18 de octubre

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DISCLAMER: Buenas noches!! No voy a enrollarme mucho... Veamos qué se cuentan está noche nuestras dos mujeres favoritas 😍💓

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Escucho el leve sonido de la puerta al abrirse volverse a cerrar y auguro quién ha entrado. Incluso puedo pronosticar el malhumor que trae consigo.

"¡¿Se puede saber qué demonios pasa contigo, señorita Swan?! He quedado como una friki de las naturoterapias y una loca bipolar delante de Henry"

Tal y como había predicho. Regina está enfadada. Muy enfadada...

"Nuestro hijo ha estado a tu lado toda la mañana, agarrándote de la mano y el brazo durante más de media hora. Incluso te ha apartado el pelo y ha hablado contigo mientras yo esperaba fuera, junto al doctor Whale. ¡Y nada! Ni una mísera reacción en tus malditas ondas cerebrales, tozuda. ¿Sabes en qué posición me deja eso? ¡Como una desequilibrada fantasiosa, Emma! He sido yo la que le ha recomendado a Henry que te hablara y te tocara para que volvieras a dar una sola señal. ¡Pero ni te has inmutado! Y yo he seguido ahí, como una demente diciéndole: Que sí, que sí, verás como responde."

Estoy en el suelo, tirada. La definición más exacta sería descojonándome. ¿Pero qué esperabas, alcaldesa? Las enfermeras me tocan a todas horas. Para tomarme la tensión, lavarme, vestirme... ¿Cómo has podido pensar que bastaba con el contacto de alguien y ya? No es el contacto, Regina. Eres tú.

"Ahora ya no le provoco odio, pero sí miedo, probablemente. Y al Doctor Whale risa. Aunque al menos se ha reprimido mientras yo estaba delante."

"Lo siento..." Pero sigo sin poder reprimir la risa ante la imagen mental con la que estoy fantaseando. Una gran resistencia la del doctor si ha logrado no reírse.

"Yo sólo quería que él mismo viera los avances que veo yo, que te viera reaccionar y que el Doctor Whale descubriera al fin a qué respondes. Pero a la señorita Swan no le parecía bien responder en esos momentos, ¿verdad? ¿Es que siempre tienes que llevarme la contraria?"

"Reconozco que es divertido..."

"Seguro que has disfrutado imaginándome sonreír como una perturbada emocional diciéndole a Henry "¡Agárrale la mano, ya verás, ya verás!"

Suspiro, trato de dejar la risa atrás. Ojalá hubiera podido verte. He tenido que conformarme con escuchar, como todos estos meses. Tengo la sensación de llevar semanas manteniendo una conversación telefónica contigo. Aunque imagino tus gestos, tus muecas cuando te quejas, tu forma de taladrarme con la mirada para reprocharme algo. Echo de menos veros. A todos...

"Lo peor..." murmura Regina chasqueando la lengua "...es que ha sido tan patético que hasta yo me río ahora al recordarlo... Sé que, estés donde estés, tienes una sonrisita de autosuficiencia al verme en esa situación. Maldita Swan..."

"Puedes apostar por ello, Mills"

Regina vacía sus pulmones con un suspiro largo y paciente. "De verdad que me hubiera gustado que Henry hubiese estado delante, que hubiera visto las máquinas pitando a pleno pulmón y las gráficas cambiando su respuesta. Habría sido el mejor regalo posible..."

Genial. Ahora me siento un poquito culpable. Pero es precioso por tu parte... A mí también me habría encantado reaccionar. Pero no sé cómo hacerlo funcionar...

"¿Qué he hecho mal? ¿Me he equivocado en mis suposiciones? ¿No respondes al tacto?" cuestiona agobiada y advierto el sonido del colchón. Está sentada a mi lado y la voz llega aún más cerca. Y su mano termina sobre la mía, suave, apretando de manera casi anecdótica. Pero lo advierto. Es su forma temerosa de probar su teoría. Desconozco la respuesta de la máquina, pero sí advierto la de mi cuerpo. Me estremezco, mi piel se calienta donde se posa la suya y el escalofrío sobrepasa a mi pobre mano "¿Es eso, verdad?" me insiste Regina. "Me equivoqué y el hecho de que estuviera cerca de ti las dos veces que reaccionaste fue solo casualidad, ¿no? Sea por lo que sea, trata de seguir dando señales, Emma, todas las que pued..."

¡Pi, pi, pi!

Mi reacción no pasa desapercibida para la maldita máquina.

"¡Mierda!" El grito contenido de Regina rompe la calma de ambas habitaciones. "Bien, pero... ¡mierda!" farfulla histérica. "¿Es que sólo sirve si te toco yo, maldita salvadora? ¿Qué demonios pasa contigo?"

"Siéntete especial, alcaldesa. No pito por cualquiera..." bromeo imaginándola angustiada en mi cuarto, mirando con asco el suelo de mi cama.

Y más cuando la escucho gritar "¡Ya están aquí!" El siguiente susurro llega mosqueado y amortiguado, como si una reina malvada se hubiera tenido que esconder bajo algo. "¡Esto tiene que ser una broma de mal gusto, Emma!"

Prometo dos cosas. Primero, no lo he hecho aposta. Segundo, vuelvo a estar en el suelo. Descojonada.

Continuará...

Diálogos de la Manzana (SWANQUEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora