Un nuevo enemigo

681 42 26
                                    

Rápidamente uno de los guardias se acercó para separar a ambos hombres.

Esteban se encontraba en el suelo, limpiando la sangre de su labio.

~Si alguien vuelve a insultar a Sofía... ¡No tendré piedad! Gritó Hugo, mientras salía del balcón.

~Te vas a arrepentir Hugo, Sofía nunca será feliz, ¡Haré que pagué por tus pecados! Gritó el príncipe Esteban.

Axel se mantuvo espectante y se llevó las manos al menton, al divisar a su hermano salir del castillo. Hugo era impulsivo, pero normalmente escondía sus sentimientos por miedo a que su verdadero yo saliera a la luz.

Al notar todo lo que acababa de pasar, el rey Roland corrió hasta su hija para abrazarla e intentar curar su dolor, sin embargo Sofía no parecía estar triste, ella demostraba una fuerza de voluntad que jamás había visto reflejada en ninguna otra mujer.

~¡Nunca más tendré miedo! Nadie se burlara de mi de nuevo. Dime papá ¿Mi pecado fue confiar en Hugo? Porque si es así, jamás volveré a caer en sus juegos. De ahora en adelante seré una nueva mujer, la niña inocente, quedo atrás.

El príncipe Esteban la observó con intriga, mientras se limpiaba el labio.

En su pañuelo quedó la sangre marcada y lo levantó sin quitar la vista de Sofía.

~Mi sangre no volverá a ser derramada, antes caerá la tuya, pequeña y linda Sofía. Susurró observando las manchas carmesí.

Tal vez Hugo había desencadenado algo peor, el príncipe Esteban y su reino igual de fuerte militarmente, podrían ser el fin, tanto de Albuquerque como de Encantia.

Desde la ventana, Esteban observó a Hugo merodeando por los jardines, para posteriormente notar que Sofía caminaba hacia él.

~¿Así que estás aquí? Habló Hugo intentando no mirarla a los ojos.

~Solo quería asegurarme de que te habías ido, no quiero volver a verte, ¡Me destruiste la vida! Espero que Isabella sea una buena esposa y que vivas a su lado, todo lo que una vez me prometiste.

~No me casaré con Isabella porque tú serás mi esposa. No importa si tengo que condenarme por ti o traicionar a mí familia ¡No pienso dejarte nunca más! Tal vez creíste que esa noche no fue importante para mí, pero lo fue ¡Aunque me arrepiento de haber arruinado tu vida! Todos te juzgan, mientras a mí me felicitan y dan halagos.

Sofía apretó su vestido e intentó dar media vuelta, sin embargo Hugo la tomó por la cintura para darle un último beso.

Todo esto fue observado por Esteban, que se frotaba las manos al comprobar que realmente Hugo había deshonrado a Sofía.

La princesa se alejó de Hugo y corrió lo más rápido que pudo, hasta adentrarse en los laberintos del castillo.

Aunque se trataba de su hogar, los nervios y la furia, la habían hecho perderse.

~¡Hugo! ¿Me escuchas? Estoy perdida, ven a ayudarme. Gritó con impotencia.

Las lágrimas brotaron nuevamente de sus ojos, cuando observó como una silueta se acercaba hasta ella.

¿Hugo? ¿Eres tú? Preguntó con ilusión.

~Afortunadamente no soy el perdedor de Hugo. Exclamó Esteban provocando que Sofía se tensara.

~Ya debo irme, príncipe Esteban. Titubeó, intentando seguir de largo, sin embargo el hombre le cerró el paso.

~Asi que todo es cierto, realmente eres una mujer fácil. Sonrió acariciando sus mejillas.

Sofía frunció el ceño e intentó esquivarlo.

~Mi vida no te incumbe.

~Claro que si, me pareces una princesa hermosa, tal vez quieras mudarte a mí castillo, podrías visitar mi habitación de vez en cuando.

Sofía le soltó una cachetada y nuevamente intentó seguir su camino, no obstante, esta vez, Esteban la acorraló contra uno una de las paredes del laberinto.

~¡Di que soy más guapo que Hugo! Solo de esa forma te dejare ir sin ningún rasguño.

~¡No lo eres! Gritó Sofía, intentando apartar sus manos de ella.

El hombre comenzó a besar su cuello, mientras ella se encontraba inmovilizada por sus manos.

~Ahora ¿Qué harás? Eres muy frágil para poder defenderte.

Sofía se reprochó nuevamente por haberse quitado su amuleto de Avalor, había culpado a Hugo de todos sus problemas, sin tomar en cuenta, que ella también era culpable.

~¡Hugo! ¡Ayudame! Repetía sin descanso, temiendo su destino.

~¡Él no te ayudará! Solo es un bueno para nada.

~Cuando mi padre se entere ¡Te llevará a prisión!

~Tu reino es tan débil, que ni el mismo Axel podría salvarlo de mi.

El príncipe comenzó a recorrer su cuerpo hasta llegar a la altura de su falda.

El miedo se instauró en la mente de Sofía, al sentir como levantaba lentamente su vestido.

~¡Hugo!, Gritó nuevamente, esperando que el joven apareciera, sin embargo, esto no ocurría.

Luchó un poco más hasta quedarse sin fuerzas, para finalmente cerrar sus ojos que se encontraban llenos de lágrimas.

Esteban besó sus labios y sintió con asco, como su lengua recorría su boca.

En ese momento un golpe, alejó al hombre de ella.

Lo último que pudo recordar fueron los ojos brillantes de Hugo, antes de caer desmayada.

Afortunadamente, su príncipe había llegado a tiempo para salvarla... Tal como ella lo había deseado...

Unas horas más tarde Sofía abrió los ojos y se encontró con el rostro preocupado de Dereck.

~¿Qué ocurrió? ¿Dónde está Hugo?

~¿Hugo? ¿De qué hablas? Él no ha venido por aquí. Comentó el joven con intriga.

~¡Hugo me salvó! Lo vi golpear a Esteban.

~Fui yo quien te salvo, ¡Hugo nunca estuvo allí! Te escuché gritando y llegué en tu auxilio.

Sofía se llevó las manos a la cabeza y negó.

~¡No! Yo lo vi, lo conozco tan bien que no podría confundirlo.

~Tu deseo de volver con Hugo es tan fuerte, que tu mente confundió la realidad.

~¿Qué hicieron con Esteban? Gritó enfurecida.

~Tu padre lo echó del castillo y con la ayuda de Axel, lograron que no vuelva a acercarse a Encantia o a ti, si lo hace,  Albuquerque cerrará el comercio entre ambos reinos.

Sofía suspiro aliviada. No obstante aún recordaba el calor de las manos de Hugo, que la sostuvieron para llevarla a su habitación, él la había salvado, no podría equivocarse, pero ¿Por qué no se había quedado a su lado? ¿Por qué la había dejado al cuidado de Dereck?
No lo sabría, pero lo descubriría tarde o temprano.

La venganza del pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora