La chica melómana

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Un día...


Elizabeth tomó su guitarra y se sentó en su cama frente a la cámara encendida. Dio un par de suspiros pesados los cuales salían temblorosos ante su nerviosismo por mostrar algo que nunca antes deseó revelar. Cantaría sobre su niñez perdida. Es así como ella le dice a esos tiempos de primaria y secundaria, donde gracias a su sobrepeso sufría de burlas constantes, además de no tener siquiera la oportunidad de defenderse ya que al ser extranjera de un nuevo país, no lograba dominar el lenguaje.

Elizabeth lo recuerda como si hubiese sido ayer. Recordaba los rostros de los niños, cuántos eran en el grupo, sus nombres, apellidos, gustos, inteligencias y desilusiones. Odiaba admitir que conocía muy bien esos chicos y chicas. Nadie se lo dijo, pero Elizabeth abría muy bien sus ojos a cada detalle y oía cada susurro.

Mientras que colocaba correctamente la cámara, la imagen de una chica en especial le llegó a la cabeza. Se llamaba Ibeth Garza; una chica de ojos color marrón claro, sus cabellos eran largos y oscuros, y su cuerpo perfecto, además de apariencia divina, la hacían ser la más popular de su entorno. Era ella quien hizo de su vida un infierno. Elizabeth recordó como Ibeth la esperaba siempre a la entrada de la escuela, la chica siempre la recibía con una sonrisa sádica, seguidamente, tomaba a Eliz por los cabellos y la arrastraba por las rocas afiladas hasta llegar a los baños.

Lo que seguía era lo peor, ya que ocho compañeras más la esperaban en los baños, y entre las nueve, demarcaban a golpes el débil cuerpo de Elizabeth Baker. Eliz siempre se limitaba a llorar, abrazar sus extremidades y esperar a que el timbre sonara lo más pronto posible. Los maestros nunca existieron: no preguntaban por sus moretones, ni por sus lágrimas secas, y mucho menos por su inseguridad. Junto a las chicas, eran los profesores quienes llenaban de estrés la pobre mente de once años de Elizabeth.

Lo recordaba tanto que sintió la risita burlona de Ibeth a sus espaldas. Sacudió la cabeza para echar lejos los pensamientos, se estiró para encender la cámara, y, a punto de tocar el gran botón rojo, recordó la absurda razón por las burlas y golpes; su apariencia. Los ojos claros y azules le robaban a más de uno un suspiro. Sus cabellos de oros caían como cascada por encima de su espalda regordeta, y aquellos mofletes rosados la hacían ver más tierna que bochornosa. Apariencia y sobrepeso...

Tocó el botón rojo, se reincorporó en su cama y comenzó a tocar los acordes correspondientes a su canción. Las cuerdas temblaban y creaban de la vacía habitación más alegre. Pensó en una frase escrita por Alex Elle: "Ofrécete a ti mismo el perdón que le concedes a los demás. Te lo mereces."

-Han pasado años y he olvidado los detalles... -comenzó a cantar con su semblante triste y voz honda- pero, créeme que recuerdo cuando te veo por la calle. Me pregunto si en tu memoria se quedó la mirada de terror que expresaba en cada salón al que entrabas -en cada palabra nacía un nuevo rostro el cual era culpable de su infancia perdida. Ibeth Garza se mostró más de tres veces en su cabeza, y en cada aparición, fruncía el ceño-. Solo aveces me encuentro reviviendo el recuerdo. De las cuatro paredes del baño que me encerraba. Esperando a que tú nunca me encontraras. Para tu propia diversión necesitabas promover mi humillación... Y cuando me odié a mí misma, ¿te hizo sentir mejor? Y es que me pateaste cuando ya estaba en el piso. Hasta me dieron la espalda mi propios amigos. Como una maldición inquebrantable, me volví el mártir que tú condenaste. Pero, cada palabra, cada burla y cada comentario, afortunadamente sí que me cambiaron. Porque juraste que ibas a destruirme, y solo lograste hacerme invencible.

La palabra "invencible" la cantó con la energía de una persona asustadiza revelando sus miedos. La letra que venía la hizo recordar a una maestra en particular, la cual al escuchar una vez sobre el sueño de Eliz, se echó a reír a carcajadas, diciendo: "Eso es patético. Mejor aprende a cocinar y barrer, ya después harás lo que tu marido guste. No tienes voz, y nunca podrás cantar bien frente a personas."

-Hubo una maestra que siempre decía que mi voz jamás se escucharía. ¡Escúchame, mírenme. A ver si reconocen estos mismos ojos que ya no se esconden! Y si le cuentas a los tuyos sobre lo que me hiciste para que ellos sean mejores de lo que tú fuiste conmigo. Que no tenía equipo, ni respaldo ni amigos, dejada al exilio... Hasta el más cruel madura y se retracta. Siento que me tomará tanto echarlo en cara, y es que me tomó ocho años reparar mi alma...

Miró con ira hacia la cámara. Su semblante triste ahora se mostraba triunfante, porque sabía perfectamente que Ibeth Garza, la maestra, los compañeros y reconocidos verán ese video, y recordarán cómo aquella pequeña niña a la cual molestaban, ahora con su triunfó en su sueño y es el centro de las revistas a las que alguna vez ellos admiraron.















Lamento la demora, me tomé unas vacaciones para arreglar mi cabeza xd
La canción que canta Elizabeth la copié de un video de YouTube. Pueden encontrar a  la cantante como "by Mila", y la canción se llama: "le escribí una canción a los que me hicieron bullying".
No sé bien cuando regrese con otro capítulo, pero lo tendrán :)

 No sé bien cuando regrese con otro capítulo, pero lo tendrán :)

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~Ni Siete Ángeles~ [SEGUNDA TEMPORADA] - NRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora