Capítulo XXVI

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LA BIBLIOTECA

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LA BIBLIOTECA

Lara/Freya

Copos de nieve caen en las hojas de los arboles y el suelo mientras que la neblina no desaparece, la brisa llega hasta mi congelando mis manos por la falta de guantes. No hay tanta luz como en otros días, es como si se viniera una tormenta por la alta neblina y el cielo con su tono gris, no es tiempo de lluvias pero eso es lo que mis ojos están viendo o simplemente es Doylestown siendo Doylestown.

Por otra parte...no he tenido problemas con lo que hice en la fiesta de Sansa, ningún tipo de remordimiento surgió después y la herida que hico el hombre que mato a mis padres empieza a sanar. No lo he vuelto a ver desde hace mas de una semana, ni me a mandando nada y agradezco por parte, pero si no recibo nada de el la tarea de saber quien es será un poco mas difícil. De hecho hace poco descargué una aplicación para ver la ubicación de donde mandan los mensajes, solo hay un problema...para saber la ubicación debe de ser al minuto que me es enviado el mensaje y eso significa que en cuanto me envíe el mensaje necesito entrar a la aplicación para ver su ubicación, si lo hago después del minuto no habrá valido la pena.

El hecho de tener el celular como una garrapata no va conmigo, nunca he tenido celular y por lo tanto se me es raro llevármelo a todas partes.

Me llevo el jugo a la boca, mi estómago no tiene nada de comida y eso me tomará factura si por lo menos no me tomo el jugo. Personas ríen y conversan mientras los copos de nieve siguen cayendo, agradezco que en algunas partes de la cafetería tenga techo.

- Chicos espero que no se les olvide la fiesta de hoy - empieza hablar Ruby - Mis padres saldrán y que mejor día para hacer una fiesta ¿no?

- Ahi estaremos Ruby - contesta Sansa con una sonrisa en la boca.

El desayuno transcurre como todo los días, ahora que ya se parte de la verdad los chicos hablan libremente y a decir verdad ya no me incomoda tanto, es como si fuera un tema totalmente casual. A pesar de que el grupo de Chris se junte con los Morgensten y los demás nunca lo he visto en la misma mesa que nosotros siempre se mantienen hasta el fondo y una que otra vez sus ojos chocan con los míos mandando una escalofrío por toda mi espina dorsal.

Las clases vuelen a iniciar, Ruth y yo estamos en el mismo año pero no siempre nos tocan la misma clase y para mi mala suerte me toca sola en la clase que menos entiendo. Trato de ponerme las pilas con las clases ya que uno que otro maestro se les ocurrió la grandiosa idea—noten mi sarcasmo—de hacer exámenes para ver si vamos bien.

Siempre ruego para que no me toque con Sandra en ninguna clase o qué por lo menos no me toque sentarme junto a ella, siempre que estoy cerca de esa chica siento la necesidad de alejarme con todo lo que tiene que ver, como si mis demonios fueran ella y solo ella, dramática, tal vez, pero no me gusta la vibra o lo que trasmite la rubia.

Doylestown ✔️(EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora