La voz que acusa

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Narra Escritora



-¡¿Dónde mierda estabas?! ¡Eres un idiota. Ni siquiera sirves para pensar! -Lloyd le gritó a Rouke por el teléfono. Lo primero que la chica había hecho después de salir de la mansión fue llamarlo.

-¿Tengo la culpa yo? -respondió el jefe de mafia con mucha tranquilidad. Su voz en la llamada se escuchaba cansada, y era de esperarse, ya que eran las doce de la noche-. ¿Cómo diablos iba a esperar que una imprudente como tú hiciera tal cosa?

-¡Deberías de saberlo porque soy una imprudente. ¿O no?! -La sangre de Lloyd se alteró a tal punto que sentía su cuerpo ardiendo. Aquella reacción de Elizabeth nunca la había visto antes, y lo peor de todo fue que la tomó desapercibida.

-Lloyd... -la voz de Rouke la tranquilizó-. Dime qué sucedió realmente.

-¡No lo sé! -lágrimas volvieron a atacar a Hale. Nunca antes la chica había sentido tal impotencia y miedo, a la par de resentimiento-. Yo... Había venido a terminar con todo de una vez... Supuse que estaría sola, como siempre. Pero... -se sorbió los mocos y exhaló temblorosa-. En cambio la vi allí tirada. Elizabeth no se movía. Estuve a su lado, descifré qué la había matado y estuve a nada de romper su pecho con cada comprensión... Escupió agua y me maldijo -entre el caos que se desataba en su cabeza sonrió por el recuerdo de la risa de su mejor amiga. Seguidamente, el llanto siguió ahogándola-. Pero de la nada me apartó de ella. Me gritó como si fuera una persona rodeada de odio. ¡Ni siquiera sé que fue lo que pasó! ¡Ocurrió de la nada y ahora ella... Ella se fue de mi lado!

Un gemiqueo resaltó el punto final de la oración tan exaltada de Lloyd. La chica lloraba a mares, lo sentía como la traición de su mejor aliado. No podía parar el llanto, en un momento sus jadeos se escucharon por toda la cuadra donde venía caminando, tanto fue la tristeza que ya no podía controlar el volumen de su voz.

-¿Dónde está Acfred? -Rouke se escuchaba alarmado.

-¡Mierda no lo sé! ¡Lo único que me importaba era que Eliz viviera!

-¡Hale cálmate! ¡Lloriqueando no logras nada! -el mafioso calmó su tono de voz al notar como Lloyd disminuía su llanto-. Piensa. Acfred la manipuló. Quiere algo de ella.

-¿Qué hago...?

-Ahora mismo nada. Si te apartó fue por algo. No intervengas y no llames la atención. Estate alerta ante cualquier señal o llamada. Algo debería de suceder en unos instantes... Voy a colgar. -Sin más por decir, Rouke colgó la llamada y dejó a Lloyd a solas con su temor. La chica se mantuvo quieta; escuchando aquel pitido que llenó todos sus pensamientos. Tal vez debía de hacerle caso a Rouke, tal vez lo más prudente hasta ahora era parar de caminar y pensar.

Lloyd guardó su teléfono en el bolsillo posterior de su pantalón y miró hacia sus ropajes. La camisa de tirantes que anteriormente era blanca ahora estaba teñida del rojo de la sangre. Sus calzas estaban rotas de las rodillas para abajo, y su piel estaba hecha un desastre. De la nada un golpe de la realidad la azotó fuerte, y hasta este punto, se percató de la bala enterrada en su hombro izquierdo.

La mujer miró hacia el oscuro cielo el cual estaba adornado con una lluvia de estrellas e inhaló el frío aire que la rodeaba. Las luces a sus costados iluminaban varios metros de las aceras de cada casa del vecindario. Era un típico escenario de la soledad que atormenta a cada persona. Lloyd reanudó la caminata que su llanto había detenido y se dirigió hacia el hospital más cercano. El cual en pie, fácilmente llegaría en diez minutos.

Y eso hizo: caminó con una mano en la gran herida de la cual ya no salia sangre a mares, entre las horas transcurridas, el fluido se había secado en la piel. Parecía que el dolor sentido en el pecho al ver a Elizabeth cercana a la muerte había sido suficiente para ignorar la bala atravesada en su hombro. Cuando la chica volvió a la realidad, aquel dolor se había intensificado a tal punto que se le complicaba bastante caminar. El tiempo pasó rápido y sin notarlo, delante de Lloyd se encontraba el hospital.

Sin más remedio o segundas opciones, entró y como era de esperarse por su apariencia, fue el punto de vista de cada ser humano presente. Ignoró aquellos ojos que la acusaban y se acercó a la sala de cuidados intensivos. Donde con la preocupación de un país próspero, los doctores y enfermeras la trataron inmediatamente.

-¿Qué tenemos aquí? -Preguntó un hombre mayor de al menos cuarenta años que se mostraba sorprendido por tal herida. Sentaron a Lloyd en una camilla, le inyectaron un par de cosas y entre ellas la anestesia.

-Parece que llevas una doble vida. -Rio el doctor mientras que preparaban sus utensilios para sacar la bala de la piel.

-No se confunda. Eso no es vida. -El gesto sin vida de Lloyd le arrebató toda alegría al doctor-. Háganlo rápido. Mi doble vida es peligrosa, tanto que si no nos apresuramos, puede que mis enemigos ataquen el hospital.

Todos los doctores presentes asintieron con miedo. El mayor procedió a encajar unas pinzas dentro del hombro de Lloyd para separar la piel y hacer del proceso algo más fácil.

-Tuviste suerte. Centímetros más a la derecha y la bala hubiese impactado el corazón -la voz cansada del doctor hizo que sus palabras valiesen más para Lloyd. A pesar de la anestesia inyectada en grandes cantidades, sintió y oyó como la bala se revolvía entre la piel. Miró hacia su derecha y el proyectil ahora descansaba en una charola de metal. Las enfermeras presentes tomaron vendas y procedieron a vendar la herida.

El tono de llamada del celular de Lloyd resonó entre las cuatro paredes. La chica se esperaba a Rouke, o incluso a alguno de los integrantes de la banda. Pero al contestar y escuchar aquella voz calmada y aguada, notó que se trataba de Elizabeth Baker.

-Ven cerca de las instalaciones de la empresa. -Antes de que Lloyd pudiera responderle, o siquiera emitir alguna clase de ruido, Elizabeth colgó la llamada. No lo pensó dos veces, de un brinco bajó de la camilla y salió corriendo fuera del hospital. Aquel lugar que nombró su mejor amiga estaba a quince minutos de su posición actual. Pero no importaba. Puede que sea ese el algo del que habla Rouke. Se quemará las suelas de sus pies al correr, pero el ver de nuevo a Elizabeth, bastaba para impulsarla a volar.





















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~Ni Siete Ángeles~ [SEGUNDA TEMPORADA] - NRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora