La rumana se incorporó como una víbora y me mordió el brazo hasta hacerlo sangrar. Pensaba que me refería a ella. Lleno de desprecio a la humanidad entera y de odio, la saqué a puntapiés de mi taller y le dije que la mataría como a un perro si no se iba en seguida. Se fue gritando insultos a pesar de la cantidad de dinero que le arrojé detrás.
Por largo tiempo quedé estupefacta en el medio del taller, sin saber qué hacer y sin atinar a ordenar mis sentimientos ni mis ideas. Por fin tomé una decisión: fui al baño, llené la bañadera de agua fría, me desnudé y entré. Quería aclarar mis ideas, así que me quedé en la bañadera hasta refrescarme bien. Poco a poco logré poner el cerebro en pleno funcionamiento. Traté de pensar con absoluto rigor, porque tenía la intuición de haber llegado a un punto decisivo. ¿Cuál era la idea inicial?
Varias palabras acudieron a esta pregunta que yo misma me hacía. Esas palabras fueron: rumana, Roseanne, prostituta, placer, simulación. Pensé: estas palabras deben de representar el hecho esencial, la verdad profunda de la que debo partir. Hice repetidos esfuerzos para colocarlas en el orden debido, hasta que logré formular la idea en esta forma terrible, pero indudable: Rosé y la prostituta han tenido una expresión semejante; la prostituta simulaba placer; Roseanne, pues, simulaba placer; Roseanne es una prostituta.
—¡Puta, puta, puta! —grité saltando de la bañadera.
Mi cerebro funcionaba ya con la lúcida ferocidad de los mejores días: vi nítidamente que era preciso terminar y que no debía dejarme embaucar una vez más por su voz dolorida y su espíritu de comediante. Tenía que dejarme guiar únicamente por la lógica y debía llevar, sin temor, hasta las últimas consecuencias, las frases sospechosas, los gestos, los silencios equívocos de Roseanne. Fue como si las imágenes de una pesadilla desfilaran vertiginosamente bajo la luz de un foco monstruoso.
Mientras me vestía con rapidez, pasaron ante mí todos los momentos sospechosos: la primera conversación por teléfono, con la asombrosa capacidad de simulación y el largo aprendizaje que revelaban sus cambios de voz; las oscuras sombras en torno de Rosé que se delataban a través de tantas frases enigmáticas; y ese temor de ella de "hacerme mal", que sólo podía significar "te haré mal con mis mentiras, con mis inconsecuencias, con mis hechos ocultos, con la simulación de mis sentimientos y sensaciones", ya que no podría hacerme mal por amarme de verdad; y la dolorosa escena de los fósforos; y cómo al comienzo había rehuido hasta mis besos y como sólo había cedido al amor físico cuando la había puesto ante el extremo de confesar su aversión o, en el mejor de los casos, el sentido maternal o fraternal de su cariño, lo que, desde luego, me impedía creer en sus arrebatos de placer, en sus palabras y en sus rostros de éxtasis; y además su precisa experiencia sexual, que difícilmente podía haber adquirido con una mujer como Jisoo; y las respuestas sobre el amor a su esposa, que sólo permitían inferir una vez más su capacidad para engañar con sentimientos y sensaciones apócrifos; y el círculo de familia, formado por una colección de hipócritas y mentirosos; y el aplomo y la eficacia con que había engañado a sus dos primas con las inexistentes manchas del puerto; y la escena durante la comida, en la estancia, la discusión allá abajo, los celos de Jennie ; y aquella frase que se le había escapado en el acantilado: "como me había equivocado una vez"; ¿con quién, cuándo, cómo? y "los hechos tormentosos y crueles" con esa persona, palabras que también se escaparon inconscientemente de sus labios, como lo reveló al no contestar mi pedido de aclaración, porque no me oía, simplemente no me oía, vuelta como estaba hacia su infancia, en la quizá única confesión auténtica que había tenido en mi presencia; y, finalmente, esta horrenda escena con la rumana, o rusa, o lo que fuera. ¡ Y esa sucia bestia que se había reído de mis cuadros y la frágil criatura que me había alentado a pintarlos tenían la misma expresión en algún momento de sus vidas! ¡ Dios mío, si era para desconsolarse por la naturaleza humana, al pensar que entre ciertos instantes de Brahms y una cloaca hay ocultos y tenebrosos pasajes subterráneos!
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El Túnel
FanfictionEn una trama de amor y muerte que aborda la soledad del individuo contemporáneo, la pintora Lalisa Manoban se debate por comprender las causas que la arrastraron a matar a la mujer que amaba, Roseanne Park, y que era su única vía de salvación. En es...