24 de septiembre (Emma)

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DISCLAMER: ¡Holiiiiiiii! Seré breve (sorpresaaa!!!). Sólo quiero decir que, a lxs que lleváis largo y tendido apoyando estos fics, no sé cómo agradeceros todo lo que aportáis a la historia y a la autora. Y, a lxs nuevxs, a esxs que aparecéis de repente y el primer día ya os tomáis la molestia de votar los tropecientos mil capítulos, comentarlos y/o añadirlos a vuestras colecciones... Buaaaaah!! Os lo agradezco infinito y sois bienvenidisimos a esta pequeña gran familia friki 💓

Gracias, de todo corazón, espero que os guste este nuevo capítulo y ¡nos leemos! 🥰

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Han pasado 101 días (101, 101, 101... esto ya parece un trabalenguas) en esta maldita maldición. Y 18 desde que el fuego desapareció. Ahora, mi calendario es la luz oscura que entra por las mañanas. Siempre es de noche aquí, pero a lo largo del día, si es que puedo llamarlo de esa forma, entra un mínimo de luz por la ventana. La misma que va decayendo a medida que avanza el día. Y cuando se hace de noche he descubierto que aparecen estrellas en ese pseudo cielo que distingo desde la ventana.

Tiene cierto toque al mundo real que me gusta. Me distrae. Desde luego es mucho más acogedor que su estado anterior. Ya he dejado de temer que regresen las llamas. Estoy casi segura de que el fuego ha pasado a mejor vida y, ahora que mi cuerpo vuelve a tener sueño y me pide de nuevo descansar, los días son más llevaderos, más cortos.

Y también se agradece el no temer por mi vida a cada instante.

Aún me cuesta hacerme a este escenario, pero ya he investigado cada pulgada del cuarto, ahora que nada me lo impide. Mi primer movimiento fue romper de nuevo la ventana. Esta vez con más cuidado, sin cortarme ni autolesionarme. Al atravesarla, reaparecí de nuevo en el centro de la habitación. Pero había que intentarlo. No hay más puertas ni ventanas, ni forma de llegar hasta el techo para intentar romperlo y salir. O al menos otear desde allí si hay algo más a lo lejos...

No, quien diseñó esta maldición no se mató a la hora de ponerle detalles, precisamente. Pero agradezco las estrellas. Me he acostumbrado a dormir mirándolas. Es lo más parecido a un televisor que tengo aquí. Me gusta buscar las que más brillan, tratar de encontrar constelaciones que nunca supe reconocer, o contar las estrellas fugaces que pueden llegar a pasar.

Sí, desde que la maldición cambió me aburro un poco por las noches.

Y quizás tenga que ver con que mi principal visita diaria ha dejado de pasarse por aquí. Ni rastro de Regina.

Aunque no puedo quejarme. Desde que el fuego se despidió escucho mejor todo y a todos. Desde la máquina de mis pulsaciones hasta las visitas de Henry, Mary Margareth, David o Ruby, pasando por la cháchara de las enfermeras y médicos. Esto se ha vuelto mucho más interesante, sí.

Pero, aunque la curiosidad mató al gato, no puedo evitar preguntarme qué hará mi odiada némesis. Quizás odiada no es la palabra... Odiosa. Sí, mejor odiosa y malhumorada némesis.

Aquí no hay nada que hacer, por supuesto. Excepto llevar la cuenta. Y estas son mis cuentas. Llevo encerrada 101 días, hace 18 que la maldición dio un pequeño giro, y hace 19 que no sé nada de Regina.

Y, según mis cálculos, deben ser las tres de la mañana, más o menos. Y no, no es que me quede a esperarla. Es simplemente que no tenía sueño. Pero algo me dice que hoy tampoco será el día que regrese. Y yo empiezo a bostezar... Quizás mañana... 20 días...

Continuará...

Diálogos de la Manzana (SWANQUEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora