El baile que definió todo

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El salón de baile se encontraba perfectamente arreglado. La mansión del barón de Marcilia era muy grande, incluso tan grande como el castillo real, sin embargo el joven Christopher Farleroy se encontraba totalmente vacío, desde muy joven había sido un niño delicado de salud y eso había impedido que hiciera nuevos amigos.

Todos bailaban en el salón, mientras sus manos reposaban sobre una copa de vino.

Las puertas se abrieron para dar la bienvenida a la princesa Sofía y a su familia.
Los ojos del joven se iluminaron y rápidamente se acercó a recibir a sus invitados.

~Es un gusto recibirlos, por un momento creí que no vendrían.

~Es un honor, sonrió Amber, mientras extendía su abanico.

Christopher giró su rostro hacia Sofía y le ofreció su mano para bailar.

Sofía dudo al principio, pero pensó que sería descortés no aceptar su invitación.

El príncipe Hugo, Aliza y Axel ya se encontraban del otro lado del salón.

Hugo posó su vista en Sofía y de inmediato sintió nervios al verla en brazos de otro hombre.

La sonrisa de la joven era tan resplandeciente que le dio la impresión de que sus sentimientos habían cambiado y ya lo había olvidado por completo.

Su sangre hirvió nuevamente y decidió salir al balcón para tomar un poco de aire.

Unos minutos más tarde, Aliza llegó hasta él, acompañada de su silla de ruedas.

~¿Te encuentras bien? Noté la forma en la que miraste a Sofía.

~No estoy bien, quisiera decir que si, pero mentiría.

El rostro de la joven se entristeció, sin embargo, rápidamente sonrió.

~No quiero que anuncies nuestro compromiso, no está bien que lo hagas. Siempre supe que amabas a Sofía, aún así quise mantenerte a mí lado y fui injusta.

~Por mi culpa estás invalida, no puedo dejarte ahora. Tú salvaste mi vida, ahora yo te daré la mía.

~Estoy invalida porque decidí salvarte, tú no me lo pediste, aún así, lo hice porque te amo. Ahora, te doy tu libertad ¡Ve por ella!

Hugo sonrió con felicidad y depósito un beso en la frente de la joven.

~¡Jamás podré pagarte todo lo que haces por mí! Gritó antes de salir corriendo del salón.

Nuevamente se enfrentó con aquella imagen que lo aturdia y se detuvo con decisión frente a la pareja.

~¡Sofía! Quiero pedirte que te cases conmigo. Exclamó provocando que todos en el salón dejarán de bailar.

~¿Qué dices?

~Quiero que seas mi esposa...

Christopher miró a Sofía con intriga y le dio un pequeño empujón para que se acercara a Hugo.

~No puedo casarme contigo, tú no eres libre.

~¡Lo es! Exclamo Aliza acercándose hacia ellos.

~Hugo... Esto no está bien, la vida nos castigará.

~El único castigo capaz de hacerme sufrir, es el de verte en brazos de otro hombre. Dijo observando de reojo a Christopher.

~Oh yo no... Le tengo aprecio a Sofía, pero me gusta su hermana Amber. Contestó provocando el sonrojo de la rubia.

Sofía se acercó un poco más a Hugo para enganchar sus brazos alrededor de su cuello y darle un pequeño beso de amor.

Un año pasó rápidamente.
Ambos jóvenes se encontraban caminado por las calles de Encantia. Poco a poco, el país había comenzado a florecer y recuperaba su fuerza día con día, aunque el arduo trabajo todavía no terminaba.

La mirada de Hugo se posó en un viejo campesino que cargaba pedazos de tronco en su espalda. De inmediato se dio cuenta que se trataba del rey Garrick y su corazón se estrujó.

~Perdoname hijo... Gritó el hombre besando sus pies.

Hugo se agachó para quedar a su altura y abrazó al hombre.

~Siento mucho que te encuentres en esta situación, pero estás reconstruyendo lo que destruiste por tus caprichos.

Sofía tomó su hombro y Hugo se levantó rápidamente para seguir su camino.

~Adios papá, te deseo suerte. Dijo antes de seguir caminando.

Unos meses antes, Axel rompió el acuerdo que el rey Roland había firmado donde le cedia el mandato de Encantia y ahora se encontraba cuidando de la salud de Aliza.
La joven parecía mejorar con el paso del tiempo, ahora ya podía mantenerse en pie, debido a que la herida, no había afectado su columna vertebral.
El amor comenzó a crecer en su interior y ambos jóvenes disfrutaban de la compañía del otro.

Por otra parte, el rey Roland había retomado el mandato de Encantia y todo lo que había pasado un año antes, ahora quedaba en su memoria, como una simple pesadilla.

El hombre se encontraba sentado frente a su escritorio, mientras observaba con cariño el retrato de su amada Beatriz.

~Te ame tanto, Beatriz, pero ahora solo existes en mi memoria... Te agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por darme un hijo tan bueno y exitoso. Ahora que tu muerte quedó aclarada, espero que descanses en paz. Te dejo libre, yo seguiré adelante con mi nueva vida y mi familia, pero siempre te recordaré con cariño.

El hombre besó el retrato y lo guardó nuevamente en uno de sus cajones.
En ese momento Miranda entró en la habitación y Roland la observó con amor.

~Rolly ¿Te encuentras bien?

~Estoy mejor, ahora que estás a mí lado. Comentó mientras rodeaba su cintura para darle un beso.

Mientras tanto, Hugo y Sofía se detuvieron frente al río principal de Encantia y admiraron las aguas cristalinas.
El rostro de Hugo se entristeció al recordar todas las fechorías que había hecho en el pasado, pero no sé encontraba solo, Sofía se encontraba a su lado para ayudarlo a corregir cada uno de sus errores.

~Hugo ¿Aún me sigues amando?

~Te amaré por siempre.

Sofía se paró de puntitas y depósito un pequeño beso en el rostro del joven, provocando que él le correspondiera con mayor intensidad.

Tan solo unas semanas después, la boda se llevó a cabo, en una Encantia totalmente nueva y esplendorosa, donde el dolor jamás se haría presente.

~¡Viva la duquesa Sofía! Gritó Amber con felicidad, mientras recibía el ramo de su hermana.

Sofía caminó hacía su padre y recargó su cabeza sobre su pecho.

~Gracias por acompañarme en esta aventura, por protegerme siempre y quererme tanto. Todo lo que soy te lo debo a ti.

~Eres mi orgullo Sofía, sé feliz hoy y siempre. Contestó besando su cabeza.

Hugo le sonrió a Roland y recibió a su esposa con orgullo.

~Te prometo que la cuidaré igual que tú, papá, la amo más que a nada en el mundo.

La pareja subió a su carruaje con destino al ducado de Albuquerque.

Por fin eran felices, todos los problemas que atravesaron quedarían en el pasado y podrían focalizarse en un nuevo futuro, lleno de nuevas decisiones y aventuras, pero sobre todo, libre de “venganzas del pasado".

Fin.

La venganza del pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora