comienza la guerra.

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A la mañana siguiente, Hugo se levantó muy temprano, arregló su traje y se dirigió al estudio de su hermano.

~Todo está listo, dentro de unas horas, Encantia entrara en guerra. Mencionó Axel con tranquilidad.

~Y cuando eso pase, llegaré a salvar a Sofía. Ella no se imagina que tú y yo estamos detrás de todo, aunque él rey Roland debe intuirlo.

~Hablando de él, ya quiero ver su rostro, cuando su bella Encantia caiga en desgracia.

~Sobre eso, no quiero que le hagan daño a Amber y James, ellos no tienen la culpa. Comentó Hugo temiendo la respuesta de su hermano.

~Ningún miembro de la familia real sufrirá. Incluso protegeré a Roland, pues su castigo no debe cumplirse todavía.

Hugo sonrió con felicidad y se preparó para llegar a Encantia.

La tropa de Albuquerque comenzó a avanzar en el pueblo y los cañonazos de guerra fueron anunciados.

Roland pidió a sus hijos y esposa que corrieran a esconderse a los pasadizos del castillo.

Sofía pensó que podría ayudar, así que se separó de su familia.
Sin importar las explosiones, volvió a su habitación para buscar su amuleto de avalor y su encantalete.

~¡Sofía! Debemos irnos. Gritó Hugo desde su ventana.

~¡No puedo hacerlo! Aún no encuentro mi encantalete, además mis hermanos y mis padres están abajo.

~Volveré por ellos. Gritó tomándola en sus brazos para subirla a su yegua.

~¡No, Hugo! Debo salvar a mi reino. Gritó con lágrimas en los ojos, mientras su amuleto de Avalor caía en el jardín del castillo. ~¡Vuelve! Necesito mi amuleto y mi encantalete.

Hugo siguió adelante sin importarle las súplicas de Sofía.

Cuando llegaron a Albuquerque, el príncipe cargó a Sofía y la llevó hasta su habitación.

~¡Te quedarás aquí! No quiero que intentes escapar. Tu familia estará bien, mientras tanto, debes permanecer a mi lado.

El príncipe cerró la puerta con llave y Sofía comenzó a golpear la madera.

~¡Déjame salir! Gritó hasta que se quedó sin aliento.

Unas horas más tarde, Aliza entró a la habitación con una bandeja de comida.

Sofía se encontraba sentada en un rincón.

~Le traje su comida, princesa.

~¡No quiero comer! Dile a Hugo que no me quedaré aquí, ¡salvaré a mi reino! Aunque me cueste la vida.

~Él vendrá más tarde... Titubeó saliendo de la habitación.

Cuando se encontró lejos, Aliza comenzo a llorar. Sofía era más hermosa que ella; tenía ojos azules, mejillas rosadas y un cuerpo excepcional, mientras que ella, tenía la piel palida y los ojos oscuros, no era ni la mitad de bonita.
¿Cómo pudo pensar que Hugo la amaría?

En ese momento, el príncipe paso frente a ella, sin voltear a mirarla.

Sacó la llave de su bolsillo y entró a la habitación.

Aliza caminó de puntitas y se quedó escuchando a través de la puerta.

~¿Me dejaras ir? Preguntó Sofía con firmeza.

~Quizás nunca vuelvas a tu hogar, Encantia no ganará la guerra, escuché que Esteban la ocasionó. ¿Y sabes cuál es la forma de salvarte de él? Debes casarte conmigo ¡Cuánto antes!

Aliza se llevó las manos a la boca e intentó aguantarse las lágrimas.

~¡No lo haré! Prometí jamás volver a amarte.

~Como quieras, no podrás salir hasta que tomes una decisión. Gritó acercándose a la puerta.

Aliza corrió hasta la esquina del pasillo y se escondió detrás de un pilar.

A pesar de que Hugo era muy cruel, le gustaría encontrarse en la piel de Sofía y sentirse amada por él, aunque se tratara de un amor obsesivo.

Cuando la noche se hizo presente, Hugo volvió a la habitación.

Sofía seguía sentada junto a la ventana, esperando la oportunidad de escaparse de él.

~¿No dormirás? Menciono acomodando las almohadas.

~No lo haré mientras estés aquí.

~Recuerda que es mi habitación, no puedo irme. Mencionó con astucia.

~¡Tampoco puedo irme, Hugo!

~¿A qué le temes? No te haré nada malo, puedes dormir tranquila, tampoco puedo dejarte sola, no confío en ti.

~No te tengo miedo.

Sofía se mantuvo junto a la ventana, así que Hugo la cargó en sus brazos para recostarla en la cama.

Sus rostros quedaron uno frente al otro y el rubor subió por la cara de la joven.

Hugo notó esto y dió media vuelta para dormir.

Los días pasaron sin ningún problema. Sofía comía solo lo indispensable para mantenerse con fuerzas y poder escapar.

~Vamos al jardín Sofía, debes estar cansada de esta habitación. Mencionó Hugo tomándola por el brazo.

El fin del invierno había llegado a Albuquerque, Aliza lavo y  planchó el suéter de Hugo y se dispuso a entregárselo.

A pesar de que era un día neblinoso, pensó que lo mejor era desapegarse de la prenda que atesoro con tanto amor.

~Gracias por todo. Exclamó extendiendo la prenda. Hugo estaba a punto de negarse, cuando observó que Sofía se frotaba los brazos por el frío.

~Muchas gracias por cuidar de él, Aliza. Sonrió tomando la prenda entre sus manos.
Aliza notó que Hugo se encontraba tomando la mano de Sofía con fuerza, como si temiera que ella pudiera escaparse.

La joven hizo una reverencia y se alejó de ellos, sin embargo siguió observandolos.

Hugo puso el suéter sobre los hombros de la princesa castaña.
Sofía lo miro con intriga y sonrió por primera vez en dos semanas.

~Gracias Hugo. Susurró, mientras él pasaba su brazo alrededor de su hombro.

Aliza sintió como el frío recorría su cuerpo, pero ahora, Hugo ya no notaría su dolor.

Sofía la miró a los ojos y se acercó rápidamente a ella.

~¿Te encuentras bien? Te noto palida.

Aliza se percató de la sinceridad en las palabras de Sofía. ¿Cómo podía odiarla? Si ella era casi un angel.

~Estoy bien, muchas gracias por preocuparte.

Sofía sonrió y volvió al lado de Hugo.

Él parecía estar hipnotizado por la princesa, mientras ella moría de dolor.

En ese momento, Axel salió al jardín. Y mostró a Hugo las nuevas noticias sobre Encantia.

El reino estaba sumido en las ruinas, sin embargo, la gente y la familia real habían logrado evacuar antes de que los cañones impactaran contra la ciudad.

Sofía se sintió aliviada al escuchar eso, aunque dentro de si, todavía se sentía como una traidora por haberlos abandonado en un momento tan crítico.

Hugo notó su dolor y la abrazó nuevamente.

~Estaré siempre a tu lado para protegerte, no tengas miedo por el futuro. Sonrió mientras le daba un beso en la frente.

Sofía se recargó sobre su pecho y comenzó a llorar.

La venganza del pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora