28 de junio de 2019 (Parte 2)

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  Me levanto para limpiar la vajilla, Davinia se va a su habitación y Amelia se queda conmigo recogiendo la cocina. Cuando acaba, me abraza por la espalda y me besa el hombro. No hablamos, no hace falta decir nada, ese abrazo está cargado de sentimientos.

   Termino de fregar y me doy la vuelta para poder mirarla a la cara, a esa que esculpieron los dioses.

- ¿Qué? - me pregunta con una sonrisa

- Nada, solo miro mi obra de arte favorita - me besa en respuesta, pero es un beso con un sabor diferente. Sabe a agradecimiento y felicidad.

- Te amo - dice al separarse y apoyándose en mi frente.

    Un flash nos saca de nuestra nube y cuando miramos, vemos a Davinia con el móvil en las manos. Nos había sacado una foto en esa postura y nos la enseña orgullosa.

  Sinceramente es una foto preciosa y se puede ver perfectamente el amor que nos tenemos

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  Sinceramente es una foto preciosa y se puede ver perfectamente el amor que nos tenemos. Es verdad eso de una imagen vale más que mil palabras.

- Pásamela. Ya tengo fondo de pantalla nuevo - le doy mi número y me la pasa. Se la enseño a Amelia feliz y se empieza a reír - ¿Viste que novia más guapa? Es mía - le saco la lengua y todas nos reímos.

- ¡Venga, anda! A cambiarse las dos que nos vamos - sin ponernos de acuerdo, Davinia y yo hacemos la postura militar a la vez. Nos miramos sorprendidas y nos vamos riendo a las habitaciones.

   Al poco rato, vamos camino a casa de mi suegra y estoy nerviosa, hace mucho que no voy a verla y me estaba oliendo una mini bronca por no honrarla con mi presencia.

- ¡Hija! ¡Qué alegría! - me abraza con toda la fuerza que su edad le permite, que es bastante - Mira que cuando Amelia me dijo que ibas a venir, me costó creerlo - Y ahí está la mini bronca - Me tenías abandonada, ¿eh?

  Ok, eso último ha sonado totalmente a rollo de verano que vuelve a buscarte tiempo después cuando ve que te has puesto to buenorra JAJAJAJA ¡mi mente!

- ¡Mamá! Ya hemos hablado de eso - me río, nerviosa, pero me río.

- No pasa nada, Amelia - miro a Devoción- Tiene usted razón, suegra.

- ¡Y encima vuelve tratándome de usted! ¡Madre mía!

- ¡MAMÁ!

- ¡ABUELA!

  Me espera una tarde muy larga con las puyas. Amelia se me acerca e intenta animarme.

- Lo siento, amor, ya había hablado de esto con ella, pero parece que si no decía algo, no se estaba tranquila. Si quieres que nos vayamos antes, me dices...

- Tranquila, estaré bien. La que más siente el no haber venido antes soy yo, pero...

- Pero nada, Luisita, no es tu obligación. Tampoco vivimos juntas todavía y bastante tienes con coger el bus para las prácticas como para tener que coger otro...

La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora