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Julio 2022...

Hace algunos años que con mi familia viajamos a Francia, Lyon. Esto porque, mi tía Rebeca, hermana de mi madre junto con su esposo mi tío francés Thierry viven allí.

Cuando lo hacemos, suele ser el único mes o meses del año (depende de nuestras vacaciones) en la que puedo ver a Camile, mi prima. Gracias a ella, es que he desarrollado el francés como segundo idioma.

A diferencia de los años anteriores, este año mis padres han decidido viajar entre algunos países de Europa para conocer más. Estuvimos en España durante 2 semanas, luego viajamos a Italia donde nos quedamos 1 semana, y ahora es el turno de Inglaterra. Nunca había estado en tanto aeropuertos.

—¿Tú pasaporte? —pregunta papá.

—Aquí está —lo saco de mi chaqueta.

—¿Y el tuyo? —le pregunta a mi hermano, Ivan.

—¿Es necesario hacer esto en cada aeropuerto? —pregunta él.

—Claro, ¿qué pasa si lo pierdes?

—Aquí está, papá —Ivan le entrega su pasaporte—. mejor quedatelo tú.

—Bien.

Mamá aparece a nuestro lado con Lilian, mi hermano pequeño, quien se encuentra en sus brazos dormido.

—¿Cuánto falta para el embarque? —pregunta mamá.

—Unos 10 minutos —responde papá—. ¿quieres que lo cargue yo?

—No, iré a sentarme un momento.

Da media vuelta, y se acerca a los asientos que están mientras uno espera para subir al avión.

Camile llega con los cafés que había quedado de comprar. Mi tía que venía con ella se va a sentar con mamá.

—Moccachino, para ti —me entrega mi café—. y, latte para ti —tiende su brazo hacia mi hermano.

—Gracias, Camile —mi hermano le dedica una sonrisa.

Camile se nos queda mirando durante unos minutos, en silencio. Ivan y yo tomamos un sorbo de nuestros cafes.

—Ustedes cada vez se parecen más.

—Somos mellizos —Ivan se encoje de hombros—. se supone que debemos hacerlo.

—Por desgracia —bromeo.

—Puedo apostar que mis genes son los que aportaron nuestra belleza, así que, deberías estar agradecida —dice con orgullo.

—Sí, claro.

Por alto parlante, comienza a decir el código de nuestro vuelo. Por lo que, papá comienza a organizarnos para proceder a subir en el avión.

Luego de un momento de papeleo, ya nos encontramos en nuestros asientos para esperar el despegue del avión.

A mí derecha tengo a Ivan, y mi izquierda se encuentra Camile. Mi hermano observa todo bastante nervioso, como acostumbra hacerlo, pues, le tiene miedo a los aviones, siempre cree que vamos a morir.

—No vamos a morir —susurro.

—Eso no lo sabes —responde.

—Por dios, Ivan —ruedo los ojos—. no te darás ni cuenta, y estaremos en Londres.

____

Y así fue, el vuelo duró aproximadamente 2 horas desde el aeropuerto de Milán, hasta el aeropuerto de Londres.

Como de costumbre, tuvimos que enfrentarnos a otro momento de papeleos, pero, en lo que menos esperaba ya nos encontrabamos en el taxi de camino a el hotel St. Paul Hotel's, el cual queda aproximadamente a 30 minutos del centro de Londres.

Cuando llegamos, el reloj marca las 1 p.m. estamos en un horario perfecto para salir a recorrer.

—Tomen —papá se acerca a nosotros—. aquí están las tarjetas de su habitación. Ivan tú estas con tú hermano, y ustedes dos —nos mira a Camile y a mí—. están juntas.

—Ordenen todo, y luego son libres —comenta mi tío Thierry.

—Papá, no necesitamos de tú autorización para ser libres, tenemos 18 años —sonríe Camile.

Acordamos apróximadamente unos 20 minutos para dejar todo listo, y poder salir del hotel. Camile se encargara de ser nuestra guía turística, eso porque ella ya ha estado aquí un par de veces.

...

Ivan golpea la puerta de nuestra habitación reiteradas veces, hasta que por cansancio me acerco a abrirle.

—Dijimos 20 minutos —me cruzo de brazos.

—Eso es una exageración, en 10 minutos se puede dejar todo listo.

—Es tú hermana la que se tarda más, yo estoy casi lista —agrega Camile.

—Bien, en 5 minutos tengo todo listo. Ahora, vete y esperanos afuera.

—5 minutos ________, 5 minutos.

—¡Que sí, Ivan! —resoplo.

Voltea, alejandose de la habitación. Cierro la puerta, y vuelvo a mis cosas para continuar ordenando.

Como lo he prometido, en 5 minutos Camile y yo salimos de la habitación en dirección a la salida del hotel.

—Estaba por irme —Ivan dice al notar nuestra presencia.

—No tarde más de 5 minutos —fulmino con la mirada a mi hermano.

—Vamos —dice Camile—. quiero llevarlos a una cafetería muy buena de por aquí.

Camino unos 15 minutos, hasta llegar a la cafetería de la que hablaba Camile. Una vez dentro, tomamos asiento en una de las mesas del lugar, y un chico se acerca para atendernos.

—Buenas —sonríe—. ¿qué se les ofrece?

—Un jugo natural de frutilla, más un muffin con chispas de chocolate, por favor —respondo.

—Yo... lo mismo que ella —agrega Ivan.

—Un pastel de limón, con un té —le sonríe Camile.

—Bien, en un momento les traigo lo que han ordenado —el chico le devuelve la sonrisa a Camile.

Da media vuelta, para acercarse a lo que parece ser la cocina.

—Creo que ya sabemos porque te gusta esta cafetería —Ivan le sonríe malicioso.

Crétin —Camile le muestra su dedo corazón.

Acaba de decirle cabrón en francés. Nos pasa mucho que cambiamos de idiomas en nuestras conversaciones. De momento podemos estar hablando en francés, luego en inglés y terminar con el español. Aunque, mi prima no maneja muy bien este último.

Mientras esperamos nuestro pedido, conversamos sobre el itinerario que Camile nos tiene preparado.

—¿Y bien? —pregunto—. ¿cuál es el elemento sorpresa de tú organización?

—¿Están preparados? —pone tensión a la situación.

—Anda, suelta ya —dice Ivan.

—Deberías practicar tú paciencia, primo —Camile rueda los ojos—. soirée de fête, soirée alcoolisée.

Genial —sonríe Ivan.

Con su mirada sé que no es tanto su entusiasmo. No nos malinterprenten, no somos de odiar las fiestas, por el contrario, nos encantan. Pero, entre las fiestas latinas, y las europeas, nos quedamos con las latinas. Sin embargo...

—Fiesta, es fiesta —comento.

—Y esta será la mejor de su vida, se los prometo —sentencia Camile.


Más allá de la frontera ~ Paddy Holland & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora