24 de octubre de 2019

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   Ya no voy tanto por el colegio, me he acabado cansando de la actitud de Lourdes, de su existencia y hasta de verla respirar. Aunque, tengo que decir que, gracias a todo esto, la relación entre Amelia y yo está cada vez mejor y estamos más unidas aún si cabe.

   Pero tampoco voy a darle el lujo de hacerla ver como ganadora (a Lourdes). Entonces, de vez en cuando me paso por el colegio porque también me apetece ver al resto de profesoras que se están portando de 10 con nosotras dos.

   Ese día, la casualidad, que cuando llego Irene me dice que tengo que hablar con 5to y 6to para recoger dinero de una actividad de los grupos de tarde, así que aprovecho que me sé el horario de mi mujer para ir a 6to cuando esté ella. De momento, me quedo en la sala de profesoras, en donde me saluda antes de ir a infantil.

- ¡Ay, mi amor! ¿Y qué haces aquí? - se acerca y me da un beso.

- Bueno, quiero ver a mi preciosa mujer. ¿No puedo?

- ¡Sí! Todas las veces que tú quieras, pero ten cuidado, ¿vale? - me acaricia la cara y cierro los ojos. Cuando los vuelvo a abrir, me está sonriendo de una manera tan dulce que hasta la miel se hubiese derretido -¡Eres preciosa! Bueno, dime ¿qué haces?

- Estoy haciendo el trabajo, ahora que me vino la inspiración. Pero, qué pereza, Amelia, no me gusta nada esto.

- Amor, solo te queda esto. Último empujón para que entres en el mundo laboral, pero el de verdad, no unas clases particulares. Verás que valdrá la pena - la agarro de la cintura y la siento encima de mí para abrazarla e impregnarme de su perfume - Luisita, sabes que si fuera por mí, me quedaba aquí toda la vida contigo, pero tengo que trabajar...

- Espera un segundo. Quiero que se me quede tu perfume para no echarte tanto de menos

- ¡Qué boba eres! Me voooy - se levanta, me da otro beso y se va.

  A los pocos minutos entra José.

- ¡Ay, chuchi! ¡Qué alegría verte por aquí! - se acerca y me pasa las manos por los hombros, bajando (in)discretamente a mi pecho. Pego un salto en la silla y me aparto.

- ¿Qué haces, José?

- Lo siento, Luisita. No iba con esa intención, te lo juro, solo quería abrazarte...

- Pues me dices que me levante, pero no me toques así... ¿Fuiste tú, no?

- ¿Yo qué?

- Fuiste tú la que le dijiste a Lourdes de mi relación con Amelia...

- ¿¡Qué!? ¿De dónde sacas eso, Luisita? Yo no le dije nada. No soy así y, además, que ustedes dos fueron las primera que me acogieron al llegar aquí... Te juro, Luisita, te juro que yo no fui.

- Más te vale no mentirme, José. Me acabaré enterando y será peor - me levanto y voy al baño. Al volver, se había ido y me había dejado una nota.

   "Sé que no me crees y es respetable. No me conoces de nada, es normal que dudes de mí, pero jamás le haría daño a personas tan maravillosas como ustedes dos y mucho menos con la hermosa pareja que hacen. Lo siento por todo, nunca he querido incomodarte...

   Con cariño,

       José".

  Quería pedirle disculpas por dudar de ella, a pesar de que, en su momento, le dije a Amelia que dudaba que hubiese sido ella, pero visto lo visto... No sé de quién debo fiarme. Bueno, sí, sí lo sé y son Cris y Carol...

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La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora