3 de septiembre de 2019

964 77 35
                                    

    Sigo ayudándola con la decoración y colocación de las cosas en la clase. Estamos más sueltas que ayer, aunque aún un poco precavidas con todo. No queremos que Lourdes se entere por nada del mundo porque el miedo a que despida a Amelia aún sigue ahí.

    Cuando nos quedamos solas, que es la mayor parte del tiempo porque todas están ocupadas en sus clases. Los besos y los roces van y vienen, nunca tenemos suficiente y tampoco lo vamos a tener jamás. Ella es una adicción para mí, siempre me parece poco cuando me besa, cuando me toca, cuando me mira...

    Entre beso y beso, le doy mi opinión y la molesto con todo lo que pueda solo por hacerla "enfadar" y quitárselo con otro beso que acaba en sonrisa. Es precioso el punto en el que estamos, en como, poco a poco, vamos normalizando nuestra relación, incluso con nuestro alrededor. 

   Hoy se lo contamos a Carolina, la profe que va a trabajar codo a codo con ella porque está en la clase de al lado. Es la tutora de 3ro, así que hasta las excursiones serán con ella y, además, es mi seño, ella fue mi tutora dos años seguidos y ahora es como una amiga para mí, aunque la llame "seño" en vez de por su nombre.

- ¡Carolinaaaa! - grita Amelia

- ¡Dimeeee! - ¿por qué son así? Parece que están vendiendo pescado en el mercado. (Pescado, ¿lo pillan? Porque somos lesb... Bueno, Luisa, déjalo...)

- ¡Veeeeeen! - a los 5 segundos, aparece por la puerta.

- ¿Qué pasó?

- Tengo que contarte una cosa importante.

- ¿Me vas a contar, POR FIN, quién es tu nuevo amor?

- Algo así - se ríe y me mira - Digamos que ya conoces a mi nuevo amor.

- ¿Lo conozco? ¡Mierda, Amelia! ¡No me dejes así!

- Carol, no es "lo" es "la".

- ¿Laaaaaa? - me mira - No me digas que... - Nos señala a las dos y Amelia asiente - ¿Quééééé? ¿¿¿¡LUISITAAAA!???

- ¡Baja la vooooz, locaaaa! No lo sabe nadie, bueno, sí, pero no están cerca, así que, por favor, discreción.

- ¡Perdón! Pero es que me acaban de hacer muy feliz, o sea, me deja un poco perpleja por la edad, pero me hacen muy feliz. ¡Con Luisita! Amelia, no pudiste tener mejor suerte, créeme. Me alegro un montón por ustedes y si me necesitan en algún momento, estoy disponible. ¡DIOS, QUÉ FELICIDAD! - nos abraza y no nos deja respirar de la emoción. Admito que casi se me sale una lagrimilla, pero aguanto como una campeona.

   Aún no me acostumbro a que se tomen bien la noticia después de lo de mi madre, aunque las cosas con ella están de las mil maravillas y ahora no hace más que preguntarme cuándo va a ir Amelia a comer a casa para prepararle su comida favorita. Ahora mismo la quieren más que a mí, aunque lógico y normal si mi mujer es maravillosa y tiene a todo el mundo comiendo de su mano.

- ¡Ay, chicas! Perdón por la efusividad, pero es que no me podían haber dado mejor noticia... En fin, mejor sigo arreglando mi clase, que sino no acabo... Ya me contarán con detalles todo, por favor.

- ¡Sí! Cuando quieras - se va y nos echamos a reír - Una menos. Menos mal que estamos haciendo esto, amor... Porque ya no sé cuánto más puedo aguantar sin besarte aquí dentro y tener miedo a que nos pillen.

- Bueno, aún nos quedan unas cuantas, pero sí, poco a poco... De momento, en tu planta estamos a salvo de posibles paros cardíacos... - se acerca mucho demasiado a mi cara y se queda mirándome - ¿Qu... Qué?

- Que ya, mejor, cállate y bésame, ¿no? - no hace falta decirlo dos veces y acorto la poca distancia que queda entre nuestras bocas.

   Estoy obsesionada con sus besos y sus labios. Estoy obsesionada con toda ella. Llevo un año con ella y aún no me hago la idea de que tengo a mi lado a la mujer más maravillosa que haya pisado la tierra (perdón, mi preciosa Wonder Woman, pero es que Amelia está a otro nivel).

La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora