pero... Yo no estoy en tu sueño. Exclamó con tristeza.

Hugo se dió cuenta del error que había cometido y trató de corregirlo.

~Si lo estás, nos imagino sentados frente a la chimenea en época de invierno, solo tú y yo, sin importar nada.

Los ojos de Sofía se llenaron de ilusión y entrelazó sus manos con las de su prometido.

Cuando la tarde llegó, el joven príncipe tuvo que volver a su hogar.

Al encontrarse solo, observó cómo la lluvia caía a través de su ventana.

~Veo que el odio está yéndose de tu corazón. Susurró Axel.

~No es así, todo lo hago por mi madre. Gritó tomando un pequeño retrato.

Al observar la mirada de su madre, el hervor subió nuevamente a su corazón.

~No dejes que Sofía ablande tu corazón, Hugo, ¡mantente firme!

~¡Ella no significa nada para mí! Solo lastima mi orgullo de hombre, al defender a Dereck. Tal vez no debamos hacerle daño, ella no tiene la culpa, podemos hacer pagar al rey Roland de otra forma.

En ese momento los pasos de un hombre se acercaron hasta la habitación.

~¿Escuché mal? ¿Estás arrepintiendote? Comentó el consejero real.

~No... Hugo está cansado. Intervino rápidamente Axel.

~¡No te metas Axel! Hugo está faltando a la memoria de su madre... ¡Muchacho mírame a los ojos! Te conté la historia, el rey Roland provocó la muerte de tu madre, por su culpa, ustedes quedaron desamparados. Él aflojó la silla de montar del caballo, porque ella no pudo amarlo como quería. Al no poder poseerla, le provocó el accidente que arrebató su vida.

~¡No quiero escuchar más! Gritó Hugo tapándose los oídos.

~Después de eso, cuando su cuerpo ya se encontraba inerte, le ató aquel collar que ahora pertenece a su hija ¡No comprendo cómo puedes ser tan débil! Él no pensó en ustedes cuando les arrebató a su madre.

~¡No volveré a dudar! Exclamó con la mirada llena de odio.

~No entiendo ¿Por qué tenemos que vengarnos ahora que mi padre ha muerto? ¿Por qué no lo hizo él en vida? Preguntó Axel.

~Esa fue su última voluntad, no puedo decirles mucho, pero ya lo sabrán.

Hugo salió de la habitación y Axel se mantuvo sereno.

Mientras tanto en el reino de Rudistan, Dereck se encontraba hojeando algunos informes.

~Quiero que investiguen al príncipe Hugo, quiero saber todo sobre él, sus gustos, relaciones, miedos, planes ¡Todo! Pero quiero que sean discretos, no nos conviene provocar un escandalo. Exigió a sus guardias.

~Asi lo haremos. Dijeron al unisono.

~¿Por qué tú obsesión con el príncipe de Albuquerque? Preguntó su padre.

~No confío en él, sé que no es sincero, estoy seguro de que guarda un gran secreto y estoy dispuesto a descubrirlo.

~Asi será hijo mío, además sé que te interesa mucho la princesa Sofía, no te preocupes, ¡ella será tuya! jamás desearás algo, pues yo me encargaré de hacértelo llegar.

El joven príncipe sonrío con picardía y extendió su mano hacia su padre, para sellar el pacto.

Durante la noche, el rey Roland se mantuvo en vela, todo el tiempo se repetía la misma imagen en su mente.

~¡Roland! Te amo tanto, pronto estaremos casados y seré muy feliz a tu lado, jamás sufriré de nuevo, así que no te alejes de mi, siempre te esperaré. Exclamó Beatriz mientras extendía su pañuelo.

~¡No debí dejarte Beatriz! Todo tu sufrimiento fue por mi culpa. Gritó provocando que Miranda se levantará rápidamente.

~Rolly ¿Tuviste una pesadilla?

El rey se levantó de la cama y tomó un poco de agua.

~Lo siento mucho, no quería asustarte, supongo que estoy muy estresado por la sequía.

~Rolly... No te preocupes, Encantia es fuerte, nada malo pasará. Comentó dándole un beso en la mejilla.

~¿Sabes? Estoy feliz de tenerte a mi lado, quiero agradecerte por llegar a mi vida y darle luz, después de tantos años de oscuridad, te agradezco por traer a Sofía, ella es tan buena que temo que algo malo pueda ocurrirle.

~Sofia es fuerte, nada malo le pasará. Además, nosotros siempre la protegeremos.

Roland abrazó a Miranda y cerró nuevamente los ojos, aunque sus sueños con Beatriz no cesarán por completo.

La oscuridad giraba entorno a la familia de Encantia, Roland ni siquiera imaginaba la desgracia que perseguía a su familia y país.

La venganza del pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora