Mientras subíamos (la casa tenía dos pisos) me explicó que la casa, con algunas mejoras, era casi la misma que había construido el abuelo en el viejo casco de la estancia del bisabuelo. "¿Y a mí qué me importa?", pensaba yo. Era evidente que la tipa quería mostrarse sencilla y franca, aunque ignoro con qué objeto. Mientras ella decía algo de un reloj de sol o de algo con sol, yo pensaba que Rosé quizá debía estar en alguna de las habitaciones de arriba. Quizá por mi cara escrutadora, Jennie me dijo:
—Acá hay varios dormitorios. En realidad, la casa es bastante cómoda, aunque está hecha con un criterio muy gracioso.
Recordé que Jennie era arquitecta. Habría que ver qué entendía por construcciones no graciosas.
—Este es el viejo dormitorio del abuelo y ahora lo ocupo yo —me explicó señalando el del medio, que estaba frente a la escalera.
Después me abrió la puerta de un dormitorio.
—Este es su cuarto —explicó.
Me dejó sola en la pieza y dijo que me esperaría abajo para el té. Apenas quedé sola, mi corazón comenzó a latir con fuerza pues pensé que Rosé podría estar en cualquiera de esos dormitorios, quizá en el cuarto de al lado.Parado en medio de la pieza, no sabía qué hacer. Tuve una idea: me acerqué a la pared que daba al otro dormitorio (no al de Jennie) y golpeé suavemente con mi puño. Esperé respuesta, pero no me contestó. Salí al corredor, miré si no había nadie, me acerqué a la puerta de al lado y mientras sentía una gran agitación levanté el puño para golpear. No tuve valor y volví casi corriendo a mi cuarto. Después decidí bajar al jardín. Estaba muy desorientada.
Fue una vez en la mesa que la parisina me preguntó a qué pintores prefería. Cité torpemente algunos nombres: Van Gogh, el Greco. Me miró con ironía y dijo, como para sí:
—Tiens. Después agregó:
—A mí me disgusta la gente demasiado grande. Te diré —prosiguió dirigiéndose a Jennie — que esos tipos como Miguel Ángel o el Greco me molestan. ¡Es tan agresiva la grandeza y el dramatismo! ¿No crees que es casi mala educación? Yo creo que el artista debería imponerse el deber de no llamar jamás la atención.Me indignan los excesos de dramatismo y de originalidad. Fíjate que ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás, lo que me parece de gusto muy dudoso. Creo que si yo pintase o escribiese haría cosas que no llamasen la atención en ningún momento.
—No lo pongo en duda —comentó Jennie con malignidad. Después agregó:
—Estoy segura de que no te gustaría escribir, por ejemplo, Los hermanos Karamazov.
—Quelle horreur! —exclamó Amelie, dirigiendo los ojitos hacia el cielo. Después completó su pensamiento—: Todos parecen nouveaux-riches de la conciencia, incluso ese moine ¿cómo se llama?... Zozime.
—¿Por qué no decís Zózimo, Amelie? A menos que te decidas a decirlo en ruso.
—Ya empiezas con tus tonterías puristas. Ya sabes que los nombres rusos pueden decirse de muchas maneras. Como decía aquel personaje de una farce: "Tolstói o Tolstuá, que de las dos maneras se puede y se debe decir."
—Será por eso —comentó Jennie — que en una traducción española que acabo de leer (directa del ruso, según la editorial) ponen Tolstoi con diéresis en la /'.
—Ay, me encantan esas cosas —comentó alegremente Amelie —. Yo leí una vez una traducción francesa de Tchékhov donde te encontrabas, por ejemplo, con una palabra como ichvochnik. (o algo por el estilo) y había una llamada. Te ibas al pie de la página y te encontrabas con que significaba, pongo por caso, porteur. Imagínate que en esc caso no se explica uno por qué no ponen en ruso también palabras como malgré o avant. ¿No te parece? Te diré que las cosas de los traductores me encantan, sobre todo cuando son novelas rusas. ¿Usted aguanta una novela rusa?
Esta última pregunta la dirigió imprevistamente a mí, pero no esperó respuesta y siguió diciendo, mirando de nuevo a Jennie:
—Fíjate que nunca he podido acabar una novela rusa. Son tan trabajosas... Aparecen millares de tipos y al final resulta que no son más que cuatro o cinco. Pero claro, cuando te empiezas a orientar con un señor que se llama Alexandre, luego resulta que se llama Sacha y luego Sachka y luego Sa-chenka, y de pronto algo grandioso como Alexandre Alexan-drovitch Bunine y más tarde es simplemente Alexandre Ale- xandrovitch. Apenas te has orientado, ya te despistan nuevamente. Es cosa de no acabar: cada personaje parece una familia. No me vas a decir que no es agotador, mismo para ti.
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El Túnel
FanfictionEn una trama de amor y muerte que aborda la soledad del individuo contemporáneo, la pintora Lalisa Manoban se debate por comprender las causas que la arrastraron a matar a la mujer que amaba, Roseanne Park, y que era su única vía de salvación. En es...