19 de agosto

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DISCLAMER: Buenos días a todxs y no me enrollaré mucho que es tarde... Solo decir que este capítulo empieza a sentar algunas bases... A ver qué os parece 😏😏

Tu cuarto es un pequeño refugio en medio de toda esa maldita ola de calor. Son las doce, como siempre, y, a pesar de llevar falda y camisa sin mangas y ser plena noche, el camino hasta aquí ha sido un suplicio. Quizás por culpa de este agotador calor, me dejo caer en la silla de las visitas a unos centímetros de ti, convaleciente salvadora que descansa en un cuarto con aire acondicionado.

No es algo que haga habitualmente. Lo de tomar asiento, me refiero. Al fin y al cabo se trata de controlar que todo sigue en orden, que mi maldición no pierde fuerza y que los inventos y tratamientos del doctor no surten efecto. Y eso no requiere sentarse y descansar, es más una misión de observar y comprobar.

Pero hoy lo necesito. Este calor abrasa y, mientras el suave aire acondicionado hace su trabajo y devuelve mi cuerpo a una temperatura más normal, me acomodo contra una silla que parecía mucho más dura e incómoda. Pero no, es bastante agradable.

Tienes suerte de no estar sufriendo esta ola de calor. Hace que se me atonten las neuronas, que respirar sea un suplicio y que las energías vitales se agoten a medio día en lugar de durar al menos 12 horas. Algo que una alcaldesa no se puede permitir...

No estoy siendo justa. Acabo de recordar la segunda parte de la maldición del sueño. Esa parte en la que tú no estás dormida, sino despierta y encerrada en un cuarto en llamas sin salida alguna. Creo que, ahora que lo pienso, posiblemente sí puedas entender lo que es sufrir esta ola de calor. Y, posiblemente, no te importaría cambiarme el puesto ahora mismo. No, claro que no... yo te encerré ahí. Debes de estar muriéndote de ganas por verme sufrir del mismo modo. Y no te lo reprocharía. Sé bien lo adictiva que es la venganza, te lo dice la Reina malvada-vengativa.

Me acomodo en la confortable butaca y respiro hondo. A veces pienso si no hubiera sido suficiente con dormirte... Te quería fuera de mi vida, fuera de la vida de todos, fuera de esta ciudad y de mis dominios, ¿pero no habría bastado con que cerraras los ojos? En algún momento debí desear que sufrieras, pero ahora eso parece tan lejano, tan sin sentido... Tan excesivo... Tan exagerado como el calor que estamos sufriendo hoy... tan cruel... tan...

20 de agosto (Por la mañana)

No es mi cama. Ni siquiera estoy tumbada. Mi cabeza reposa contra algo blandito y con olor a limpio. Eso es buena señal. Pero definitivamente no es mi cama ni estoy arropada. Escucho pitiditos, suaves y constantes. Tampoco es mi despertador. Trato de abrir los ojos, pero cuesta. Intento abrir al menos uno de ellos. Estoy profunda y relajadamente dormida y me está costando horrores regresar a la superficie de la consciencia. ¿Cuánto hacía que no descansa así? No recuerdo haberme quedado dormida. Ni siquiera despertarme varias veces a lo largo de la noche, como ya es habitual...

Está suponiéndome un mundo volver en mí, pero mi cuerpo está agradecido y muy descansado. Por fin me permite pestañear y mirar a mi alrededor. De día el cuarto es diferente, más blanco y, ahora mismo, demasiado deslumbrante, pero en seguida me ubico. Es el dormitorio de Swan. Mi improvisada almohada es su cama y mi colchón es la silla, sobre la que continúo sentada.

Alcanzo mi reloj, son las siete de la mañana, y yo estoy en una habitación de hospital, sin permiso y fuera del horario de visitas. Y Henry, a su vez, estará en casa, durmiendo sólo. Y si se despierta va a hacerse muchas preguntas sobre el paradero de su madre.

Bien. Puedo arreglar este desaguisado. Este es el plan. Saldré por la puerta trasera, como siempre, y si alguien se cruza por mi camino y me dirige una sola mirada le responderé con otra de alcaldesa malvada. Y, por si acaso Henry está despierto, pasaré a por churros y rosquillas. Todo solucionado... Pero sigo sin entender cómo pude quedarme dormida en esta habitacionzucha...

Sin duda la culpa fue del calor de la calle y del irresistible aire acondicionado. Imposible oponerse... Bueno Swan, esta vez cambiamos el buenas noches por buenos días. Guárdame el secreto y quizás te traiga un donut. Creo recordar que te gustaban, ¿verdad...?

Continuar...

Diálogos de la Manzana (SWANQUEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora