29 de septiembre de 2019

863 76 17
                                    

   ¡Hoy es un día muy muy muy especial! ¿Por qué?

    Mi pequeña rubia se hace un año más mayor y bueno, es el primer cumpleaños suyo que paso con ellas, estoy, especialmente, emocionada, creo que más que Davinia incluso.

   Ayer lo celebró con sus compañeros de clase, pero hoy, el día especial, lo celebramos en familia y cuando digo familia, me refiero a toda la familia, la de Amelia y la mía.

   Amelia adecentó la casa para que vinieran todos y se sintieran como en la suya. Colgamos un par carteles y una piñata, además Davinia pidió de favor que todos nos pusieramos gorros de cartón y me parece una idea maravillosa. Eso sí, nada de alcohol, aunque seguro mi padre acaba trayendo una botellita de vino. Espero que lo cambie por unas croquetas, la verdad.

    Sobre la 1pm, empiezan a llegar los invitados. Primero María y Nachete, luego llegó Devoción con el hermano de Amelia, su mujer y las niñas. Y por último, mis padres con... Luna. No, no trajo croquetas, pero trajo una buena tortilla de papas y mi madre trajo tarta casera de queso.

  A medida que van llegando, la cara de Davinia se ilumina y acaba siendo más sonrisa que otra cosa. Me parece precioso ver lo feliz que está y como, por fin, va a poder disfrutar de un cumpleaños de verdad después de tanto tiempo.

  Devoción y mi madre, a pesar de la diferencia de edad, se llevan genial. ¿Mi padre, Nacho y el hermano de Amelia? Inseparables ya y mi hermana con la cuñada de Amelia también ha congeniado genial... Y mientras tanto, Luna, Davinia y sus primas no dejan de ir corriendo de un lado para otro poniendo a Amelia histérica por si rompen algo.

   Almorzamos un poco dispersos porque ni la cocina ni el salón son tan grandes para tantas personas. Se reparte la tortilla y también el pastel de calabacín que preparamos entre Amelia y yo, somos un buen tándem hasta en la cocina qué decirles. De fondo se oyen las risas se haciendo eco en toda la casa, siempre hay algo que contar, cualquier anécdota es bienvenida y entre más vergonzosa, mejor.

   Una vez acabada la comida, recogemos entre todos y vuelven a ponerse por grupitos en lo que Amelia y yo limpiamos la vajilla. De repente, Davinia se me acerca y me abraza. Empieza a llorar y me preocupo.

- Pequeña, ¿qué te pasa? - me agacho.

- Es el mejor cumpleaños de mi vida. Por fin siento que tengo una familia de verdad y todo gracias a ti, mami. Has conseguido que mamá vuelva a sonreír y formar una gran familia - se me cae una lágrima, esa niña sabe dónde tiene que tocar para ponerte sensible.

- Yo no he hecho nada, amor. Esto es gracias a mamá que dio el paso en su momento - me vuelve a abrazar y se acerca Amelia.

- ¿Todo bien, mis amores? - asiento y le tiro un beso que hace que sonría. - ¡Perfecto! Las dejo solas.

- Ve a darle un abrazo a mamá, bichito. Ella también merece saber que eres feliz, ¿no? - la mini rubia corre detrás de Amelia y se estampa con ella. Amelia se gira, la mira, me mira y le guiño un ojo.

- ¿Qué tienes, mi amor?

- ¡Te quiero muchísimo, mamá! No podemos tener una familia más guay.

   Después de ese tierno momento, Davinia se dispone a soplar las velas y luego, su abuelo Marce le tapa los ojos y la sienta en sus hombros para pegarle a la piñata. Se pone a subir a bajar y a moverse para despistarla hasta que lo roza con el palo y empieza a dar golpes al aire.

    Cuando consigue abrirla, tanto ella como las dos pequeñas se tiran encima de las golosinas y mi madre se pone a partir la tarta para repartirla.

La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora