Hasta su último día

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"Su tercer día..."

LLOYD HALE

Los chicos se fueron... Pareciera como si nos hubiesen abandonado en esta enorme ciudad. El mundo calló; dejaron de hablarnos a Eliz y a mí para mandar sus gritos a los demás miembros... Por instantes me sentí como una persona normal, sin fama, sin depresión ni fans.

Fui a una fiesta... Creo que fue así. No estoy pensando bien, solo sé que mis recuerdos están llenos de gritos eufóricos, con bebidas y luces de colores. Pero después del paraíso que me pudo ofrecer el alcohol y la compañía, me sentí sola, como si hubiesen matado a mis aliados junto enfrente mía. Creo que estoy ebria... La llave no encaja y mi mano tiembla... Sí, debe de ser por eso.

La simple canción del ascensor no hacia más que empeorar mis mareos. No pensé que sucedería, pero maldigo mil veces tener mi habitación hasta el último piso... de un edificio clasificado como de los más altos. Pero al menos no tendría que ir subiendo por las escaleras en tacones, ¡je, creo que esto es mejor!

El timbre sonó, y hasta ese entonces no me había dado cuenta de que estaba moviéndome en círculos leves, siguiendo el pulso de las vueltas que pasaban por mi cabeza. Avancé un paso y me tambaleé. Otro, casi caigo. Y al tercer, el vomito estuvo cerca de salir.

Caminé... Mi habitación estaba a solo algunos metros, pero podía sentir desde dentro un ambiente asfixiante, así como humo denso que se propaga tan fácilmente como la depresión lo hace. No pude respirar; estaba yendo hacia el problema, cuando debía de dar media vuelta y salir, ¿adónde me dirigía? ¿Había humo, o solo era mi cabeza nublándose por el alcohol?

Abrí la puerta... y una ráfaga de aire denso golpeó in rostro. No había nada asfixiante... al contrario, era bastante aire. Agité la cabeza, aunque eso me costara varios tambaleos, pero al final pude observar perfectamente qué sucedía dentro. Los sillones estaban bien... La televisión apagada, al igual de los focos y todo dispositivo que pudiera dar luz. La habitación se iluminaba por la presencia de los tantos edificios...

Sonreí, cerca de vomitar. Debía de admitir que esa era una de las mejores vistas que he tenido nunca... para mí, eso forma parte de un sueño cumplido. No fue hasta segundos después que me percaté de las cortinas de tela que se alzaban bruscamente ante cada ráfaga de viento que entraba por los cristales abiertos. Pero lo que más me dolió, fue no haberme percatado a la primera de que Elizabeth estaba sentada en la ventana, admirando... "admirando" con tristeza la enorme ciudad.

-E-eliz... -las arcadas me recorrieron la garganta al pronunciar su nombre. No sabía si aborrecía más la altura de mi habitación... o al alcohol que me cegaba de la realidad. Eliz me vio... se asustó y yo también temblé cuando mi mejor amiga estuvo cerca de caer-. C-cuid-dado... n-no te va-ayas a ca-aer... -Traté de avanzar a ella, pero cada paso me mareaba y no pude hacer nada más que recargarme débil en la pared.

Pero mi Eliz... ¿qué le pasaba? ¿La asusté tanto que la llevé al borde del llanto? ¿Por qué me veía con esos ojos cansados que transmitían lo roto de su corazón? Había algo mal... Todo estaba mal desde el día en que decidimos mostrarnos al mundo.

-E-eliz... -Seguí llamándola... en murmullos o en mis pensamientos, pero no paraba de repetir su nombre cada vez que veía lo cerca que estaba de caer. ¿Qué planeaba hacer? Lo de hace días había sido solo un... bajón. Lágrimas que mi Eliz necesitaba sacar. Debería de estar en paz ahora... ya que ya lo sacó todo. Entonces, ¿por qué quiere llorar de nuevo?

-L-loyd... -Me llamó cuando su voz colgó de un hilo. Y el mundo se me desmoronó cuando aquellos ojos azules como un bello cielo comenzaron a hincharse, tornarse rojos y desprender lágrimas. Los cabellos de oro de mi Eliz desaparecieron bajo la sombra de la luna... y dejaron al descubierto una cabellera chamuscada, como si el fuego la hubiese consumido por días. ¿Fue el fuego, o fue la depresión?

La realidad me recibió con un golpe de mazo... ¡Diablos! ¿Quién estaría solo "triste" cuando se va al balcón y admira moribundo a las estrellas?

-E-eliz... -Volví a llamarla y el mareo incrementó-. N-no lo ha-agas... -Avancé un paso.

-¡No te acerques! -gritó y... si yo daba un paso, ella se acercaba un centímetro más a la caída.

Me obligué a parar si no quería... si no quería... hacer más rápido su... su final. Sus manos apoyadas temblaban, también sus piernas que salían a enfrentar al cielo. Escuché sus jadeos llenos de dolor y cada gemido que soltaba cuando más lágrimas caían.

-No quería qu-ue me vieras... -dijo, ahogada en su llanto. "Ella hizo la fiesta...", pensé y millones de punzadas atacaron mi corazón. Veía aterrada los movimientos impacientes de mi mejor amiga... Estaba ansiosa por proceder al siguiente paso... aunque le costara hacerlo enfrente mío. "¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!"

-N-no lo ha-agas... -volví a repetir, avancé un paso, Eliz se alertó asustada y volví a retroceder...

"¿Eso es lo mejor que tengo por decir? ¿Por qué no solo le doy un último a brazo y le digo "buen viaje?", pensé y... entonces hallé la respuesta a toda pregunta... Dejarla ir. Dejarla ir... No puedo frenarla, ¿qué haré si lo intento? ¿Le gritaré, lloraré y abusaré de su paciencia? Tal vez pueda jalarla hacia aquí... pero mientras camine a ella, decidirá saltar. Y el último recuerdo que tendrá de mí será... ¿yo en contra de su voluntad, así como una niña chiflada? Entonces... debería de decirle lo tanto que la amo, pedirle que respire antes que nada, que se sienta bien al cometer su último deseo y ante todo... Y ante todo... ¿qué se dice cuando son las últimas palabras? Soy egoísta, pienso en mí cuando mi mejor amiga está al borde de la muerte.

-E-estoy asustada... -confesó Eliz. Cada minuto que pasaba, se tambaleaba con mayor fuerza hacia afuera... El tiempo se acaba, y ni siquiera pude decirle que la amo.

-Y-yo también... -Fue lo único que pude soltar. Y entendí que no podía decirle nada, aunque esté ansiosa. Una idea me cruzó la cabeza... Me aborrecí pero a la vez me di la razón. Se lo pediría... sería mi último deseo-. M-me... ¿m-me podrías d-dar un último a-abrazo...?

Eliz se movió, se tambaleó y temió ante la posibilidad de caer sin antes darme un abrazo final. Tembló y... bajó de la ventana. Aguardó quieta. Avancé un paso con mucho, mucho cuidado, y vi que me dejaba caminar hasta ella, así que lo hice, con pasos lentos. "¿Por qué tienes tanta confianza en mí, Eliz? ¿Por quién un suicida retrocedería de la muerte para conceder un último abrazo?", pregunté en mi interior y no hizo más que confirmar que la amaba así como uno amaría a una deidad que lo salvó.

Estuve cerca de ella. Alcé mis manos y... tembló con mucha tristeza, así como lo hizo días antes, cuando caía débil y en llanto entre mis brazos... Me acerqué más, con el mismo cuidado de un pétalo y la abracé. La abracé como si fuera un último abrazo... Me quería convencer de que así no era, pero mis ojos no engañaban.

Temía por abrazarme... Tal vez si lo hacía, se arrepentiría de saltar.

Comencé a llorar con ella. Aquel minuto pasó tan rápido como un segundo. Me apartó de ella y dio media vuelta, volvió a subirse a la ventana, y supe que esa vez no había vuelta atrás.

Retrocedí y le di su espacio. Temblé y lloré como nunca antes, solo que lo hacía en silencio, velando por mi mejor amiga que se tambaleaba cada vez más cerca a su final. Pero, cuando me vio, un escalofrío me recorrió la espalda como una víbora. Miró hacia el suelo, hacia el suelo que estaba a tantos metros de nosotras. Después vio las estrellas y... sonrió destrozada.

-Avanza despacio... -me dijo con sus últimas palabras-. No es una carrera hasta el final...

Y saltó.











NR—HastaSuÚltimoDía—ElSuicidioDelÁngel

~Ni Siete Ángeles~ [SEGUNDA TEMPORADA] - NRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora