Capitulo 36: trabajito.

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-Entre tanto dentro de la mansión Solo, el pelirosa estaba andando por los pasillos tranquilamente manteniendo la vista firme hacia adelante y algo estática, pues no la movía a alguna parte de su alrededor, aunque de todas formas podía ver su alrededor gracias a las retinas por eso en el camino se detuvo en frente de un recuadro del peliazul para enderezarlo. Luego de eso es que su camino continuo caminando por aquel pasillo hasta que fue a parar en las escaleras, se apoyo desde el barandal para ir bajando de apoco escaño tras escaño hasta que ya no quedara alguno por el cual pasar es que empezó a andar por el primer piso de la mansión soltando un pequeño suspiro.-

-Despacio miro hacia los lados de su alrededor empezó a caminar un poco mas acelerado para que de aquel momento llegase al jardín donde fue aquella fiesta en esa noche para así enfocarse en ir limpiando el mantel de aquella mesa doblegando lo rápidamente para ir a guardarlo en su cesta en espera de que la lavandería se encargase de limpiarla como es debido pero ante el silencio del pelirosa una llamada comenzó a resonar en el medio para llamar su atención, cosa que tomo con cuidado entre sus manos para responder.-

Sorrento: ¿Hola?

[¿Hola? Disculpe que no haya podido llamar antes ya que tuve unas complicaciones con respecto al transito pero por fin pude traer todo lo acordado.]

Sorrento: ¿tiene la etiqueta?

[Efectivamente, aunque su por es alfo repugnante.]

Sorrento: entre mas se cocine mejor huele, así que por favor mantenlo encerrado en ambiente caliente para que empiece a cocinar se de antemano.

[Si, si... Oye ¿y como van las cosas ahí? Escuche que ahora están de niñeras de un niño que están buscando.]

Sorrento: oh si, son por casos de delincuencia.

[Uuhmm.. Bueno, solo espero que el señor no vaya a hacer una locura.]

Sorrento: lo dudo mucho, el señor Julian jo es de esa mentalidad salvo de su hermano que no tiene remedio, pero estoy seguro que estará bien.

-Un ligero silencio se presento en el emisor de la telefonía por cortos segundos.-

[Ok, en ese caso espero poder verlos algún día. Tal vez cuando pase por ahí, por ahora estaré esperándote en la entrada de la casona para cuando pases a recoger las cosas esas porque si me ven con esto no quiero ni imaginar.]

-El pelirosa seguía avanzando por el camino para entonces solo ir de camino a la puerta.-

Sorrento: si estoy en camino, te avisare cuando este cerca.

[¿Tu amo esta en a mansión?]

Sorrento: esta en su trabajo, aunque no debe tardar en venir de regreso.

[Mejor hazlo rápido si no quieres que te vea con esas cosas.]

Sorrento: lo sé, será una sorpresa para el aunque en primer lugar dejó ocuparme de algo.

[Creí que ya lo tenías resuelto.]

-El pelirosa abrió la puerta de su auto antes de poder entrar al asiento del piloto, conectar al teléfono en su porta celulares frente del volante en lo que se preparaba.-

Sorrento: lo tenia pensado hacer, pero ante estos nuevos inconvenientes y ahora teniendo la presencia del joven Kido tengo que ralentizar un poco el proceso.

[¿Joven Kido? No me estas jodiendo ¿tienes a uno de la mansión de los Kido dentro de allá?]

Sorrento: así es.

[Ouh cielos...]

-El pelirosa termino de abrocharse el cinturón de seguridad para empezar a arrancar.-

Sorrento: sé que suena raro pero es por mera seguridad, el señor Julian lo ha decidido de esa manera por lo que no puedo negarme a su decisión.

[Nada mas te digo que eso va a significar problemas.]

Sorrento: supongo, pero el joven es muy calmado, no creo que sea para tanto.

[Tsk, como sea pero cualquier cosa sabes que esos chicos son un tanto aristócratas ya que viven en un mansión cuidados por el mismo dueño y ahora dueña como si fuesen gran cosa.]

Sorrento: solo habrá que ver en el tiempo que estaremos para decidir que pasa.

[Bien, te estaré esperando así que mas te vale ir rápido.]

Sorrento: esta bien.

-Y cuando la llamada fue terminada el pelirosa suspiro con algo de pesadez antes de seguirse acomodando en el asiento del piloto preparando el auto para ir avanzando fuera del sitio para así mismo tener que ir a la carretera dejando la mansión del peliazul poco a poco hasta ya perderlo de vista, hundiéndose en el tránsito de miles de autos casi iguales a los de él, ruidosos e inmóviles, eran el mando perfecto para el movimiento sigiloso que emprendía el pelirosa.-

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