Capítulo VIII

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*Autora: no es necesario que vean así a Nicholas—la foto—, pueden elegir quedarse con esta imagen de él o pueden seguir guiándose con su descripción y su imaginación"

LAS CONSECUENCIAS

Nicholas Morgenstern

Han pasado más de tres días desde que llegamos, no es que me aburra pero literalmente no hay nada cerca de esta maldita cabaña como para distraerte. Todas las tardes son lo mismo: estanque. Agradezco que el invierno no allá llegado todavía aquí, según lo que dicen en la televisión es que a partir de él diez de diciembre el invierno llegue a este lugar.

El agua "del lago" que en realidad es un estanque está fría pero relajante para mí. Me concentro en el balcón de la chica de ojos azules pero no está ahí, no la he visto desde esta mañana y tampoco a mi prima, no se donde diablos estén porque el pueblo de este lugar está a casi una hora y lo único a menos de veinte minutos es una pequeña farmacia en mitad de la carretera. Para mi sorpresa, mi padre y mi tío no están más de una hora en la cabaña, de hecho no los he visto mucho desde que llegamos y se supone que estamos aquí por las vacaciones.

Bemus está sentado en la orilla del muelle fumando al igual que Giles mientras que Caleb y yo optamos por meternos a refrescando, hermosas risas se escuchando desde la cocina, todos ponemos nuestra atención en las dos chicas que vienen con vestidos halagos.

- ¿Y ese milagro? - pregunta Caleb sin despegar la vista de la chica de vestido negro que está alado de mi prima.

- Queremos aprovechar que todavía no llega el invierno y él estanque no está congelado - Sansa se empieza a quitar el vestido para luego susurrarle algo a Freya y causar que la pelinegra se ría.

Ver como Freya se empieza a quitar el maldito vestido me pone duro al instante, trae un bikini rojo dejando ver aún mejor sus curvas y su cintura, relamo mis labios apreciando en cámara lenta a la chica que camina a la orilla del muelle, veo sus pechos y no puedo dejar de imaginar las cosas que puedo hacerles.

Cálmate Nicholas.

- ¿A donde fueron esta mañana? - pregunto quitando los ojos de Freya quien ya está sentada en la orilla al lado de Bemus.

- De compras - habla mi prima mojándose un poco el pelo.

- Pero si no hay tiendas de ropa en el pueblo - habla Caleb.

- Si buscas bien encontrarás - dice Freya. Volteó a verla, sus ojos azules chocan con los míos por un segundo pero me es suficiente.

- ¿Quien las llevo? - pregunta Giles sorprendiendo a todos.

- ¿Esto es un jodido interrogatorio? - suelta Freya con un tono de burla.

- Sabes exactamente porque preguntamos eso - le digo mirándola.

- Solo fuimos de compras y ya, nadie nos siguió ni nada.

- ¿No han visto a mi padre? - pregunta Sansa.

- Ni a él, ni a mi madre y mis tíos están igual - contesta Caleb.

Freya le susurra algo en el oído a Bemus quien ruedo los ojos para después darle el cigarro y meterse al agua. Veo como la mano pálida de la chica se acerca a su boca junto al cigarro para luego inhalar el humo sin ningún tipo de molestia.

- ¿Desde cuando fumas? - pregunta Caleb acercándose a ella y pidiéndole el cigarro para darle una calada.

- Desde que llegamos - le da el cigarro a mi primo sin quitarle los ojos de encima.

Doylestown ✔️(EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora