Doylestown ✔️(EN EDICIÓN)

Capítulo XXI

EL CIELO SABE LO QUE SE APROXIMA

Lara/Freya

Necesito salir y abrir esa puerta, necesito quitar una de mis primeras preguntas desde que pise esta casa...pero ¿por qué mis pies no avanzan?¿por qué sigo en el mismo lugar desde que todo mundo se fue? Necesito pararme y salir de mi habitación, ¡Reacciona!, en cualquier momento se darán cuenta que no están las llaves si no lo hago hoy. Necesito reaccionar pero no lo hago, hay algo que me detiene y no deja avanzar, estoy volviéndome loca.

No me importa el frío que está haciendo solo me concentro por ahora en el humo que sale de mi boca, mis ojos siguen abierto ya que no he ni tocado la cama para dormir y aunque se que en sólo tres horas el sol saldrá mis ojos no se cierran. Llevo sentada más de dos horas en la silla acolchonada del balcón y desde que puse mi trasero aquí no lo he quitado.

Me doy un punto por ponerme pants y sudadera por el frío pero ni eso me sirve y como parezco estatua aquí ignoro el clima. Recargo mi cabeza en el respaldo y miro hacia arriba.

La neblina no desaparece, las estrellas no brillan mucho y pareciera como si el cielo no tuviera vida, como si ahora no tuvieran brillo. La luna está cubierta por las nubes y neblina o más bien es como si se escondiese y no quisiera que alguien sepa qué está ahí, el único sonido qué hay es el viento mover las hojas de los árboles.

Me llevo el cigarro a la boca, es la única cosa que me calma y me concentra. Hay como un muro que no me deja avanzar, que no me deja caminar hacia la puerta de metal que me esperaba abajo ¿qué es? No tengo ni una puta idea.

Un golpe de aire pasa por mi cara y mueve uno que otro cabello, maldigo cuando el aire apaga mi cigarro, lo dejo caer al piso. Mi culo sigue clavado en la silla, miro hacia los arboles y entrecierro los ojos cuando veo desde donde inicia la oscuridad de ellos, habrá vida por ellos pero eso no le quita que detrás de cada ronco hay muerte y una de ellas son la cabeza de mis padres pudriéndose en la tierra.

Mi piel se pone de gallina, aprieto mis manos y trato de pasar aire a mis pulmones cuando una silueta, la misma silueta de todas las veces nace desde la oscuridad. Me pongo firme en la silla sin apartarle la vista, ladeo la cabeza tratando de ver mejor.

Abro los ojos mas de lo normal cuando jala un cuerpo que esta detrás de el, me levanto de golpe al ver la silueta de un niño, me acerco al barandal con pasos seguros. Avienta el cuerpo, niego cuando noto un color mas oscuro por toda su playera blanca de pijama, aprieto el barandal entre mis manos y en la otra entierro mis uñas en la palma.

Se acerca y toma al niño por los pies volviéndolo a meter con el, lo arrastra como si fuera un saco de papas. La idea de seguirlo pasa por mi cabeza, pero la borro cuando recuerdo que no se de lo que es capaz aquella persona.

Me volteo sobre mi propio eje y camino hacia la mesita de noche, jalo el primer cajón y agarro las llaves. Salgo de mi cuarto y bajo silenciosamente, cada escalón que bajo me taladra el pecho. Es la hora y estoy segura después de ver lo que acabo de ver, si se lo que esconden detrás de la puerta otra pieza del rompecabezas lista; solo espero que esta no haga mas.

Camino en la oscuridad del pasillo, no hay nadie deambulando. Mi corazón se acelera cuando la veo a pocos pasos y solo ruego que estas sean las llaves, me paro frente a ella y respiro hondo inundando mis pulmones al máximo de aire para luego soltarlo.

Son varias llaves así que tendré que probar una por una, agarro la primera y trato de meterla en la única manija que hay, no entra y pruebo con otra llave que entre pero no gira, intento con otra y luego con otra...otra y otra. Empiezo a maldecir, ninguna de las seis que he intentando a servido. Agarro la séptima llave...grito aleluya para mis adentros cuando escucho quitarse el primer seguro.