6 de septiembre

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DISCLAMER: Después de ese precioso ataque de ansiedad de nuestra queridisisisima Regina... Tenemos doble ración!! 😋😋 Se han alienado los astros así que aquí vamos!! Espero que os guste esta nueva invasión a Regina y sus pensamientos y terrores más íntimos 😂

Os leo!!! ☺️☺️☺️

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El doctor Whale me mira maravillado. Pero no es por mí, se trata de los papeles que ha esparcido sobre la mesa de su despacho. Gráficas y algunas hojas con texto. Ni me molesto en leerlas. Bastante es que haya accedido a venir... Si Henry no hubiera escuchado mi conversación por teléfono con él, le habría podido dar largas y estaría ahora en mi casa, comiendo tranquilamente. Pero no. El Doctor llamó, Henry bajó las escaleras corriendo como si imaginara quién era y no hubo tiempo de disimular o fingir que la conversación no trataba de su madre.

Y aquí estamos. Henry y yo. Ante un emocionado Whale que me enseña estos papeles como si fueran cientos de piruletas y él un niño regordete dispuesto a comérselas. Pero yo no soy médica, no entiendo que estoy viendo y me está desquiciando. No quiero estar en su hospital. Ni en el del Doctor ni en el de Emma, que resulta ser el mismo.

"¿Podría explicar qué es lo que nos está enseñando? Gracias" gruño tan irritada que hasta Henry, acostumbrado a mi desdén hacia todo ser viviente de Storybrooke menos él, se gira para mirarme.

"Es el gráfico del electroencefalograma de la señorita Swan" resume empujando aún más los papeles hacia nosotros. Henry se tira sobre ellos, ilusionado, pero frunce el entrecejo frustrado. El doctor al fin acepta que no somos médicos y decide desvelar el misterio. Aguanto la respiración, neutral y ajena a lo que nos está enseñando, insensible y sin más emoción que una sensación de ajenidad que me mantiene ausente. Sé que algo ha ocurrido con Emma. Algo que, vista la cara de cachorro adoptado de Whale, debe ser bueno. Pero lo vivo como si fuera una película, como si no fuera conmigo, todos fueran actores y yo una mera espectadora. Al menos hasta que sigue hablando: "Ha reaccionado a algo, el monitor recogió anoche esto" insiste señalando uno de los gráficos, "una pequeña actividad cerebral".

Paso de espectadora a protagonista en un segundo y mi personaje aparece al borde de un precipicio, paralizado por un vértigo que da más miedo que la propia caída. Permanezco muda, a la espera de más información.

"¿Quiere decir que mi madre está despertando?" La pregunta de Henry revuelve mi estómago y amenaza con provocarme arcadas.

"No exactamente... Pero sí son buenas noticias" responde tratando de comedirse al ver la ilusión de mi hijo. Henry ni siquiera me mira, ahora sólo tiene ojos para esos papeles que no entiende pero que sería capaz de enmarcar. "Significa que el coma es menos profundo de lo que nos temíamos. Las posibilidades de que despierte han aumentado considerablemente".

"¿En serio?" grita agarrándose con fuerza a su silla "¿Has oído eso, mamá?" pregunta emocionado. Seguramente ni siquiera se dé cuenta de que es la primera vez que me llama mamá en meses. Pero a mí las lágrimas se me atragantan cuando trato de hablar.

"¿Está usted seguro? ¿No ha podido ser un fallo de la máquina o una alteración?"

"No, comprobado al 100%. La máquina no ha fallado, este pico..." insiste señalando una alteración en la gráfica "...es la prueba de que Emma responde a ciertos estímulos"

"¿A cuáles? ¿Qué tenemos que hacer?"

"Ese es el único problema... No sabemos qué pudo ser, la hora no encaja con nada"

"¿A qué hora fue...?" lo pregunto con cuidado, con respeto, casi con terror.

"Cerca de la una de la mañana"

Sobre mi regazo presiono mis manos entre sí con fuerza. Aprieto la mandíbula y mis dientes casi rechinan. Pero nada apreciable desde fuera. No. La conmoción, al igual que la procesión, va por dentro. Se me nubla la vista... ¿a la una de la mañana? Yo tengo una leve idea...

"¿Qué ocurrió a esa hora?" cuestiona Henry.

"Nada, por supuesto. No había visitas, ni ningún profesional del hospital cerca. Nada" suspira Whale mientras tamborilea los dedos sobre la mesa "Vamos a dedicarnos en cuerpo y alma a dar con lo que sea que la hizo reaccionar, pero mientras resolvemos el misterio al menos sabemos que hay una posibilidad"

Suerte con lo del misterio, pienso para mí antes de volver a hablar. "¿Entonces podría... podría despertarse?"

"No lo sabemos con certeza. Pero esto son buenas noticias para Emma, desde luego"

"Se despertará. Lo sé" La sonrisa de Henry ilumina todo el cuarto, es felicidad en estado puro. Y a su lado estoy yo. Tartamuda, quieta, histérica. "¿Puedo ir a verla?" su pregunta va a partes iguales dirigida a Whale y a mí. Cuando él responde que por supuesto, me mira con ojos suplicantes. Sé que ha venido a verla y él, posiblemente, sabe que se lo he permitido al no oponerme como al principio, pero aun así me consulta.

"Sí, ve" me limito a decir, viéndole desaparecer pasillo abajo.

"¿Quiere ir usted también?"

"Ni se me ocurriría" replico con menosprecio suficiente para hacer que se encoja en su silla. Pero no es sólo menosprecio sino también una rotunda sinceridad. No quiero ir, no tengo el más mínimo deseo de ver a la señorita Swan. Cuanto más lejos, mejor. La sola posibilidad de imaginarla enfrente mío, como anoche, prende en mí una rabia que hacía meses que no sentía. Creo que ni cuando descubrí quién era llegué a enfurecerme así.

"Discúlpeme, alcaldesa. Como insistió tanto en que le mantuviera al tanto de todo y que usted fuera la primera persona a la que avisara en caso de novedades, creí que quizás..."

"Como imagino que entenderá, estamos hablando de la madre biológica de Henry" mascullo interrumpiendo su patética explicación. "Más allá de eso, no tengo interés alguno sobre lo que le ocurra a la señorita Swan"

"Claro, claro..." Puedo advertir cómo se espanta ante la indiferencia de mis palabras, pero lo disfruto. Es así cómo me siento. Y es una liberación. Puede que en el fondo yo no sea tan insensible y que por tanto haya estado siendo demasiado cuidadosa con Emma. Pero ahora sé quién es y quién soy yo. Decirlo en voz alta me ha sabido a gloria y ha servido para aclarar mis ideas Ahora, más que nunca, sé que no despertará. No sin mis visitas. Y lo estoy disfrutando. Dejar de venir es cuanto tengo que hacer para que ella vuelva a sumergirse en un sueño profundo y eterno, y no veo el momento de empezar a hacerlo.

Ni siquiera me asomo a la habitación cuando voy a recoger a Henry. He hecho tiempo, cerca de media hora, en la sala de espera para concederle ese rato y, ahora, le llamo desde la puerta. No tarda en obedecer y dejar sola a Emma, cuyas máquinas han regresado a la rutina de pitar de forma aburrida, constante y sin alteraciones.

Felices sueños, Swan.

Continuará

Diálogos de la Manzana (SWANQUEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora