Es viernes y bueno, no soy de esas, pero hoy me he despertado con un muy mal presentimiento, pero malísimo. Aún así, me visto y voy al colegio.
La mañana transcurre sin ningún tipo de problema, por suerte ese día Irene no trabaja, así que tengo el despacho de secretaría para mí sola. Aunque, cierto es que, cuando me aburro, me bajo para la clase de Cris a ver a mis enanos hermosos.
En el recreo, como de costumbre, me quedo yo observando a mi reina de lejos. Aún no he podido saludarla en condiciones, pero bueno, al menos, hubo un leve roce antes de que bajase a cuidar a su curso.
Luego, subiendo, Amelia entra un momento en el café y, como su clase se queda en medio del pasillo estorbando a la clase de 5 años, me ofrezco a subirles para que no se forme esa cola. En el café también está Lourdes que en seguida salta.
- ¡No! Es trabajo suyo, ella lo hace - Amelia me mira asombrada, sale del café sin rechistar y sube con su clase en completo silencio - No te lo tomes a mal, Luisa, pero si los acostumbras... - ¿Acostumbrarlos a qué, señora? ¿A subirles yo a la clase? ¿Me puede explicar qué hay de malo en eso?
Yo me quedo sin palabras y me voy también para la clase de Cristina antes de que se me salten las lágrimas. Le cuento todo lo que pasó y, al poco tiempo, se lo cuento a Marina por audio... Ambas se quedan igual de asombradas que Amelia y yo, sin entender nada.
A la salida, Amelia me hace señas, así que la espero para que me diga que pasó y, por lo visto, Lourdes la sacó de la clase para hablar con ella y le dijo que era por su bien, para que yo no la agobiara. La ira la carcome y acaba diciéndome que no vuelva al colegio.
A duras penas, le hago caso las dos semanas siguientes, pero en ningún momento dejamos de vernos porque los días que tengo práctica y no doy clase por la tarde, me quedo en su casa para ir a buscar a Davinia al cole y estar juntas haciendo la tarea hasta que llega Amelia. Entonces comemos todas juntas y nos pasamos parte de la tarde vagueando, aunque mi mujer siempre tiene que hacer algo de clases, como no.
Cuando ya se hace de noche o me lleva de vuelta a mi casa o me quedo en la suya, que es lo que pasa la mayoría de las noches. Aunque el fin de semana del 21 y 22, hacemos las 3 noche en mi casa, aprovechando que mis padres se fueron a ver a mi hermana Leonor y a mis sobris. Así de paso Davinia vuelve a ver a Luna y duerme con ella.
Le ofrezco a Amelia dormir en la cama de mis padres que es más grande y me dice que no, que prefiere dormir en mi cama para tener mi olor toda la noche y bueno, ¿quién soy yo para negarme a eso?
Nos acurrucamos en mi pequeña cama individual y nos abrazamos mirándonos cara a cara.
- ¿Sabes?
- Contigo nunca sé nada, pero sé todo al mismo tiempo - se ríe.
- Tonta. Iba a decirte que, a pesar de no estar en mi casa y en mi cama, sí me siento en casa. Creo que tiene que ver con tus abrazos más que con el lugar.
- ¿Ah sí? Bueno, en ese caso, ya sabes dónde puedes encontrar tu hogar cuando te sientas perdida - nos sonreímos y acerca su nariz a la mía.
- Sinceramente, Luisita, aún me cuesta bastante creer todo lo que nos está pasando.
- ¿Te refieres a Lourdes? - pone cara de asco.
- ¡No! ¡No, por favor! ¡Qué horror! Me refiero a lo bonito de nuestra relación, a como hemos ido creciendo y siguiendo el ritmo de la otra, a como estamos haciendo las cosas con Davinia...
- Pero, Amelia, todo eso es posible porque tú estás conmigo en esto. Tú me pones los pies en la tierra y al mismo tiempo me elevas al cielo con solo mirarme. Yo con otra persona no me veo o me hubiese visto haciendo más de la mitad de las cosas que hago contigo.
- ¿Crees en las almas gemelas?
- Empecé a creer después de conocerte, mi amor.
- Pues no dejes de hacerlo. Estoy 100% segura que tú y yo en otras vidas hemos estado juntas y en las próximas también lo estaremos.
- ¡Ojalá! Nada me haría feliz... - me apreta más contra ella y me da un pequeño beso en la nariz - Lo que... Hay una cosa que no entiendo y es como puedes estar conmigo sabiendo que no puedo darte nada porque no tengo trabajo.
- Luisita, eso ya lo hablamos en su momento. No me importa lo material, me importa lo que sale de tu corazón. El trabajo ya vendrá, de momento, con las clases te estás pagando las prácticas de la autoescuela que ya es bastante... Las cosas viene cuando tienen que venir y tampoco estoy contigo por lo que me puedas ofrecer con dinero. Estoy contigo porque mi corazón así lo pide y porque mi cabeza así lo piensa. Ahora céntrate en acabar con ese proyecto de la universidad y en sacar el carnet.
- Bueno, igualmente, pondré todo de mí para que nunca les falte nada ni a Davinia ni a ti.
- Gracias, preciosa. Pero de verdad que esa ahora no es tu responsabilidad, no me seas cabezota, ¿eh?
- ¡Está bieeeeen! - no me queda de otra que resignarme. Ella es la adulta responsable y la que más sabe, así que... Yo solo recibo órdenes.
- Ya vamos a dormir, por favor, que me estoy muriendo de sueño y por mucho que me encante hablar contigo, no aguanto más los ojos abiertos y tampoco quiero dejarte hablando sola.
- Duerme, amor. Yo velo tus sueños - cierra los ojos con una sonrisa y me pongo a acariciarle la cara, una de mis cosas favoritas.
A los pocos minutos, Morfeo también me gana a mí y me lleva con él...
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¿Lourdes, wtf? Aquí huele a chamusquina... Pero nuestras niñas están felices y juntas, así que, por el momento, todo tranquilo.
Nos leemos el jueves.
Pórtesen bien 😘 (o no)
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La Maestra y La (no) Alumna. Segunda Parte.
FanfictionContinuación del fic "La Maestra y La (no) Alumna en donde Luisa Gómez y Amelia Ledesma tienen un pasado en común como (no) alumna y maestra respectivamente, que les ha llevado a una situación un tanto particular. (Ninguno de los personajes que apar...