28 de junio de 2019 (Parte 3)

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  Bajamos por el mismo camino de la primera cita, dirección al sur y me lleva a una cala escondida y solitaria.

   Saca del coche un bolso de tela, su mochila y la mía. Me coge de la mano y nos dirigimos a la playa. Nos ponemos cerca de la orilla y vuelve a sacar el mantel. Lo extendemos en la arena y ponemos nuestras cosas encimas.

   Me siento mirando al agua, a pesar de ser mar abierto, está tranquilo y, a veces, se reflejan las estrellas. Es una noche preciosa y, además, no hace frío, se está bastante bien.

   Cierro los ojos, respiro profundo y me dejo llevar por el sonido de las pequeñas olas en la orilla. De repente, siento que Amelia se pone de rodillas detrás de mí y me abraza.

- ¿Qué piensas? - abro los ojos y apoyo mi cabeza en la suya.

- En lo mágico que es todo esto, en lo mágica que eres tú y en lo enamorada que estoy.

- ¿Eso significa que te gustó la sorpresa?

- Me encantó, mi amor. Gracias.

- Aún no ha terminado - se quita la ropa delante de mí y... También se quita el bikini dejándome a la vista su hermoso cuerpo - ¡Vamos!

     Me levanto, sigo sus pasos y me dejo el bikini.

- ¡Oye, no! Quita eso, tramposa - la miro y entiende lo que quiero. Se acerca a mí, empieza a besarme y lleva sus manos a mi espalda. Me acaricia de arriba a abajo y se para en el nudo para empezar a deshacerlo.

   Me quita la parte de arriba, se separa y me mira mordiéndose el labio. Su mirada se clava en la parte de abajo y sin perder tiempo me la quita. Me da la mano y nos acercamos al agua. Está fría, pero no nos importa porque en seguida la calentamos nosotras.

   Nos metemos hasta donde solo hago pie yo y Amelia se abraza a mí. Sentirla completamente desnuda y pegada a mí es maravilloso. El agua contrarrestra, de alguna manera, el calor de nuestros cuerpos. Nos besamos, nos sentimos, nos amamos y por increíble que parezca, nos hacemos el amor bajo la luz de las estrellas.

  Por primera vez no nos reprimimos los gemidos, dejamos que la soledad de la noche sea testigo de nuestra pasión. Tengo tanto miedo de que todo esto sea producto de mi imaginación... Pero su mordida en mi labio disipa cualquier duda.

   Mi mano baja su centro, quiero oírla, de nuevo, quiero que grite mi nombre y haga eco en este lugar.

- No pares, amor.

- Grita mi nombre, Amelia, por favor - subo la intensidad de mis movimientos hasta que noto que va a explotar. Mi nombre siempre había sonado precioso  con su voz, pero ese grito es mi perdición.

  Apoya su cabeza en mi hombro exhausta e intenta calmar su respiración para poder hablar.

- ¡Wow!

- ¿Esto ha sido mágico o he sido yo?

- Las dos cosas: ha sido mágico y tú también lo eres.

   Me besa en agradecimiento y salimos del agua. Saca las toallas y me quedo mirándola.

- ¿Qué pasa?

- ¿Dos toallas? - le quito una y nos envuelvo a las dos con ella - Así mucho mejor - Le doy un beso en la nariz y sonríe.

- Tienes razón, así mucho mejor - se apoya en mi pecho y nos quedamos así un buen rato.

- ¿Nos sentamos? - asiento, le doy la toalla y coloco la otra en la arena junto con el mantel para hacer el espacio más grande. Me giro y la veo mirándome mientras se muerde el labio.

   Me da vergüenza, aún, que me mire así, así que me siento rápido para taparme y la obligo a sentarse delante de mí. Me da la toalla, la paso por detrás de mí y hago que ella la agarre por delante suya. Estamos tan pegadas que nos da perfectamente para ambas.

   La abrazo por la cintura y apoyo mi cabeza en su hombro. Nos quedamos mirando el agua y algún que otro pececillo que sale a la superficie.

- Quiero parar el reloj en este instante - susurro. Tengo miedo de hablar más alto y romper la magia del momento.

    Estamos un rato bastante largo sin hablar. Paramos el reloj... A nuestra manera.

- Luisita...

- Dime, preciosa

- Tengo miedo.

- ¿De qué?

- De que esto sea una fantasía, que tú no estás conmigo, que te canses de mí, de esto, de escondernos. De que conozcas a alguien mejor...

- Amelia, para... Ya hemos hablado esto, mi amor. Te esperé casi toda mi vida, no voy a dejarte escapar. Y no, no es una fantasía, es real, somos felices, eres feliz. No tienes que sentir miedo por estar feliz - suspira y vuelve a relajarse en mis brazos. Le doy un beso en la mejilla y la noto mojada. - ¡Mi amor! ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿He dicho algo malo?

- No, no... En absoluto. Ya está, perdona.

- No, perdona, no - me levanto y me pongo frente a ella de rodillas. - Háblame, cariño. Dime.

- No sé, Luisita, simplemente he explotado. Quiero sacar toda la mierda del pasado de una vez, dejar de atormentarme por él y disfrutar, seguir disfrutando contigo.

- ¿Segura que es solo eso? - asiente - En ese caso, llora, mi amor. Yo voy a estar aquí llenando de caricias el espacio que vaya quedando dentro de ti.

   Me mira con esa carita de bebé y se me derrite el corazón. Me siento en la arena, la agarro por el culo y la siento sobre mis muslos para abrazarla. Llora... Llora mientras mi mano se pasea por su espalda y mis labios dejan algún que otro beso en su hombro.

   Para cualquier otra persona este momento estropearía toda la noche, pero para mí no. Estos momentos son importantes para mí, para que ella se sienta bien consigo misma y pueda quitar ese peso de sus hombros.

   Es importante que tu pareja te tenga confianza para que te cuente o te hable de cualquier cosa que ronda su cabeza y que sienta que, realmente, te importa por muy absurdo que parezca. Y también es importante para que se haga una relación sana y fuerte. Eso es lo que quiero con Amelia, una relación fuerte. Entonces si una se tambalea, la otra está para mostrar apoyo y despejar cualquier duda.

   Además de todo, está sirviendo para desahogarse de todo, de esos tres meses también y eso es lo que yo quiero.

   Cuando se calma, se separa un poco, me coge la cara y me besa.

- Mmmm... Salado, mi sabor favorito - se ríe y me pega en el brazo. - ¿Te sientes mejor? - Oye, amor, no tienes que responder si no quieres, pero ahora que estamos así, me ha surgido una duda.

- Dime

- ¿Puedo saber que otro factor hubo para que pasara lo de... Bueno, lo de Hugo? Porque dudo que solo yo haya causado eso...

   To be continued...

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   El sábado última parte de este maravilloso día!

   Un besazo para todxs 😘 pórtense bien! (O no... Jajajaja)

La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora