14 de noviembre

1.3K 202 137
                                        

DISCLAMER: ¡Buenos y maravillosos martes a todxs! Vamos con una nueva parte y, para mí al menos, este capi tiene un toque de ternura entre triste y amoroso, que me encanta... ¡a ver qué os parece! 

¡Por cierto! Hay cierto debate, iniciado en los comentarios, trasladado al tablón y que ahora traigo también aquí, ¡que queremos resolver! Qué sois, ¿team Regina o team Emma? Por supuesto, ¡el team doble también está aceptado! El team ninguna-de-las-dos no, obvio, porque entonces ¿Qué haces aquí??? Pero nos encantaría saber si, según sospecho sois mayoritariamente team Regina, como yo 😋, o si hay realmente equidad entre ambos equipos! Bueno, ahí queda la propuesta, a ver si resolvemos el misterio 😂😂

Dicho esto, me callo y ¡nos leemos! 

.

Está peor. Todo está peor. Gold lo ha fastidiado... Las visitas de Regina se han reducido a su mínima esencia y no es más que una sombra fugaz de lo que era. Se acabaron las conversaciones largas y sin sentido, las noches debatiendo sobre la ciudad, nuestra familia o de esta maldita maldición que nos mantiene separadas.

Únicamente se deja caer por aquí unos minutos, lo justo para hacerme compañía, contarme los últimos detalles y volar de nuevo a su cripta.

Y ni siquiera Henry está mejor desde que se ordenó preparar mi traslado. Para alguien que cree en la magia con tanta fe, esta solución, tan práctica, tan racional, tan ordinaria no es una solución, es un error. Pero me antepone a su instinto. En el fondo es consciente de la estupidez que Whale va a cometer, y aun así intenta convencerse de que es bueno, de que cuanto más lejos esté de la influencia de Regina más a salvo estaré. O que, incluso, podría curarme.

Pero no lo cree realmente. Lo advierto en su voz, en la falta de ilusión, en su forma matemática de repetirse constantemente que es una grandísima idea. No quiere tenerme tan lejos de él, no quiere que me vaya de Storybrooke y es, sin embargo, el principal motivo de que me marche.

Y yo... y yo estoy destrozada, atada a una decisión que yo no he podido tomar y consciente de que este es mi lugar y quieren moverme de él a la fuerza. No puedo imaginar un mundo sin Henry. Y, lo que es aún más desquiciante, resulta que tampoco puedo imaginarlo sin Regina.

¿Cómo ha pasado esto? No lo sé. Aunque es ridículo que hayan tenido que pasar semanas para ser consciente de algo que no es nuevo. Pero es ahora, cuando mi tiempo con la alcaldesa es casi anecdótico, que algo ha empezado a faltarme. Que he empezado a echarla de menos. Y eso que aún no me he movido de aquí.

La falta de visitas trastoca día a día mi apretadísima agenda. Del tiempo que normalmente dedicaría a Regina ahora me sobran horas y mi mente ha decidido invertirlas en pensar, repensar, preocuparse, obsesionarse... Y mi cabeza amenaza con explotar llena de preguntas e hipótesis. ¿Qué va a ser de mí en Texas? ¿Qué será de ellos? Henry me dijo una vez que los habitantes de los cuentos no pueden dejar atrás el pueblo. No estamos hablando de una drástica reducción de las visitas... hablamos de una falta total de ellas. De no contar nunca más con ellos, de no volver a romper los registros de mis pulsaciones al tocar a Regina, de ser sólo una enferma de verdad. Sin salida, sin vida más allá de esta eternidad...

Justo cuando rozo el ataque de ansiedad, la puerta de mi cuarto se abre suavemente. Siempre tan oportuna. Y, a pesar de todo, sonrío y por un momento guardo la esperanza de que esta sea una de esas visitas largas, una de esas noches que se convierten en madrugada. Una que recupere todas las horas que mi maldito traslado nos ha robado. Pero en cuanto escucho la voz apagada de Regina mis esperanzas comienzan a marcharse por el retrete.

"Duermo poco, lo reconozco" Su tono abre el cajón de las preocupaciones. Suena a una sombra de sí misma, a un cansancio que traspasa lo físico y toca lo anímico. Y sé que, si me concedieran un instante, solo unos segundos fuera de este maldito coma, los dedicaría a abrazarla, a intentar reconfortarla aunque cayera dormida casi al momento. "Tan poco que si abrieras los ojos los volverías a cerrar asustada por las manchas grises que tengo por ojeras".

Hace tiempo que imaginar sabe a poco, que me encantaría realmente poder abrir los ojos y ver de mi propia mano esa cara tan familiar y ahora tan agotada. Y, seguramente, descubriría que hasta el color gris de las ojeras le queda bien a la siempre impecable alcaldesa.

"No te preocupes, no es por las pesadillas. Ya han desaparecido... Es sólo que estoy trabajando, mezclando, buscando magia como jamás he hecho... Pero este mundo está seco, muerto, sin rastro de poder... Pero tiene que haber, estoy segura... Algo, de alguna forma... La magia negra te ha hecho esto y, si pudo afectarte en un mundo sin magia, podrá hacerlo otra vez, podrá deshacerse. Lo sé, podré, nadie sabe más que yo. Lo hare, cueste lo que cueste..."

Confío en ti, totalmente. Lo harás posible.

"Dios... ¿Sueno tan esquizofrénica como me parece a mí? No me lo tengas en cuenta, es el sueño el que habla"

¿Con lo que nos viene encima y te preocupas por no sonar muy mal? No, estate tranquila, no pareces esquizofrénica. Suenas más bien encantadoramente apresurada. Y echo de menos cuando teníamos menos prisa, más tiempo... Otra de esas cosas que Gold y Whale me han arrebatado.

"¿Quieres saber mi gran plan? Pues no tengo... por primera vez estoy sin ideas. Trato de reinventar algunas pociones remplazando los ingredientes de mi mundo por sustitutivos de este. Por si te interesa saberlo, definitivamente el perejil no tiene ninguna propiedad mágica."

Perejil, repito para mí y río. Una mezcla entre risa nerviosa y resignada, con un toque de verdadero humor. El número de risas y sonrisas se ha reducido drásticamente y no lo digo sólo por mí. Entiendo que estar perdidos, sin plan, no es el mejor contexto para sonreír. Pero añoro las risas traviesas de Henry y tus carcajadas. Las más suaves, las más bromistas e incluso esa medio malvada que utilizabas para hablar de las perrerías que le hacías al doctor Whale. ¿Dónde han quedado todas tus risas? Aunque creo que podrías preguntar lo mismo de las mías. Quién sabe, quizás ya han empezado mi traslado y las tengo perdidas, esperándome en Houston.

Regina arrastra su silla, se apoya en mi colchón y me habla directamente al oído, con la barbilla sobre sus antebrazos. "Mi última gran baza es tratar de multiplicar el efecto de mi contacto. Si reaccionas ese poquito, quizás, potenciándolo de alguna forma, pueda llegar a despertarte... Como una gran descarga eléctrica vital."

Esa es buena, tiene sentido. Tu contacto es el momento en que más viva me siento, cuando más cerca estoy de volver a sentir. Cada descarga de tu tacto es como una explosión que me lanza hasta rozar con los dedos eso que llamamos mundo real. Quizás, forzando un poco más de intensidad, logre agarrar ese instante de realidad hasta despertar.

"Pero no he encontrado la forma. Aún. Quizás. Puede que si todo el pueblo te tocara a la vez... Pero no, demasiado raro. Y muy difícil de proponer sin que me receten prozac y me encierren."

Un poco forzado... Además, ¿cómo sería? ¿Modo cadena humana hasta mi cama? O peor aún, ¿todos poniendo sus manos sobre mí? No tengo tanto cuerpo y con lo reacia que soy al contacto humano porque sí, es más probable que me mandara al otro barrio en lugar de despertarme...

"No pasa nada..." suspira. Y de fondo escucho uno de los sonidos que más detesto, el metal de la silla rozando el suelo. Se está poniendo de pie. ¡No, todavía no! ¿Qué has estado? ¿Diez minutos? "Se me escapa algo, lo sé, pero daré con ello. Y en cuanto lo haga, tú volverás a despertar y yo podré dormir tranquila".

Me quejo, a gritos y pataleando, pero no sirve. Por supuesto. Porque no soy nada, no pinto nada, simplemente puedo dormir y escuchar, como una puñetera estatua. Impotente y rígida.

"Buenas noches, Emma. Descansa, se buena y aléjate de las llamas"

Buenas noches, gruño molesta. ¡Y que sepas que ya no hay fuego!

Continuará...

Diálogos de la Manzana (SWANQUEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora